La Maravillosa Gracia de Dios

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El don del arrepentimiento, 10 de mayo

A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Hechos 5:31. MGD 138.1

El arrepentimiento es uno de los primeros frutos de la gracia salvadora. Nuestro gran Maestro, en sus lecciones al hombre caído y sujeto a error, presenta el poder vivificante de su gracia declarando que por medio de esta gracia los hombres y las mujeres pueden vivir la nueva vida de santidad y pureza. Quien viva esta vida revela los principios del reino de los cielos. Habiendo sido enseñado por Dios, conduce a los demás por sendas derechas. No conducirá al cojo por senderos inciertos. La obra del Espíritu Santo en su vida manifiesta que participa de la naturaleza divina. Toda alma en la cual haya obrado así el Espíritu de Cristo, recibe una porción tan abundante de la rica gracia que, al contemplar sus buenas obras, el mundo incrédulo reconoce que está dominado y sostenido por el poder divino, y se siente inducido a glorificar a Dios... MGD 138.2

Leed y estudiad el capítulo 34 de Ezequiel. En él se nos da un ánimo precioso. “Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña”, declara el Señor... “Y estableceré con ellos pacto de paz”... MGD 138.3

La característica más impresionante de este pacto de paz es la exuberante riqueza de la misericordia perdonadora manifestada al pecador si se arrepiente y se aparta de su pecado. El Espíritu Santo describe al Evangelio como salvación por medio de las tiernas misericordias de nuestro Dios. “Porque seré propicio a sus injusticias”, declara el Señor a los que se arrepienten, “y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades”. Hebreos 8:12. ¿Se aparta Dios de la justicia al manifestar misericordia hacia el pecador? No; Dios no puede deshonrar su ley permitiendo que sea transgredida impunemente. Bajo el nuevo pacto, la perfecta obediencia es la condición para recibir vida. Si el pecador se arrepiente y confiesa sus pecados, encontrará perdón. Mediante el sacrificio de Cristo en su favor, se le asegura el perdón. Cristo ha satisfecho las demandas de la ley para todo pecador arrepentido y creyente.—Manuscrito 28, 1905. MGD 138.4