La Maravillosa Gracia de Dios

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Una prueba inigualada, 5 de junio

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Hebreos 4:15. MGD 164.1

Después de su bautismo, el Hijo de Dios entró en el sombrío desierto, para ser tentado por el diablo... Durante cuarenta días no comió ni bebió nada... Experimentó el poder del apetito sobre el hombre; y en favor del pecador, soportó al máximo la prueba en este aspecto. Aquí se obtuvo una victoria que pocos pueden apreciar. El poder dominante del apetito depravado y el lamentable pecado de complacerlo, sólo pueden ser comprendidos por el prolongado ayuno que soportó nuestro Salvador para lograr quebrantar su poder... Vino a la tierra para unir su poder divino con nuestros esfuerzos humanos, para que por medio de la fortaleza y del poder moral que él imparte, pudiéramos vencer en nuestro propio favor. MGD 164.2

¡Oh! qué incomparable condescendencia la del Rey de gloria al venir a este mundo a soportar los tormentos del hambre y las fieras tentaciones del implacable enemigo, para poder obtener una victoria infinita en favor del hombre. He aquí un amor sin paralelo... MGD 164.3

No sólo debido a las torturantes mordeduras del hambre resultaban indeciblemente severos los sufrimientos de nuestro Redentor. Era la sensación de culpa resultante de la complacencia del apetito, que había traído tan terrible calamidad al mundo, lo que oprimía tan pesadamente su alma divina... MGD 164.4

Revestido de naturaleza humana, y sintiendo la presión del terrible peso de sus pecados sobre sí, nuestro Redentor resistió el poder de Satanás frente a esta grande y descollante tentación, que pone en peligro las almas de los hombres. Si el hombre pudiera vencer esta tentación, podría triunfar en cualquier otro aspecto. MGD 164.5

La intemperancia se encuentra en la base de todos los males morales conocidos por el hombre. Cristo comenzó la obra de la redención exactamente donde comenzó la ruina. La caída de nuestros primeros padres fue producida por la complacencia del apetito. En la redención, la negación del apetito fue la primera obra de Cristo. Qué asombroso amor manifestó Cristo.—Servicio Cristiano Eficaz, 10-12. MGD 164.6