Testimonios para los Ministros
Revoloteando sobre las iglesias
Cooranbong, Australia,
1 de septiembre de 1895
Queridos Hno. y Hna.-----,
El Hno.-----me presentó los planes de varias semanas de duración para ciertas reuniones que debían realizarse en diferentes lugares entre los que conocen la verdad. Sin duda se beneficiarían algunos nuevos conversos, pero yo sé que ustedes no están en el camino correcto. Indudablemente la fe de algunos de los que se congreguen será fortalecida y confirmada, pero esta obra no está llevando el mensaje de amonestación a aquellos que están en las tinieblas y el error, que no conocen la verdad. El tiempo pasa, los peligros de los últimos días están sobre nosotros; en el último gran día, cuando cada uno reciba según hayan sido sus obras, cuántos nos dirán: “¿Por qué no nos habéis amonestado? No nos habéis dicho las cosas que necesitábamos saber”. TM 230.1
Cristo dice: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”. Salgan nuestros ministros abrumados con el peso del solemne mensaje de amonestación. Cuando están a disposición de los hombres todos los medios para alcanzar el conocimiento de la verdad, ¿cómo pueden trazarse planes para que nuestros obreros no hagan la obra de salvar a las almas que están en las tinieblas del error? El tiempo es corto. Demos el mensaje de amonestación en forma clara y distinta. El Señor está a punto de venir a ejecutar juicio sobre los que no obedecen el Evangelio. TM 230.2
En sus días Enoc proclamó la venida de Cristo y la ejecución del juicio sobre los injustos, y ahora vemos el cumplimiento de la profecía de Enoc concerniente a la abundante difusión de la maldad. Pero los que tienen la luz son los que han recibido de Dios el cometido de emprender una lucha constante y agresiva. A la pregunta: “Guarda, ¿qué de la noche?” se dará en respuesta el mensaje fiel: “La mañana viene, y después la noche”. TM 230.3
La verdad está ejerciendo una influencia demasiado restringida. Hay que instar a los que conocen la verdad para que la comuniquen a los que están en las tinieblas. Muchos se conforman con una noción de la verdad, pero aún no han ocupado su lugar para comunicar lo que han recibido. Dios ha inducido a los hombres a experimentar el poder de la verdad, pero no todos están haciendo la obra que les fue señalada, a saber, tratar de salvar lo que se había perdido. Cada uno debe estar ceñido con su armadura, preparado para conquistar a otros para que obedezcan la ley de Dios. Veo que se les está dando mucho a los que ya tienen; estas maravillosas reuniones para los que desean recibir mayor fuerza están privando al mundo precisamente de la obra que debe ser hecha en su favor. Nuestros pastores debieran ahora trabajar por la salvación de los perdidos. Sería mucho mejor que las semanas invertidas en reuniones para capacitar a los hombres para el trabajo, se emplearan en ir por los caminos y vallados dando el mensaje: “Venid, todo está dispuesto”. TM 231.1
Más luz para los que la usan
Los que obedecen la luz que tienen, recibirán luz de lo alto porque los mensajeros celestiales están esperando para cooperar con los hombres en la tarea de amonestar a un mundo engañado y pecaminoso. Cuando los hijos de Dios se empeñen en esta obra con verdadera aflicción de alma, se echará de ver un cambio decidido en ciudades y aldeas. Este revolotear en torno de las iglesias para afirmarlas, las induce a depender más del esfuerzo humano. Aprenden a apoyarse en la experiencia de sus semejantes, y no hacen de Dios su seguridad y eficiencia. Es tiempo de que las ciudades y los pueblos por doquiera oigan la solemne amonestación: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá”. Preparaos para que seáis hallados por él en paz. TM 231.2
Os ruego a vosotros a quienes Dios ha favorecido con el conocimiento de la verdad: Id a trabajar; hay obra que hacer por doquiera. Los campos están blancos para la siega. Se necesitan precisamente ahora sembradores y segadores. El tiempo que dedicáis para comunicaros constantemente con aquellos que ya conocen el mensaje de amonestación, no les dará ni siquiera una décima parte de la fuerza que ellos recibirían si pusieran manos a la obra de impartir vida para salvar a las almas que perecen. Los ángeles están esperando para bendecir a los obreros consagrados. La parábola de la oveja perdida debe ser una lección para cada alma que ha sido rescatada de la trampa de Satanás. No hemos de revolotear sobre las noventa y nueve, sino que hemos de ir a salvar a los perdidos, buscándolos en los desiertos de las grandes ciudades y aldeas. En esta obra los obreros serán inducidos a sentir su debilidad e irán corriendo a la fortaleza. La presencia divina estará con ellos para darles fuerza y valor, fe y esperanza. Los obreros leales serán colaboradores de Dios. TM 232.1
Las amonestaciones que Cristo dio a Jerusalén no habían de perecer con sus habitantes. Los juicios sobre Jerusalén eran un símbolo de los acontecimientos relativos al juicio que efectuará Cristo en el día final, cuando ante él sean reunidas todas las naciones. “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. TM 232.2
Una obra para todo verdadero discípulo
Todo verdadero seguidor de Cristo tiene una obra que realizar. Dios ha dado a cada uno su obra. Unos pocos están señalando ahora el rollo de la profecía que se cumple rápidamente, y están proclamando el mensaje: Preparaos, mostrad vuestra obediencia a Dios guardando sus mandamientos. Este no es tiempo para que los mensajeros de Dios se detengan para apuntalar a aquellos que conocen la verdad y que gozan de todas las ventajas. Vayan ellos a levantar el estandarte y dar la amonestación: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” Muchos de los que oigan el mensaje—la inmensa mayoría—no creerán la solemne amonestación. Muchos serán hallados desleales a los mandamientos de Dios, que son una prueba del carácter. Los siervos de Dios serán llamados fanáticos. Los ministros aconsejarán al pueblo a no escucharlos. Noé recibió el mismo trato cuando el Espíritu de Dios lo impulsaba a dar el mensaje, ya fuera que los hombres lo oyeran o no. TM 232.3
No importa cuando se produzca, el advenimiento de Cristo sorprenderá a los falsos maestros que dicen: “Paz y seguridad”; “todas las cosas permanecen así como desde el principio”. Así dice la Palabra de la inspiración: “Vendrá sobre ellos destrucción repentina”. El día de Dios vendrá como una trampa sobre los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Viene como el ladrón que está al acecho. “Si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no dejaría minar su casa”. La vigilancia constante es nuestra única seguridad. Debemos estar siempre listos para que ese día no nos sorprenda como ladrón. TM 233.1
Considere todo aquel que ama a Dios que ahora, mientras es de día, es tiempo, no de trabajar entre las ovejas que ya están en el redil, sino de salir a buscar a los perdidos y a los que perecen. Estos necesitan ayuda especial para ser traídos de vuelta al redil. Ya es tiempo de que los indiferentes despierten de su sueño. Ya es tiempo de rogar a las almas que no solamente escuchen la Palabra de Dios, sino que se apresuren en llenar de aceite las vasijas juntamente con sus lámparas. El aceite es la justicia de Cristo. Representa el carácter, y el carácter no es transferible. Nadie puede obtenerlo para darlo a otro. Cada uno debe lograr para sí un carácter purificado de toda mancha de pecado. TM 233.2
El Señor viene con poder y gran gloria. Entonces separará completamente a los justos de los impíos. Pero el aceite no podrá ser transferido en ese momento a las vasijas de los que no lo tienen. Entonces se cumplirán las palabras de Cristo: “Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada. Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado”. Los justos y los impíos deben estar relacionados en la obra de la vida. Pero el Señor lee el carácter; él discierne a los que son hijos obedientes, a los que respetan y aman sus mandamientos. TM 234.1
La cizaña y el trigo
Quizá el observador no discierna ninguna diferencia; pero hay Uno que dijo que la cizaña no había de ser arrancada por manos humanas para que no fuera desarraigado también el trigo. Crezcan juntas ambas plantas hasta la cosecha. Entonces el Señor envía a sus segadores a juntar la cizaña y atarla en manojos para ser quemada, mientras el trigo es acopiado en el granero celestial. El tiempo del juicio es un período muy solemne, cuando el Señor reúne a los suyos de entre la cizaña. Los que han sido miembros de la misma familia son separados. Se coloca una señal sobre los justos. “Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré como el hombre que perdona a su hijo que le sirve”. Los que han sido obedientes a los mandamientos de Dios se unirán con el grupo de los santos en luz; ellos entrarán por las puertas en la ciudad, y tendrán derecho al árbol de la vida. El uno será tomado. Su nombre estará en el libro de la vida, mientras otros con los cuales él se asoció tendrán la señal de la eterna separación de Dios. TM 234.2
La cizaña y el trigo están ahora mezclados, pero entonces la única mano que puede separarlos colocará a cada uno en el lugar que le corresponde. Los que han tenido la luz de la verdad y han escuchado el mensaje de amonestación, la invitación a la cena de bodas—el agricultor, el comerciante, el abogado, los falsos pastores que han acallado la conciencia del pueblo, los infieles centinelas que no han hecho resonar la advertencia o no han conocido la hora de la noche—todos los que han rehusado obedecer las leyes del reino de Dios, no tendrán derecho de entrar. Los que han buscado una excusa para evitar la cruz de la separación del mundo, serán atrapados por la red junto con el mundo. Se mezclaron con la cizaña por su propia decisión. Lo similar atrajo a lo similar a la transgresión. Es una terrible asimilación. Los hombres escogieron hacer causa común con el primer rebelde, que tentó a Adán y Eva en el Edén a desobedecer a Dios. La cizaña se multiplica porque ella misma siembra más cizaña, y tiene su parte con la raíz de todo pecado: el diablo. TM 235.1
Sobre los que guardan los mandamientos de Dios se pronuncia esta bendición: “Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad”. Apocalipsis 22:14. Son “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido”; para que puedan anunciar las virtudes de Aquel que los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Los obedientes son denominados justos; son atraídos por el sagrado imán, Cristo Jesús; lo santo atrae a lo santo. El que sea injusto continuará siendo injusto. El carácter no podrá entonces ser transformado El aceite de la gracia no puede ser prestado por uno a otro, así como las vírgenes fatuas no tienen tiempo para ir a comprar aceite para ellas mismas. Los justos son los que guardan los mandamientos de Dios, y estarán para siempre separados de los desobedientes e injustos que pisotearon la ley de Dios. El oro puro y la escoria no continuarán mezclándose. TM 235.2
¿Quién es el siervo fiel y prudente?
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa?” ¿Podemos nosotros contestar? ¿Soy yo el mayordomo fiel al sagrado cometido que se me confió? A cada uno se le da una responsabilidad individual. Los atalayas tienen su obra específica: advertir la presencia del peligro y dar la alarma. Los soldados de la cruz de Cristo han de tener oídos aguzados para oír. En su puesto de responsabilidad han de dar a la trompeta un sonido certero a fin de que cada uno se ciña la armadura para la acción. TM 236.1
¿Qué obra estamos haciendo nosotros individualmente para el Maestro? ¿Quién está revelando la verdad ante aquellos que se hallan en las tinieblas del error? ¿Quién está publicando las palabras de vida? Los enemigos de Cristo son muchos, aquellos que, mientras pretenden ser justos, no tienen la justicia de Cristo. Se disfrazan de ángeles de luz, pero son ministros de pecado. Este hecho debe ser suficiente para conmover a toda alma e inducirla a la acción. ¿Quiénes son fieles mayordomos de la gracia de Cristo? ¿Quién está haciendo una división sabia del trabajo, llamando al servicio activo a toda alma que tiene un conocimiento inteligente de la verdad y dando a cada uno una obra que hacer? TM 236.2
Las avanzadas han de ser guardadas. Ha de haber hombres que defiendan la fortaleza, mientras las tropas de avanzada se empeñan en la guerra activa. A cada uno le es dada su obra. No debemos hacernos eco de las palabras de los que se encuentran en el error, sino que debemos inculcar las ideas de la verdad. Nuestra obra consiste en beneficiar a nuestros semejantes. No debemos recorrer la senda de los opositores de la verdad, sino anunciar el mensaje del tercer ángel, que vuela en medio del cielo y da la nota de advertencia, a saber, los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo. TM 236.3
Considerad estas palabras
Los que ahora no hacen nada llevarán esta inscripción: “Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto”. Conocieron la voluntad de su Señor, pero no la hicieron. Tuvieron la luz de la verdad, dispusieron de todas las ventajas, pero escogieron sus propios intereses egoístas y se los dejará con los que no intentaron salvar. “Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes”. TM 237.1
Considerad seriamente estas palabras. No diga nadie: “Esto no me atañe; yo soy cristiano”. ¿Quién dice tal cosa, tú mismo o Aquel que lee el corazón? Al mayordomo infiel se le habían confiado solemnes responsabilidades; ante el mundo aparecía como un siervo de Cristo; pero ¡oh! ¡cuán deplorable para él mismo, y para todos los que están relacionados con él! ¡Es un mal siervo! Está poniendo en peligro los bienes del Señor. Está enseñando a las almas a pisotear la santa ley de Dios. Llama a Cristo “mi Señor”. Sin embargo, dice: “Mi Señor tarda en venir”. No dice que Cristo no vendrá; no se mofa de la idea de su segunda venida; pero le dice a la gente que su venida se ha demorado. Está destruyendo en la mente de los demás la convicción de que el Señor viene pronto. Su influencia induce a los hombres a detenerse presuntuosa y descuidadamente. Dejan de vigilar y repiten las palabras del vigía infiel; otros más se les unen; se contagian del mal espíritu, y los hombres consolidan su mundanalidad y su estupor. Su camino es descendente, no ascendente; no aguardan el día del Señor ni apresuran su advenimiento. Las pasiones mundanas, los pensamientos corruptos toman posesión de la mente. TM 237.2
El siervo malo golpea a sus consiervos que están tratando de hacer la voluntad de su Señor. Come y bebe con los borrachos, con los que, a pesar de su pretensión de cristianismo, tienen mente carnal. Están opuestos a Cristo y a la obra que vino a realizar en nuestro mundo, es a saber, vivir la ley de Dios en la humanidad y ser un ejemplo para toda ella. TM 238.1
Cristo estaba rodeado por sus discípulos, y una vasta multitud escuchaba sus palabras cuando dijo: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día”. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.* TM 238.2