El Hogar Cristiano

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Capítulo 68—La lectura y su influencia

Désele sustento mental apropiado—La mente susceptible del niño anhela conocimiento en el período de desarrollo. Los padres debieran mantenerse bien informados, a fin de poder darle el alimento apropiado. Como el cuerpo, la mente obtiene su fuerza del alimento que recibe. Se amplía y eleva por pensamientos puros y vigorizadores, pero se estrecha y degrada por pensamientos terrenales. HC 373.1

Padres, vosotros sois los que decidís si la mente de vuestros hijos se ha de llenar de pensamientos ennoblecedores, o de sentimientos viciosos. No podéis mantener sin ocupación sus mentes activas, ni ahuyentar el mal con el ceño. Únicamente inculcando los debidos principios podéis destruir los malos pensamientos. El enemigo sembrará cizaña en los corazones de los hijos a menos que los padres siembren en ellos las semillas de la verdad. Las instrucciones buenas y sanas son el único preventivo contra las compañías malas que corrompen los buenos modales. La verdad protegerá al alma de las tentaciones sin fin que habrá de arrostrar.1 HC 373.2

Vigilen los padres sus lecturas—Muchos jóvenes anhelan tener libros. Leen cualquier cosa que pueden obtener. Apelo a los padres de los tales niños para que controlen su deseo de lectura. No permitan que sobre sus mesas haya revistas y diarios que contengan historias de amor. Deben reemplazarlas con libros que ayuden a los jóvenes a incluir en el edificio de su carácter el mejor material: el amor y el temor de Dios, el conocimiento de Cristo. Estimulad a vuestros hijos a almacenar valiosos conocimientos en la mente, a que lo bueno ocupe su alma, controle sus facultades, no dejando lugar para pensamientos bajos y degradantes. Reprimid el deseo de leer cosas que no proporcionan buen alimento a la mente.2 HC 373.3

Los padres deben esforzarse por mantener fuera del hogar toda influencia que no redunde para bien. En este asunto, algunos padres tienen mucho que aprender. A los que se sienten libres para leer revistas de cuentos y novelas quisiera decirles: Estáis sembrando una semilla cuya cosecha no os interesará recoger. De esa lectura no se puede obtener fuerza espiritual. Más bien destruye el amor hacia la verdad pura de la Palabra. Por el intermedio de las novelas y revistas de cuentos, Satanás está obrando para llenar con pensamientos irreales y triviales, las mentes que debieran estar estudiando diligentemente la Palabra de Dios. Así está robando a miles y miles el tiempo, la energía y la disciplina propia que exigen los severos problemas de la vida.3 HC 374.1

Los niños necesitan lectura apropiada que los divierta y recree, sin desmoralizar la mente ni cansar el cuerpo. Si se les enseña a aficionarse a lo romántico y a los cuentos que aparecen en los periódicos, los libros y revistas instructivos les desagradarán. La mayoría de los niños y los jóvenes quieren tener cosas que leer; y si otros no las seleccionan para ellos, se encargarán de hacerlo. En cualquier parte pueden hallar lecturas que pueden arruinarlos, y pronto se aficionan a ellas; pero si se les proporcionan lecturas buenas y puras, cultivarán el gusto por ellas.4 HC 374.2

Disciplinen y eduquen los gustos—Los gustos mentales deben ser disciplinados y educados con el mayor cuidado. Los padres deben empezar temprano a abrir las Escrituras a las mentes en desarrollo de sus hijos, a fin de que puedan adquirir los debidos hábitos. HC 374.3

No deben escatimarse esfuerzos para establecer correctos hábitos de estudio. Si la mente vaga, hacedla volver. Si los gustos intelectuales y morales han sido pervertidos por historias ficticias y exageradas, de manera que no haya inclinación a aplicar la mente, hay que pelear una batalla para vencer este hábito. El amor por las lecturas ficticias debe vencerse en seguida. Deben tenerse reglas rígidas para mantener la mente en el debido sendero.5 HC 374.4

No se cultive la afición a las novelas—¿Qué deben leer nuestros hijos? Esta es una pregunta seria, una pregunta que requiere una respuesta seria. Me acongoja el ver en las familias observadoras del sábado, periódicos y diarios que contienen folletines que no dejan buenas impresiones en las mentes de los niños y jóvenes. He observado a los que han desarrollado un gusto por los relatos ficticios. Tuvieron el privilegio de escuchar la verdad y familiarizarse con las razones de nuestra fe; pero han llegado a los años maduros privados de piedad verdadera y práctica.6 HC 375.1

Los lectores de novelas ceden a un mal que destruye la espiritualidad y eclipsa la belleza de las páginas sagradas.7 HC 375.2

Prevalencia de los libros nocivos—El mundo está inundado de libros que sería mejor destinar al fuego que a la circulación. Sería mejor que nunca leyesen los jóvenes los libros que tratan temas sensacionales, publicados y puestos en circulación para ganar dinero. Hay una fascinación satánica en tales libros.... La práctica de leer cuentos es uno de los medios empleados por Satanás para destruir almas. Produce una excitación falsa y malsana, afiebra la imaginación, incapacita la mente para ser útil y la descalifica para cualquier esfuerzo espiritual. Aleja el alma de la oración y del amor a las cosas espirituales.8 HC 375.3

Apenas en menor grado que las obras ya mencionadas, son una maldición para el lector las novelas y los cuentos frívolos y excitantes. Puede ser que el autor quiera enseñar en su obra alguna lección moral, y saturarla de sentimientos religiosos, pero muchas veces éstos sólo sirven para velar las locuras e indignidades del fondo.9 HC 375.4

Los autores incrédulos—Otra fuente de peligro contra la cual debemos precavernos constantemente es la lectura de autores incrédulos. Sus obras están inspiradas por el enemigo de la verdad y nadie puede leerlas sin poner en peligro su alma. Es verdad que algunos afectados por ellas pueden recobrarse finalmente; pero todos los que se someten a su mala influencia se colocan sobre el terreno de Satanás y él saca el mejor partido de su ventaja. Al invitar ellos a sus tentaciones, no tienen sabiduría para discernirlas ni fuerza para resistirlas. Con poder fascinante y hechizador, la incredulidad y la infidelidad se aferran a la mente.10 HC 376.1

Los mitos y cuentos de hadas—En la educación de niños y jóvenes, los cuentos de fantasía, los mitos y las novelas de ficción ocupan un lugar muy grande. Se hace uso en las escuelas de libros de semejante carácter, y se encuentran en muchos hogares. ¿Cómo pueden permitir los padres cristianos que sus hijos se nutran de libros tan llenos de falsedades? Cuando los niños preguntan el significado de cuentos tan contrarios a la enseñanza de sus padres, se les contesta que dichos cuentos no son verdad; pero esta contestación no acaba con los malos resultados de tal lectura. Las ideas presentadas en estos libros extravían a los niños, les dan falsas ideas de la vida, y fomentan en ellos el deseo de lo que es vano e ilusorio.... HC 376.2

Jamás debieran ponerse en las manos de niños y jóvenes libros que perviertan la verdad. No hay que consentir en que nuestros hijos, en el curso de su educación, reciban ideas que resulten ser semilla de pecado.11 HC 376.3

Como se destruye el vigor mental—Las mentes bien equilibradas son pocas porque los padres descuidan impíamente su deber de estimular los rasgos débiles y reprimir los malos. No recuerdan que están bajo la obligación más solemne de observar las tendencias de cada hijo y que es su deber enseñar a sus hijos correctos hábitos y modos de pensar.12 HC 376.4

Cultivad las facultades morales e intelectuales. No permitáis que estas nobles facultades queden debilitadas y pervertidas por la mucha lectura impropia, aunque sea de libros dedicados a narraciones. Conozco intelectos fuertes que fueron desequilibrados y parcialmente embotados, o paralizados, por la intemperancia en la lectura.13 HC 377.1

Efectos de las lecturas excitantes—Los lectores de cuentos frívolos y excitantes se incapacitan para los deberes de la vida práctica. Viven en un mundo irreal. He observado a niños a quienes se había permitido hacer una práctica de la lectura de tales historias. En su casa o fuera de ella, estaban agitados, sumidos en ensueños y no eran capaces de conversar sino sobre los asuntos más comunes. La conversación y el pensamiento religiosos eran completamente ajenos a su mente. Al cultivar el apetito por las historias sensacionales, se pervirtió el gusto mental, y la mente no queda satisfecha a menos que se la alimente con este alimento malsano. No puedo pensar en un nombre más adecuado para los que se dedican a tales lecturas que el de ebrios mentales. Los hábitos intemperantes en la lectura tienen sobre el cerebro el mismo efecto que los hábitos intemperantes en el comer y beber tienen sobre el cuerpo.14 HC 377.2

Antes de aceptar la verdad presente, algunos tenían la costumbre de leer novelas. Al relacionarse con la iglesia, hicieron un esfuerzo para vencer esta costumbre. Colocar delante de estos nuevos miembros de la iglesia lecturas parecidas a las que abandonaron es como ofrecer un vaso de alcohol a un esclavo de la bebida. Al ceder a las tentaciones que se les presentan constantemente, no tardan en perder el gusto por las buenas lecturas; no tienen ya interés en el estudio de la Biblia; su fuerza moral se debilita; el pecado les parece cada vez menos repugnante. Manifiestan una infidelidad creciente y un desagrado siempre mayor por los deberes prácticos de la vida. A medida que la mente se pervierte, se vuelve más dispuesta a leer lo sentimental. Así queda abierta la puerta del alma para que Satanás entre y pueda dominarla por completo.15 HC 377.3

La lectura superficial debilita la atención—Con la inmensa corriente de material impreso que sale constantemente de la prensa, tanto los adultos como los jóvenes adquieren el hábito de leer apresurada y superficialmente, y la mente pierde la facultad de elaborar pensamientos vigorosos y coordinados. Además, gran parte de los periódicos y libros que, como las ranas de Egipto, se esparcen por la tierra, no son solamente bajos, inútiles y enervantes, sino impuros y degradantes. No sólo intoxican y arruinan la mente, sino que corrompen y destruyen el alma.16 HC 378.1

“No puedo gastar en nuestros periódicos”—Entre los que profesan ser hermanos hay quienes no reciben [nuestras revistas], ... pero reciben uno o más periódicos seculares. Sus hijos se interesan intensamente por leer los cuentos ficticios y de amor que se encuentran en esos periódicos, cuyo costo su padre puede pagar aunque asevera que no puede hacer frente al de nuestras revistas y publicaciones que contienen la verdad presente.... HC 378.2

Los padres deben velar sobre sus hijos, enseñarles a cultivar una imaginación pura y a rehuir como a un leproso las escenas de amor enfermizo que se presentan en los periódicos. Haya en vuestras mesas y bibliotecas publicaciones que traten temas morales y religiosos, a fin de que vuestros hijos puedan cultivar el gusto por la lectura de carácter elevado.17 HC 378.3

Mensajes a los jóvenes acerca de sus objetivos al leer—Cuando me doy cuenta de los peligros que hacen correr a la juventud las malas lecturas, no puedo menos que insistir en las advertencias que me han sido dadas acerca de este gran azote. HC 378.4

Los males que amenazan a los obreros cuando tienen que manejar impresos de carácter dudoso no son comprendidos suficientemente. La atención de los empleados es atraída y su interés despertado por los temas que pasan bajo sus ojos; hay frases que se imprimen en la memoria; les son sugeridos pensamientos. Casi inconscientemente, el lector siente la influencia del escritor; su espíritu y carácter reciben de ella una impresión maléfica. Hay quienes tienen poca fe y poco dominio propio, y les es difícil desterrar los pensamientos que les sugieren tales escritos.18 HC 378.5

¡Ojalá los jóvenes reflexionaran acerca de la influencia que tienen sobre la mente las historias excitantes! ¿Podéis abrir la Palabra de Dios después de una lectura tal, y leer con interés las palabras de vida? ¿No encontráis insípido el Libro de Dios? El encanto de aquella historia de amor pesa sobre la mente, la excita e impide que concentréis vuestro espíritu en las verdades importantes y solemnes que conciernen a vuestro interés eterno. Pecáis contra vuestros padres al dedicar a un propósito tan malo el tiempo que les pertenece, y pecáis contra Dios al emplear así el tiempo que debierais dedicar a la devoción a él.19 HC 379.1

Niños, tengo un mensaje para vosotros. Estáis decidiendo ahora vuestro destino futuro, y el carácter que edificáis es tal que os excluiría del paraíso de Dios.... ¡Cuánto se entristece Jesús, el Redentor del mundo, al mirar una familia cuyos hijos no aman a Dios ni respetan su Palabra, sino que están todos absortos en la lectura de cuentos. El tiempo empleado de esta manera os quita el deseo de haceros eficientes en los deberes domésticos; os descalifica para encabezar una familia, y si persistís en esa práctica os iréis enredando cada vez más en los lazos de Satanás.... Algunos de los libros que leéis contienen principios excelentes, pero leéis tan sólo para seguir la historia. Si obtuvieseis de los libros que recorréis lo que podría ayudaros en la formación dé vuestro carácter, esa lectura os beneficiaría en algo. Pero cuando abrís vuestros libros y los recorréis página tras página, ¿os preguntáis: ¿Qué objeto tiene mi lectura? ¿Estoy procurando obtener un conocimiento substancial? No podéis edificar un carácter recto poniendo en los cimientos madera, heno y paja.20 HC 379.2

Siémbrese la verdad bíblica—Entre un campo inculto y una mente no educada hay una sorprendente similitud. El enemigo siembra cizaña en las mentes de los niños y los jóvenes, y a menos que los padres ejerzan solícito cuidado, la cizaña brotará para llevar frutos malos. Se necesita trabajo incesante para cultivar la mente y sembrar en ella la preciosa semilla de la verdad bíblica. Se debe enseñar a los niños a rechazar las historias triviales y excitantes, y a buscar lecturas sensatas, que inducirán a la mente a interesarse en los relatos bíblicos, en la historia y sus argumentos. La lectura que arroje luz sobre el Sagrado Volumen y vivifique el deseo de estudiarlo, no es peligrosa sino beneficiosa.21 HC 380.1

Es imposible que los jóvenes posean un tono mental saludable y principios religiosos correctos a menos que les agrade leer la Palabra de Dios. Este libro contiene la historia más interesante, señala el camino de la salvación por Cristo, y los guía hacia una vida superior y mejor.22 HC 380.2