Mensajes para los Jóvenes

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La contemplación de Cristo

Contemplen por la fe las coronas atesoradas para los que vencerán; escuchen el canto de triunfo de los redimidos: “¡Digno, digno es el Cordero que fue muerto y nos ha redimido para Dios!” Esfuércense por considerar estas escenas como reales. Esteban, el primer mártir cristiano, en su terrible conflicto con los principados, las potestades y las malicias espirituales en lugares encumbrados, exclamó: “Veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios”.1 Le fue revelado el Salvador del mundo como si estuviera contemplándolo desde el cielo con el más profundo interés, y la luz gloriosa del rostro de Cristo brilló sobre Esteban con tal fulgor, que hasta sus enemigos vieron que su rostro resplandecía como el rostro de un ángel. MJ 78.2

Si permitiéramos que nuestra mente meditara más en Cristo y en el mundo celestial, hallaríamos un estímulo y un apoyo poderoso para pelear las batallas del Señor. El orgullo y el amor al mundo perderán su poder al contemplar las glorias de esa tierra mejor que tan pronto será nuestro hogar. Junto a la belleza de Cristo, todos los atractivos terrenales parecerán de poco valor. MJ 78.3