La Verdad acerca de los Angeles

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La muerte y resurrección de Moisés

Moisés se apartó de la congregación, y se encaminó silencioso y solitario hacia la ladera del monte... De pie en aquella cumbre solitaria, contempló con ojos claros y penetrantes el panorama que se extendía ante él.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 504-505. VAAn 108.1

Dios no quiso que nadie subiera con Moisés a la cumbre del Pisga. Allí éste se mantuvo de pie, sobre la elevada prominencia de la cumbre de este monte, en la presencia de Dios y de los ángeles celestiales.—La Historia de la Redención, 177. VAAn 108.2

Los ángeles revelaron a Moisés que aunque él se lamentaba por haber pecado y por no poder entrar en la tierra prometida, y aunque él tenía el sentimiento de haber llevado al pueblo de Israel a pecar, era en verdad el propio pueblo quien, con su pecado y con sus murmuraciones y espíritu quejoso, lo había llevado a apartarse de lo recto y cometer un pecado que no le permitiría entrar en la tierra prometida. Los ángeles agregaron que, aunque él sufría con esto, el mayor sufrimiento le había sido provocado a Cristo, el Dirigente invisible del pueblo, contra quien ellos habían pecado... VAAn 108.3

Los mensajeros celestiales también se refirieron a los sacrificios y ofrendas que señalaban hacia la crucifixión de Cristo, y abrieron ante la mente de Moisés los eventos que ocurrirían en el futuro... ¡Qué escena se habrá desarrollado en la cumbre del Pisga cuando el cuadro de la crucifixión fue presentado ante Moisés!... Las vistas panorámicas que pasaban delante de él le permitieron presenciar los sufrimientos del Angel que había conducido a los israelitas a través del desierto, y los había guiado en su peregrinaje de Egipto a Canaán... Cuando presenció la ascensión del Salvador, y se vio a sí mismo abriéndole las puertas eternas, ¡qué cambio se produjo en la expresión de su rostro!... VAAn 108.4

Moisés vio la tierra ya purificada por el fuego y limpiada de todo vestigio de pecado. La vio renovada, sin las marcas de la maldición, y entregada a los santos para que la posean para siempre jamás... Mientras Moisés presenciaba esta escena, su rostro reflejaba gozo y triunfo. Con todos los ángeles que lo rodeaban, se sintió parte de la escena que estaba delante de él.—Manuscript Releases 10:151-159. VAAn 109.1

Después de haber contemplado Canaán a su satisfacción, se reclinó a descansar como un guerrero fatigado. Lo asaltó el sueño, pero era el sueño de la muerte. Los ángeles tomaron su cuerpo y lo sepultaron en el valle. Los israelitas nunca pudieron encontrar el lugar donde fue sepultado... VAAn 109.2

Satanás se alegró muchísimo de haber conseguido éxito al lograr que Moisés pecara contra Dios. Por causa de esa transgresión cayó bajo el dominio de la muerte. Si hubiera seguido siendo fiel, y su vida no hubiera sido malograda por esa única transgresión, al no dar gloria a Dios cuando salió agua de la roca, podría haber entrado en la tierra prometida y haber sido trasladado al cielo sin pasar por la muerte. Miguel, o sea Cristo, y los ángeles que sepultaron a Moisés, descendieron del cielo después que permaneció en la tumba por algún tiempo y lo resucitaron para llevarlo al cielo.—La Historia de la Redención, 177. VAAn 109.3

Nunca había sido quebrantado el poder de la tumba, y él [Satanás] reclamaba a todos los que estaban en ella como cautivos suyos que nunca habían de ser libertados de su lóbrega prisión. VAAn 110.1

Por primera vez Cristo iba a dar vida a uno de los muertos. Cuando el Príncipe de la vida y los ángeles resplandecientes se aproximaron a la tumba, Satanás temió perder su hegemonía. Con sus ángeles malos, se aprestó a disputar la invasión del territorio que llamaba suyo.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 511. VAAn 110.2

Cuando Cristo y los ángeles se aproximaron a la tumba, Satanás y sus ángeles aparecieron junto a ella y montaron guardia en torno al cuerpo de Moisés para que no fuera retirado de allí. Al acercarse Cristo y sus ángeles, Satanás resistió ese avance, pero fue obligado a retroceder por la gloria y el poder de Cristo y sus ángeles. El adversario reclamó el cuerpo de Moisés por causa de esa única transgresión; pero Cristo mansamente recurrió a su Padre al decir: “El Señor te reprenda”. Judas 9. Cristo dijo a Satanás que sabía que Moisés se había arrepentido humildemente de ese único error, que no había más manchas en su carácter, y que su nombre permanecía en los libros del cielo sin mácula alguna. Entonces el Señor resucitó el cuerpo de Moisés.—La Historia de la Redención, 177-178. VAAn 110.3