El Hogar Cristiano
Sección 15—Las gracias familiares
Capítulo 69—La cortesía y la bondad
Destierra la mitad de los males—El principio inculcado por la orden de ser “sinceramente afectos los unos hacia los otros,” viene a ser el fundamento mismo de la felicidad doméstica. En toda familia debiera reinar la cortesía cristiana. No cuesta mucho, pero tiene poder para suavizar naturalezas que sin ella se endurecerían y se llenarían de asperezas. Una actitud que cultive una cortesía uniforme y la disposición a obrar con los demás como quisiéramos que ellos obrasen con nosotros, desterraría la mitad de los males de la vida.1 HC 381.1
Comienza en la casa—Si queremos que nuestros hijos practiquen la bondad, la cortesía y el amor, nosotros mismos debemos darles el ejemplo.2 HC 381.2
Aun en las cosas pequeñas, los padres deben manifestarse mutuamente cortesía. Una bondad universal debiera ser la ley de la casa. Nadie debiera expresarse con rudeza ni con palabras de amargura.3 HC 381.3
Todos pueden poseer rostro animado, voz suave, modales corteses, y éstos son elementos de poder. Los niños son atraídos por una conducta animosa. Mostradles bondad y cortesía y ellos manifestarán el mismo espíritu hacia vosotros y entre sí.4 HC 381.4
Vuestra cortesía y dominio propio ejercerán mayor influencia en el carácter de vuestros hijos que las palabras solas.5 HC 381.5
Hace del hogar un paraíso—Al hablar bondadosamente a sus hijos y al elogiarlos cuando tratan de obrar bien, los padres pueden alentar sus esfuerzos, hacerlos muy felices y rodear a la familia de un círculo encantado que rechazará toda sombra e introducirá la alegre luz del sol. La bondad y la tolerancia mutuas harán del hogar un paraíso y atraerán a los ángeles santos al círculo familiar; pero ellos huirán de una casa donde se oyen palabras desagradables, irritación y contiendas. La falta de bondad, las quejas y la ira destierran a Jesús de la morada.6 HC 381.6
La cortesía de la vida diaria y el afecto que debiera existir entre los miembros de una familia no dependen de las circunstancias externas.7 HC 382.1
Las voces agradables, los modales amables y el afecto sincero que se expresan en todas las acciones, juntamente con la laboriosidad, el aseo y la economía, truecan hasta un tugurio en el más feliz de los hogares. El Creador considera con aprobación un hogar tal.8 HC 382.2
Son muchos los que debieran vivir menos para el mundo exterior y más para los miembros de su propio círculo familiar. Debiera haber menos despliegue de cortesía superficial y de afecto hacia los extraños y las visitas, y mayor manifestación de aquella cortesía que brota del amor genuino y de la simpatía hacia los seres queridos de nuestro propio hogar.9 HC 382.3
Definición de la cortesía verdadera—Es muy necesario que se cultive el verdadero refinamiento en el hogar. Con él se da un poderoso testimonio en favor de la verdad. Sea quien sea que la manifieste, la grosería en las palabras y en la conducta indica un corazón viciado. La verdad de origen celestial no degrada nunca a quien la recibe, ni le hace grosero o tosco. La influencia de la verdad suaviza y refina. Cuando los jóvenes la reciben los vuelve respetuosos y corteses. La cortesía cristiana se recibe tan sólo bajo la actuación del Espíritu Santo. No consiste en afectación o pulimento artificial, ni en inclinarse con reverencia y sonrisas artificiales. Esta es la clase de cortesía que poseen los del mundo, pero carecen de la verdadera cortesía cristiana. La urbanidad y el refinamiento verdaderos se obtienen tan sólo de un conocimiento práctico del Evangelio de Cristo. La verdadera urbanidad y cortesía consiste en manifestar bondad hacia todos, humildes o encumbrados, ricos o pobres.10 HC 382.4
La esencia de la verdadera cortesía es la consideración hacia los demás. La educación esencial y duradera es aquella que amplía las simpatías y estimula la bondad universal. La así llamada cultura que no hace a un joven deferente para con sus padres, apreciativo de sus cualidades, tolerante con sus defectos, y solícito con sus necesidades; que no lo hace considerado y afectuoso, generoso y útil para con el joven, el anciano y el desgraciado, y cortés con todos, es un fracaso.11 HC 383.1
La cortesía cristiana es el broche de oro que une a los miembros de la familia con vínculos de amor y los estrecha más y más con cada día que pasa.12 HC 383.2
La regla de oro sea la ley de la familia—Las reglas más valiosas para el trato social y familiar se encuentran en la Biblia. Ella contiene no sólo la norma de moralidad mejor y más pura, sino también el código de urbanidad más valioso. El sermón que en el monte pronunció nuestro Salvador contiene instrucciones inestimables para ancianos y jóvenes. Debiera leérselo a menudo en el círculo familiar y debieran ponerse en práctica sus preciosas enseñanzas en la vida diaria. La regla de oro: “Todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos,” juntamente con la recomendación apostólica de vivir “prefiriendo cada cual al otro,” deben constituir la ley de la familia. Quienes cultiven el espíritu de Cristo manifestarán cortesía en la casa y un espíritu de benevolencia aun en las cosas pequeñas. Constantemente procurarán hacer felices a cuantos los rodeen, olvidándose de sí mismos mientras hacen a los demás objeto de sus bondadosas atenciones. Tal es el fruto que crece en el árbol cristiano.13 HC 383.3
La regla de oro es el principio de la cortesía verdadera cuya ilustración más exacta se ve en la vida y el carácter de Jesús. ¡Oh, qué rayos de amabilidad y belleza se desprendían de la vida diaria de nuestro Salvador! ¡Qué dulzura emanaba de su misma presencia! El mismo espíritu se revelará en sus hijos. Aquellos con quienes more Cristo serán rodeados de una atmósfera divina. Sus blancas vestiduras de pureza difundirán la fragancia del jardín del Señor. Sus rostros reflejarán la luz de su semblante, que iluminará la senda para los pies cansados e inseguros.14 HC 384.1
El mejor tratado de etiqueta—El más valioso tratado de etiqueta que jamás se haya escrito es la preciosa instrucción dada por el Salvador, con la expresión del Espíritu Santo, por medio del apóstol Pablo, palabras que deberían ser grabadas indeleblemente en la memoria de todo ser humano, joven o viejo: HC 384.2
“Como os he amado, que también os améis los unos a los otros.” HC 384.3
“El amor es sufrido y benigno;
El amor no tiene envidia;
El amor no es jactancioso,
No se ensoberbece,
No se porta indecorosamente,
No busca lo suyo propio,
No se irrita,
No hace caso de un agravio;
No se regocija en la injusticia,
Mas se regocija con la verdad:
Todo lo sufre,
Todo lo cree,
Todo lo espera,
Todo lo soporta.
El amor nunca se acaba.”15
HC 384.4
La Biblia ordena la cortesía y presenta muchas ilustraciones de espíritu abnegado, gracia gentil y genio simpático, que caracterizan la verdadera cortesía. Estos son sólo reflejos del carácter de Cristo. De él proceden toda la ternura y cortesía verdaderas del mundo, aun la de aquellos que no reconocen su nombre. Y él desea que estas características se reflejen perfectamente en sus hijos. Su propósito es que en nosotros contemplen los hombres su belleza.16 HC 385.1
El cristianismo hará de todo hombre un cumplido caballero. Cristo fué cortés aun con sus perseguidores; y sus discípulos verdaderos manifestarán el mismo espíritu. Mirad a Pablo cuando compareció ante los magistrados. Su discurso ante Agripa es dechado de verdadera cortesía y de persuasiva elocuencia. El Evangelio no fomenta la cortesía formalista, tan corriente en el mundo, sino la cortesía que brota de la verdadera bondad del corazón.17 HC 385.2
No abogamos por una manifestación de lo que el mundo llama urbanidad, sino por aquella cortesía que cada uno llevará consigo a las mansiones de los bienaventurados.18 HC 385.3
El amor inspira la cortesía verdadera—El cultivo más esmerado del decoro externo no basta para acabar con el enojo, el juicio implacable y la palabra inconveniente. El verdadero refinamiento no traslucirá mientras se siga considerando al yo como objeto supremo. El amor debe residir en el corazón. Un cristiano cabal funda sus motivos de acción en el amor profundo que tiene por el Maestro. De las raíces de su amor a Cristo brota un interés abnegado por sus hermanos.19 HC 385.4
De todas las cosas buscadas, apreciadas o cultivadas, no hay nada tan valioso a la vista de Dios como un corazón puro, una disposición rebosante de agradecimiento y de paz. HC 385.5
Si la divina armonía de la verdad y el amor imperan en el corazón, resplandecerán en palabras y acciones.... El espíritu de genuina benevolencia debe morar en el corazón. El amor imparte a su poseedor gracia, donaire y hermosura de porte. El amor ilumina el rostro y subyuga la voz; refina y eleva a todo el ser humano. Lo pone en armonía con Dios, porque es un atributo celestial.20 HC 385.6
No se aprende la verdadera cortesía por la mera práctica de las reglas de etiqueta. En todo momento deben observarse modales correctos; dondequiera que no haya que transigir con los principios, la consideración hacia los demás inducirá a adaptarse a costumbres aceptadas; pero la verdadera cortesía no requiere el sacrificio de los principios al convencionalismo. No conoce castas. Enseña el respeto propio, el respeto a la dignidad del hombre como hombre, la consideración hacia todo miembro de la gran confraternidad humana.21 HC 386.1
Se expresa en miradas, palabras y actos—Sobre todas las cosas, los padres deben rodear a sus hijos de una atmósfera de alegría, cortesía y amor. Los ángeles se deleitan en morar en un hogar donde vive el amor y éste se expresa tanto en las miradas y las palabras como en los actos. Padres, permitid que el sol del amor, la alegría y un feliz contentamiento penetre en vuestro corazón, y dejad que su dulce influencia impregne el hogar. Manifestad un espíritu bondadoso y tolerante, y estimuladlo en vuestros hijos, cultivando todas las gracias que alegran la vida del hogar. La atmósfera así creada será para los niños lo que son el aire y el sol para el mundo vegetal, y favorecerá la salud y el vigor de la mente y del cuerpo.22 HC 386.2
Los modales amables, la conversación animada y los actos de amor ligarán el corazón de los hijos con el de sus padres por los cordones de seda del afecto y contribuirán más a hacer atractivo el hogar que los adornos más raros que el oro pueda comprar.23 HC 386.3
La fusión de los temperamentos—Concuerda con lo ordenado por Dios que se asocien personas de diversos temperamentos. Cuando esto sucede, cada miembro de la familia debe considerar y respetar como sagrados los sentimientos y derechos ajenos. Así se cultivarán la consideración y la tolerancia mutuas, se subyugarán los prejuicios y se suavizarán los rasgos toscos del carácter. Se asegurará la armonía, y la fusión de los variados temperamentos beneficiará a cada uno.24 HC 386.4
Nada expiará la falta de cortesía—Los que profesan seguir a Cristo y son al mismo tiempo rudos, carentes de bondad y descorteses en sus palabras y conducta no han aprendido de Cristo. Un hombre brusco, intolerante y criticón no es cristiano; porque ser cristiano es ser semejante a Cristo. La conducta de algunos que profesan ser cristianos carece tanto de bondad y cortesía que se habla mal aun de lo bueno que tengan. No se puede dudar de su sinceridad ni de su integridad, pero la sinceridad y la integridad no expiarán la falta de bondad y cortesía. El cristiano ha de manifestar simpatía y al mismo tiempo que es veraz, compasivo y cortés, debe ser también íntegro y sincero.25 HC 387.1
Cualquier negligencia de los actos de cortesía y tierna consideración de parte de un hermano para con otro, cualquier olvido en cuanto a pronunciar palabras bondadosas y alentadoras en el círculo de la familia, tanto entre padres e hijos, como entre hijos y padres, confirma los hábitos que hacen que el carácter difiera del de Cristo. Por lo contrario, si se cumplen esos deberes menudos, el resultado adquiere gran importancia y comunica a la vida un suave perfume que asciende hacia Dios como santo incienso.26 HC 387.2
Muchos anhelan atención—Muchos anhelan que se les manifieste simpatía amistosa.... Debiéramos olvidarnos de nosotros mismos y buscar siempre oportunidades de mostrarnos agradecidos, aun en cosas pequeñas, por los favores que hemos recibido de otros. Debiéramos saber discernir las oportunidades de alentar a otros, de aliviar sus pesares y cargas mediante actos de tierna bondad y menudas atenciones hechas con amor. Estas atentas cortesías, que, comenzando en nuestras familias, trascienden luego el círculo familiar, forman parte del total de la felicidad en la vida; mientras que al descuidar estas cosas menudas se contribuye al conjunto de la amargura y tristeza que se experimenta en la vida.27 HC 387.3
Las relaciones sociales y el mundo—Mediante las relaciones sociales es como el cristianismo trata con el mundo. A cada hombre o mujer que haya probado el amor de Cristo y recibido la divina iluminación en su corazón, Dios le pide que derrame luz en la senda obscura de aquellos que no conocen el camino mejor.28 HC 388.1
Podemos manifestar mil atenciones menudas en palabras amistosas y miradas placenteras, que a su vez nos serán devueltas. Los cristianos irreflexivos manifiestan por su negligencia hacia los demás que no están unidos con Cristo. Es imposible estar unido a Cristo y carecer de bondad hacia los demás, con olvido de sus derechos.29 HC 388.2
Todos debemos llegar a ser testigos de Jesús. El poder social, santificado por la gracia de Cristo, debe ser aprovechado para ganar almas para el Salvador. Vea el mundo que no estamos egoístamente absortos en nuestros propios intereses, sino que deseamos que otros participen de nuestras bendiciones y privilegios. Dejémosle ver que nuestra religión no nos hace faltos de simpatía ni exigentes. Sirvan como Cristo sirvió, para beneficio de los hombres, todos aquellos que profesan haberle hallado. Nunca debemos dar al mundo la impresión falsa de que los cristianos son un pueblo lóbrego y carente de dicha.30 HC 388.3
Si somos corteses y amables en casa, nos acompañará el sabor de una disposición placentera cuando nos ausentemos del hogar. Si manifestamos tolerancia, paciencia, mansedumbre y fortaleza en el hogar, podremos ser una luz para el mundo.31 HC 388.4