El Hogar Cristiano
Capítulo 16—Una asociación feliz
Destinada a durar toda la vida—Para comprender lo que es en verdad el matrimonio, se requiere toda una vida. Los que se casan ingresan en una escuela en la cual no acabarán nunca sus estudios.1 HC 90.1
Por mucho cuidado y prudencia con que se haya contraído el matrimonio, pocas son las parejas que hayan llegado a la perfecta unidad al realizarse la ceremonia del casamiento. La unión verdadera de ambos cónyuges es obra de los años subsiguientes.2 HC 90.2
Cuando la pareja recién casada afronta la vida con sus cargas de perplejidades y cuidados, desaparece el aspecto romántico con que la imaginación suele tan a menudo revestir el matrimonio. Marido y mujer aprenden entonces a conocerse como no podían hacerlo antes de unirse. Este es el período más crítico de su experiencia. La felicidad y utilidad de toda su vida ulterior dependen de que asuman en ese momento una actitud correcta. Muchas veces cada uno descubre en el otro flaquezas y defectos que no sospechaban; pero los corazones unidos por el amor notarán también cualidades desconocidas hasta entonces. Procuren todos descubrir las virtudes más bien que los defectos. Muchas veces, nuestra propia actitud y la atmósfera que nos rodea determinan lo que se nos revelará en otra persona.3 HC 90.3
El amor debe ser probado—Vuestro afecto podrá ser tan claro como el cristal, arrobador en su pureza, y sin embargo, podría ser superficial por no haber sido probado. Dad a Cristo, en todas las cosas, el lugar primero, el último y el mejor. Contempladle constantemente, y vuestro amor por él, en la medida en que sea probado, se hará cada día más profundo y más fuerte. Y a medida que crezca vuestro amor por él, vuestro amor mutuo aumentará también en fuerza y profundidad.4 HC 90.4
Aunque se susciten dificultades, congojas y desalientos, no abriguen jamás ni el marido ni la mujer el pensamiento de que su unión es un error o una decepción. Resuélvase cada uno de ellos a ser para el otro cuanto le sea posible. Sigan teniendo uno para con otro los miramientos que se tenían al principio. Aliéntense uno a otro en las luchas de la vida. Procure cada uno favorecer la felicidad del otro. Haya entre ellos amor mutuo y sopórtense uno a otro. Entonces el casamiento, en vez de ser la terminación del amor, será más bien su verdadero comienzo. El calor de la verdadera amistad, el amor que une un corazón al otro, es sabor anticipado de los goces del cielo.5 HC 91.1
Todos deben cultivar la paciencia practicándola. Al ser uno bondadoso y tolerante, puede mantener ardiente el amor en el corazón, y se desarrollarán en él cualidades que el Cielo aprobará.6 HC 91.2
El enemigo procurará separarlos—Satanás está siempre listo para obtener ventajas cuando se presenta cualquier divergencia, y al influir sobre los rasgos de carácter censurables hereditarios que haya en el esposo o la esposa, procurará enajenar a quienes unieron sus intereses en un pacto solemne delante de Dios. Por sus votos matrimoniales prometieron ser como uno solo, al convenir la esposa en amar y obedecer a su esposo, y éste en amarla a ella y protegerla. Si ambos obedecen a la ley de Dios, el demonio de la disensión se mantendrá alejado de la familia, y no habrá división de intereses, ni se permitirá enajenamiento alguno de los afectos.7 HC 91.3
Consejos a una pareja de voluntad fuerte—Ninguno de los dos debe tratar de dominar. El Señor ha presentado los principios que deben guiarnos. El esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia. La mujer debe respetar y amar a su marido. Ambos deben cultivar un espíritu de bondad, y estar bien resueltos a nunca perjudicarse ni causarse pena el uno al otro. ... HC 91.4
No tratéis de constreñiros el uno al otro. No podéis obrar así y conservar vuestro amor recíproco. Las manifestaciones de la propia voluntad destruyen la paz y la felicidad de la familia. No dejéis penetrar el desacuerdo en vuestra vida conyugal. De lo contrario seréis desdichados ambos. Sed amables en vuestras palabras y bondadosos en vuestras acciones; renunciad a vuestros deseos personales. Vigilad vuestras palabras, porque ellas ejercen una influencia considerable para bien o para mal. No dejéis traslucir irritación en la voz, mas poned en vuestra vida el dulce perfume de la semejanza de Cristo.8 HC 92.1
Expresen el amor en palabras y hechos—Son muchos los que consideran la manifestación del amor como una debilidad, y permanecen en tal retraimiento que repelen a los demás. Este espíritu paraliza las corrientes de simpatía. Al ser reprimidos, los impulsos de sociabilidad y generosidad se marchitan y el corazón se vuelve desolado y frío. Debemos guardarnos de este error. El amor no puede durar mucho si no se le da expresión. No permitáis que el corazón de quienes os acompañen se agoste por falta de bondad y simpatía de parte vuestra. ... HC 92.2
Ame cada uno de ellos al otro antes de exigir que el otro le ame. Cultive lo más noble que haya en sí y esté pronto a reconocer las buenas cualidades del otro. El saberse apreciado es un admirable estímulo y motivo de satisfacción. La simpatía y el respeto alientan el esfuerzo por alcanzar la excelencia, y el amor aumenta al estimular la persecución de fines cada vez más nobles.9 HC 92.3
La razón por la cual hay en nuestro mundo tantos hombres y mujeres de corazón duro estriba en que el afecto verdadero se ha considerado como debilidad y se lo ha desalentado y reprimido. La parte mejor de la naturaleza de esas personas fué pervertida y atrofiada en la infancia; y a menos que los rayos de la luz divina puedan derretir su frialdad y el egoísmo de su duro corazón, la felicidad de los tales queda sepultada para siempre. Si queremos tener un corazón tierno, como lo tuvo Jesús cuando estuvo en la tierra, y una simpatía santificada como la que sienten los ángeles hacia los mortales pecaminosos, debemos cultivar las simpatías de la infancia, que son la sencillez misma. Entonces seremos refinados, elevados y dirigidos por los principios celestiales.10 HC 93.1
Demasiadas congojas y cargas se introducen en nuestras familias, y se alberga muy poca sencillez natural, paz y felicidad. Debiera haber menos interés por lo que diga el mundo exterior y prestarse más atención reflexiva a los miembros del círculo familiar. Debiera haber menos ostentación y afectación de urbanidad mundana entre los miembros de la familia, y mucho más amor, ternura, alegría y cortesía cristiana. Muchos necesitan aprender a hacer del hogar un lugar atractivo y placentero. Los corazones agradecidos y las miradas bondadosas son de más valor que las riquezas y el lujo, y el contentarse con cosas sencillas hará feliz el hogar si en él hay amor.11 HC 93.2
Las pequeñas atenciones valen mucho—Dios nos prueba por los sucesos comunes de la vida. Son las cosas pequeñas las que revelan lo más recóndito del corazón. Son las pequeñas atenciones, los numerosos incidentes cotidianos y las sencillas cortesías, las que constituyen la suma de la felicidad en la vida; y el descuido manifestado al no pronunciar palabras bondadosas, afectuosas y alentadoras ni poner en práctica las pequeñas cortesías, es lo que contribuye a formar la suma de la miseria de la vida. Se encontrará al fin que el haberse negado a sí mismo para bien y felicidad de los que nos rodean, constituye una gran parte de lo que se registra en el cielo acerca de la vida. Se revelará también el hecho de que el preocuparse de sí mismo, sin tener en cuenta el bien o la felicidad de los demás, no deja de ser notado por nuestro Padre celestial.12 HC 93.3
Un esposo que callaba sus afectos—Una casa donde reina el amor y se expresa en palabras, miradas y actos es un lugar donde los ángeles se deleitan en manifestar su presencia y en santificar el escenario con rayos luminosos de gloria. Allí los humildes deberes domésticos tienen un encanto propio. En tales circunstancias ninguno de los deberes de la vida resultará desagradable para su esposa. Los cumplirá con espíritu alegre y será ella como un rayo de sol para cuantos la rodeen, y en su corazón cantará melodías al Señor. Actualmente considera que no posee los afectos de su corazón. Vd. le ha dado ocasión de pensar así. Cumple los deberes necesarios que le incumben como cabeza de la familia, pero le falta algo. Carece seriamente de la preciosa influencia del amor que induce a prestar atenciones bondadosas. El amor debe verse en las miradas y los modales, y debe oírse en los tonos de la voz.13 HC 94.1
Una esposa reconcentrada en sí misma—El carácter moral de los que están unidos en matrimonio queda elevado o degradado por la relación que sostienen uno con el otro; y la degradación efectuada por una naturaleza ingobernable, baja, engañosa y egoísta comienza poco después de la ceremonia matrimonial. Si el joven hace una elección sabia, tendrá a su lado a alguien que llevará lo mejor que pueda su parte de las cargas de la vida, una persona que le ennoblecerá y refinará, y le hará feliz en su amor. Pero si la esposa es caprichosa, admiradora de sí misma, exigente, acusadora, y atribuye a su esposo motivos y sentimientos que parten tan sólo de su propio temperamento pervertido; si en vez de manifestar discernimiento y delicadeza para reconocer y apreciar el amor que él le tiene, ella habla de negligencia y falta de amor porque él no satisface cada uno de sus caprichos, provocará casi inevitablemente aquello mismo que parece deplorar; hará realidades de todas esas acusaciones.14 HC 94.2
Características de una buena compañera y madre—En vez de sumirse en una simple rutina de faenas domésticas, encuentre la esposa y madre de familia tiempo para leer, para mantenerse bien informada, para ser compañera de su marido y para seguir de cerca el desarrollo de la inteligencia de sus hijos. Aproveche sabiamente las oportunidades presentes para influir en sus amados de modo que los encamine hacia la vida superior. Haga del querido Salvador su compañero diario y su amigo familiar. Dedique algo de tiempo al estudio de la Palabra de Dios, a pasear con sus hijos por el campo y a aprender de Dios por la contemplación de sus hermosas obras. HC 95.1
Consérvese alegre y animada. En vez de consagrar todo momento a interminables costuras, haga de la velada de familia una ocasión de grata sociabilidad, una reunión de familia después de las labores del día. Un proceder tal induciría a muchos hombres a preferir la sociedad de los suyos en casa a la del casino o de la taberna. Muchos muchachos serían guardados del peligro de la calle o de la tienda de comestibles de la esquina. Muchas niñas evitarían las compañías frívolas y seductoras. La influencia del hogar llegaría a ser entonces para padres e hijos lo que Dios se propuso que fuera, es decir, una bendición para toda la vida.15 HC 95.2
La vida matrimonial no es sólo romántica; tiene sus dificultades verdaderas y sus detalles prosaicos. La esposa no debe considerarse una muñeca a la que se debe mimar, sino como una mujer; una persona que pondrá el hombro bajo cargas reales, no imaginarias, y llevará una vida comprensiva y reflexiva, teniendo en cuenta que hay, además de ella misma, otras cosas en que pensar. ... La vida real tiene sus sombras y pesares. A cada alma le tocan aflicciones. Satanás obra constantemente para alterar la fe de cada uno, y para destruir su valor y esperanza.16 HC 95.3
Consejos a una pareja desdichada—Su vida matrimonial se ha asemejado mucho a un desierto, con tan sólo muy pocos parajes verdes que recordar con agradecimiento. No era necesario que fuese así. HC 96.1
Es tan difícil que haya amor sin que se revele en actos exteriores como lo es que el fuego siga ardiendo sin combustible. Vd., Hno. C., consideró que era rebajar su dignidad manifestar ternura mediante actos de bondad y buscar oportunidades para revelar afecto hacia su esposa mediante palabras de ternura y bondadosa atención. Vd. es inconstante en sus sentimientos y se deja afectar profundamente por las circunstancias en derredor suyo. ... Abandone las preocupaciones de sus negocios, así como las perplejidades y molestias inherentes a ellos, cuando deja el lugar donde los atiende. Preséntese a su familia con semblante alegre, con simpatía, ternura y amor. Esto será mejor que gastar dinero en medicinas y médicos para su esposa. Representará salud para el cuerpo y fuerza para el alma. Vds. han vivido miserablemente. Ambos habéis contribuído a ello. Esta miseria no agrada a Dios; Vds. se la han acarreado por su falta de dominio propio. HC 96.2
Vds. permiten que sus sentimientos los dominen. Vd., Hno. C., piensa que manifestar amor y hablar bondadosa y afectuosamente es rebajar su dignidad. Considera que todas esas palabras tiernas saben a blandura y debilidad, y que son innecesarias. Pero en su lugar deja oír palabras de irritación, discordia, contienda y censura. ... HC 96.3
Vd. no posee los elementos de un espíritu contento. Se espacia en sus dificultades; arrostra necesidades y pobreza imaginarias; se siente afligido, angustiado y atormentado; su cerebro parece arder, su ánimo está deprimido. No alberga amor a Dios ni gratitud en su corazón por todas las bendiciones que le ha otorgado su bondadoso Padre celestial. Sólo ve las incomodidades de la vida. Una locura mundana le encierra como entre densas nubes de tinieblas. Satanás se regocija porque Vd. se siente desgraciado cuando tiene a su disposición la paz y la dicha.17 HC 96.4
Recompensa de la tolerancia y el amor mutuos—Sin tolerancia y amor mutuos ningún poder de esta tierra puede mantenerla a Vd. ni a su marido en los lazos de la unidad cristiana. El compañerismo de ambos en el matrimonio debiera ser estrecho, tierno, santo y elevado, e infundir poder espiritual a su vida, para que pudiesen ser el uno para el otro todo lo que la Palabra de Dios requiere. Cuando lleguen a la condición que Dios quiere verles alcanzar, hallarán el cielo aquí y a Dios en su vida.18 HC 97.1
Recordad, hermanos míos, que Dios es amor, y que por su gracia podéis llegar a haceros mutuamente felices, según lo prometisteis en ocasión de vuestro matrimonio.19 HC 97.2
Hombres y mujeres pueden alcanzar el ideal que Dios les señala si aceptan la ayuda de Cristo. Lo que la humana sabiduría no puede lograr, la gracia de Dios lo hará en quienes se entregan a él con amor y confianza. Su providencia puede unir los corazones con lazos de origen celestial. El amor no será tan sólo un intercambio de palabras dulces y aduladoras. El telar del cielo teje con urdimbre y trama más finas, pero más firmes que las de los telares de esta tierra. Su producto no es una tela endeble, sino un tejido capaz de resistir cualquiera prueba, por dura que sea. El corazón quedará unido al corazón con los áureos lazos de un amor perdurable.20 HC 97.3