El Evangelismo

47/169

Capítulo 7—El mensaje y su presentación

El espíritu y la manera de presentar el mensaje

Importancia de la manera de presentar la verdad—La manera en la cual se presenta la verdad, a menudo tiene mucho que hacer en la determinación de si será aceptada o rechazada.—Testimonies for the Church 4:404, 405 (1880). Ev 127.1

Es lamentable que muchos no se dan cuenta de que la manera en la cual la verdad bíblica se presenta tiene mucho que ver con las impresiones que se hacen en las mentes, y con el carácter cristiano desarrollado más tarde en la vida de aquellos que reciben la verdad. En vez de imitar a Cristo en su modo de trabajar, muchos son severos, criticones y dictatoriales. Rechazan a las almas en vez de ganarlas. Nunca sabrán a cuántas personas débiles sus palabras ásperas han herido y desanimado.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 121 (1886). Ev 127.2

Mensajes alarmantes—Los más alarmantes mensajes serán presentados por hombres designados por Dios, mensajes de un carácter tal que amonesten a la gente, que la despierten. Y aun cuando algunos resultarán provocados por la amonestación, y serán inducidos a resistir la luz y la evidencia, hemos de ver en esto mismo que estamos dando el mensaje de prueba para este tiempo... Debemos tener también, en nuestras ciudades, evangelistas consagrados, por medio de los cuales ha de presentarse un mensaje tan decididamente como para despertar a los oyentes.—Testimonies for the Church 9:137 (1909). Ev 127.3

Con certidumbre y decisión—Existe un poder vivo en la verdad, y el Espíritu Santo es el agente que abre las mentes humanas a la verdad. Pero los pastores y obreros que la proclaman deben manifestar certidumbre y decisión. Deben avanzar por fe, y presentar la Palabra como si la creyeran. Haced que aquellos por quienes trabajáis entiendan que se trata de la verdad de Dios. Predicad a Jesucristo y a él crucificado. Esto hará frente a las mentiras de Satanás.—Carta 34, 1896. Ev 127.4

La Palabra de Dios—Si presentáis la verdad con el método de Dios causaréis con la verdad presente una profunda impresión en vuestros oyentes. Quedarán convencidos de que es la Palabra del Dios vivo, y así realizaréis con poder la voluntad de Dios.—Carta 48, 1902. Ev 127.5

Grandes ideas de verdad bíblica—No os estáis presentando vosotros mismos; en cambio la presencia y el carácter precioso de la verdad es tan grande, y en verdad es tan abarcante, tan profundo, tan amplio, que se pierde de vista el yo... Predicad, de manera que el pueblo pueda posesionarse de las grandes ideas, y extraiga el precioso mineral escondido en las Escrituras.—Manuscrito 7, 1894. Ev 127.6

El Espíritu Santo debe actuar poderosamente en las reuniones—No pedimos que haya grandes demostraciones en nuestras reuniones llevadas a cabo en las ciudades y en nuestros congresos, pero pedimos que las personas que se presenten delante de la gente para exponer la verdad sean fervorosas y manifiesten que Dios está con ellas. Deben buscar a Dios en forma especial para que la obra que se efectúe en las reuniones cuente con la poderosa actuación del Espíritu Santo. No debe mezclarse el mal con el bien.—The Review and Herald, 23 de julio de 1908. Ev 128.1

Más actividad y celo—Necesitamos romper la monotonía de nuestro trabajo religioso. Estamos haciendo una obra en el mundo, pero no mostramos suficiente actividad y celo. Si fuéramos más fervorosos, los hombres se convencerían de la verdad de nuestro mensaje. El carácter insípido y monótono de nuestro servicio por Dios repele a muchos que están mirando para ver en nosotros un celo profundo, ferviente y santificado. La religión legal no responderá a las preguntas de esta era. Podemos realizar todos los actos externos del servicio, y sin embargo, estar tan destituidos de la influencia vivificadora del Espíritu Santo, como las montañas de Gilboa estaban destituidas del rocío y de la lluvia. Necesitamos la humedad espiritual; y hemos menester ahora de los claros rayos del Sol de justicia para enternecer y subyugar nuestros corazones.—The Review and Herald, 26 de mayo de 1903. Ev 128.2

Razonamiento tranquilo y ferviente—No es excitación lo que deseamos crear, sino una consideración profunda y ferviente, a fin de que aquellos que escuchan, hagan una obra sólida, verdadera, sana, genuina, que perdure por la eternidad. No tenemos hambre de excitación, de sensacionalismo; cuanto menos tengamos de esto, tanto mejor. El razonamiento tranquilo y fervoroso a base de las Escrituras, es precioso y fructífero. Aquí está el secreto del éxito, en la predicación de un Salvador, vivo, personal, de una manera tan sencilla y ferviente que la gente pueda posesionarse por la fe del poder de la Palabra de vida.—Carta 102, 1894. Ev 128.3

Presentad las evidencias de la verdad—No puede esperarse que la gente vea en seguida las ventajas de la verdad sobre el error que han acariciado. La mejor manera de exponer la falacia del error es presentar las evidencias de la verdad. Este es el más grande reproche que puede hacerse contra el error. Despejad las nubes de tinieblas que descansan sobre las mentes, reflejando la brillante luz del Sol de justicia.—Pacific Union Recorder, 23 de octubre de 1902. Ev 128.4

Obtened la confianza de la gente—Los que trabajan por Cristo han de ser hombres y mujeres de gran discreción, de manera que los que no comprenden sus doctrinas se sientan inducidos a respetarlos y considerarlos como personas desprovistas de fanatismo, desprovistas de tosquedad e impetuosidad. Sus discursos y conducta, así como sus conversaciones, deben ser de tal naturaleza que guíen a los hombres a la conclusión de que estos pastores son hombres de pensamiento, de solidez de carácter, hombres que temen y aman a su Padre celestial. Deben obtener la confianza de la gente, de manera que los que escuchen la predicación, sepan que los ministros no han venido con alguna fábula por arte compuesta, sino que sus palabras son palabras de valor, un testimonio que exige meditación y atención. Que la gente os vea exaltando a Jesús, y ocultando el yo.—The Review and Herald, 26 de abril de 1892. Ev 129.1

Ningún razonamiento largo, rebuscado y complicado—Cristo difícilmente intentó alguna vez probar que la verdad era verdad. Ilustraba la verdad en todas sus enseñanzas, y entonces dejaba a sus oyentes en libertad para aceptarla o rechazarla, según su elección. No forzaba a nadie a creer. En el sermón del monte instruvó a la gente en la piedad práctica, bosquejando en forma específica su deber. Hablaba de tal manera que recomendaba la verdad a la conciencia. El poder manifestado por los discípulos era revelado en la claridad y el fervor con que expresaban la verdad. Ev 129.2

En la enseñanza de Cristo no existe razonamiento largo, rebuscado y complicado. El va directamente al grano. En su ministerio leía todo corazón como un libro abierto, y del caudal inextinguible de su tesoro sacaba cosas nuevas y viejas, para ilustrar y reforzar sus enseñanzas. Tocaba el corazón, y despertaba las simpatías.—Manuscrito 24, 1891. Ev 129.3

Enseñanza doctrinal sencilla y robusta—Unas pocas observaciones fuertes sobre algún punto de doctrina la fijarán en la mente con mucho más firmeza que si se presentara gran cantidad de elementos de los cuales nada se destaca en forma clara y distinta en la mente de los ignorantes de nuestra fe. Deben mezclarse con los profecías lecciones prácticas de las enseñanzas de Cristo.—Carta 48, 1886. Ev 129.4

Dios dará las palabras adecuadas—¡Qué privilegio es trabajar por la conversión de las almas! Nuestra vocación es elevada... A fin de habilitarnos para hacer esta obra, el Señor fortalecerá nuestras facultades mentales tan ciertamente como lo hizo con la mente de Daniel. Mientras enseñemos a los que están en las tinieblas a comprender las verdades que nos han* iluminado, Dios nos enseñará a comprender nosotros mismos aún mejor estas verdades. El nos dará palabras adecuadas para hablar, comunicándonoslas por medio del ángel que está a nuestro lado.—Manuscrito 126, 1902. Ev 129.5

Menos controversia, más de Cristo—Necesitamos mucho menos discusiones, y mucho más presentación de Cristo. Nuestro Redentor es el centro de toda nuestra fe y esperanza. Los que pueden presentar su incomparable amor, e inspirar los corazones a darle sus mejores y más santos efectos, están realizando una obra que es grande y santa.—El Colportor Evangélico, 62, 63 (1902). Ev 130.1

Los muchos sermones argumentativos predicados, raramente suavizan y subyugan el alma.—Carta 15, 1892. Ev 130.2

No seáis denunciatorios—Los que defienden la verdad pueden permitirse ser justos y agradables. La verdad no necesita la mezcla de lo humano. Vosotros no debéis tratar de utilizar al Espíritu Santo de Dios, sino que el Espíritu Santo debe usaros a vosotros... Ev 130.3

Tened cuidado de no ser denunciatorios ni una sola vez. Necesitamos que el Espíritu Santo de Dios sea vida y voz para nosotros. Nuestra lengua debería ser como la pluma de un escritor atento, porque el Espíritu de Dios habla por medio del instrumento humano. Cuando utilizáis la denuncia y los ataques, habéis puesto algo de vosotros mismos, y no necesitamos nada de esta mezcla.—Manuscrito 7, 1894. Ev 130.4

No ataquéis a las autoridades—Nuestra obra no consiste en atacar al gobierno sino en preparar a un pueblo que pueda estar en pie en el gran día del Señor. Cuantos menos ataques hagamos contra las autoridades, tanto más haremos la obra por Dios... Ev 130.5

Aun cuando la verdad debe defenderse, esta obra ha de hacerse con el espíritu de Jesús. Si el pueblo de Dios trabaja sin paz ni amor, sufrirá gran pérdida, una pérdida irreparable. Las almas son apartadas de Cristo aun después que han estado relacionadas con su obra. Ev 130.6

No hemos de abrir juicio sobre los que no han tenido las oportunidades y los privilegios que nosotros hemos tenido. Algunos de éstos irán al cielo antes que aquellos que han tenido gran luz, pero que no han vivido de acuerdo con esa luz. Ev 130.7

Si deseamos convencer a los no creyentes de que tenemos la verdad que santifica el alma y transforma el carácter, no debemos echarles en cara en forma vehemente sus errores. Así los obligamos a sacar la conclusión de que la verdad no nos hace bondadosos y corteses, sino ásperos y rudos. Ev 130.8

Algunos, fácilmente excitables, están siempre listos para tomar las armas de guerra. En tiempos de prueba, mostrarán que no han fundado su fe sobre la roca sólida... Ev 131.1

No hagan nada los adventistas del séptimo día que los señale como desobedientes o contrarios a la ley. Apártense de toda inconsecuencia en su vida. Nuestra obra es proclamar la verdad, dejando los problemas con el Señor. Ev 131.2

Haced todo lo que esté a vuestro alcance para reflejar la luz, pero no habléis palabras que irriten o provoquen.—Manuscrito 117a, 1901. Ev 131.3

Presentando la verdad en forma violenta—En el pasado habéis presentado la verdad en forma violenta y la habéis utilizado como si fuera un látigo. Esto no ha glorificado al Señor. Habéis dado a la gente los ricos tesoros de la Palabra de Dios, pero lo habéis hecho en una forma tan condenatoria que ésta se ha alejado de ellos. No habéis enseñado la verdad en la forma como Cristo la enseñó. La exponéis de un modo que perjudica su influencia... Vuestros corazones necesitan ser llenados con la gracia de Cristo que convierte.—Carta 164, 1902. Ev 131.4

Presentad la verdad con ternura—Aprenda todo ministro a llevar los zapatos del Evangelio. El que está calzado con el apresto del Evangelio de paz, andará como Cristo anduvo. Podrá hablar palabras adecuadas, y hablarlas con amor. No tratará de introducir por la fuerza el mensaje de verdad. Tratará tiernamente con todo corazón, comprendiendo que el Espíritu impresionará la verdad en aquellos que son susceptibles a las impresiones divinas. Nunca será vehemente en sus maneras. Toda palabra hablada tendrá una influencia suavizadora y subyugante... Ev 131.5

Al hablar palabras de reproche, pongamos toda la ternura que Cristo tuvo y todo el amor posible en la voz. Cuanto más elevada la posición de un ministro, tanto más circunspecto debe ser en palabras y hechos.—Manuscrito 127, 1902. Ev 131.6

Es mejor reivindicar que condenar—Todas las personas cuyos corazones simpatizan con el corazón del Amor Infinito, procurarán reivindicar y no condenar. Cristo morando en el alma es una fuente que nunca se agota. Donde él mora habrá abundante caridad.—Thoughts from the Mount of Blessing, 39 (1896). Ev 131.7