El Evangelismo

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Reavivamiento y organización de la iglesia

Reavivemos a los miembros de la iglesia—El Señor no obra para atraer a muchas almas a la verdad, a causa de los miembros de la iglesia que nunca han sido convertidos, y por aquellos que una vez estaban convertidos, pero se han descarriado.—Testimonies for the Church 6:371 (1900). Ev 85.3

Veinte almas en lugar de una—Los que profesan creer en Cristo sacan a relucir gran cantidad de escoria, que obstruye el camino de la cruz. No obstante todo esto, hay personas tan profundamente convencidas, que pasarán por todo desaliento y salvarán cualquier obstáculo a fin de alcanzar la verdad. Pero si los que profesan creer en la verdad hubiesen purificado sus mentes obedeciéndola, si hubiesen sentido la importancia del conocimiento y del refinamiento de los modales en la obra de Cristo, donde se ha salvado un alma podrían haberse salvado veinte.—Joyas de los Testimonios 1:455 (1876). Ev 85.4

Instruid primero a los miembros de la iglesia—Cuando trabaje donde ya haya algunos creyentes, el predicador debe primero no tanto tratar de convertir a los no creyentes como preparar a los miembros de la iglesia para que presten una cooperación aceptable. Trabaje él por ellos individualmente, esforzándose por inducirlos a buscar una experiencia más profunda para sí mismos, y a trabajar para otros. Cuando estén preparados para cooperar con el predicador por sus oraciones y labores, mayor éxito acompañará a sus esfuerzos.—Obreros Evangélicos, 206 (1915). Ev 85.5

Despejando el camino del Rey—Cuando obreros experimentados llevan a cabo un esfuerzo especial para ganar almas en una comunidad en la que viven nuestros propios feligreses, cada creyente de esa zona tiene la solemnísima obligación de hacer todo lo que pueda por despejar el camino del Rey, desechando todo pecado que pueda impedirles colaborar con Dios y con sus hermanos.—The Review and Herald, 6 de diciembre de 1906. Ev 86.1

Consejos para las iglesias que realizan campañas de evangelización en las ciudades—Hace unos cuatro años, cuando el pastor Haskell y otros obreros dirigían una escuela de instrucción práctica y servicios nocturnos de predicación en la ciudad de Nueva York, el Señor envió este mensaje para ellos: “Que los creyentes que viven cerca del lugar donde lleváis a cabo las reuniones compartan la carga de la obra. Deberían considerar que es su deber y su privilegio contribuir al éxito de las reuniones. Dios se complace por los esfuerzos que se realizan para ponerlos al trabajo. El desea que cada miembro de iglesia trabaje como su mano ayudadora y procure ganar almas para Cristo mediante un ministerio de amor”... Ev 86.2

La siguiente instrucción se dio para la Iglesia de Los Angeles, hace alrededor de un año, cuando el Señor obraba con poder sobre la gente por medio de las reuniones que se realizaban en carpas: “Tenga la Iglesia de Los Angeles diariamente reuniones especiales de oración en favor de la obra que se está realizando. La bendición del Señor descenderá sobre los miembros de la iglesia que participan en la obra y cada día se reúnen en pequeños grupos para orar por su éxito. En esta forma los creyentes obtendrán gracia para ellos mismos, y la obra del Señor será impulsada hacia adelante”. Ev 86.3

Así es como solíamos hacer. Orábamos por nuestras propias almas y por los obreros que llevaban a cabo la obra. El Señor Jesús declara que donde dos o tres se reúnen en su nombre, él está en medio de ellos para bendecirlos. Haya menos palabrerío y más oración sincera y fervorosa. Ev 86.4

Temo que no se aprecie el esfuerzo que se está llevando a cabo para proclamar la verdad en Los Angeles. Que cada persona acuda a ayudar al Señor en la lucha contra el poderoso enemigo. Donde se lleve a cabo una serie de reuniones, como ha ocurrido en el caso de la obra evangelística realizada en Los Angeles, acérquese a Dios cada miembro de la iglesia. Escudriñen todos sus corazones con ayuda de la luz que brilla de la Palabra. Si se descubre algún pecado, haya confesión y arrepentimiento. Esté cada colaborador bien preparado para su trabajo. El Señor escuchará las oraciones y las contestará. No piensen los miembros de la iglesia que ellos deben recibir el beneficio de los esfuerzos realizados por la persona que se sienta impresionada a trabajar por los que han sido descuidados, aquellos en cuyo beneficio no se han llevado a cabo esfuerzos especiales hasta ahora. Ev 86.5

En los lugares donde se realizan campañas de evangelización como la que se realizó en Los Angeles, despejen los feligreses el camino del Rey y contribuyan con sus recursos a la obra que debe realizarse. Demuestren que viven en perfecta armonía. Asistan a las reuniones provistos y equipados para servir, listos para conversar con cualquier persona que manifieste interés. Oren y trabajen para las ovejas perdidas.—The Review and Herald, 20 de diciembre de 1906. Ev 87.1

Un ejemplo para los conversos nuevos—Sean los miembros más antiguos un ejemplo para los recién convertidos. Encarezco a aquellos que han estado por largo tiempo en la verdad que no perjudiquen a los nuevos conversos viviendo vidas irreligiosas. Aparten toda murmuración y hagan una obra completa en sus propios corazones. Arad el campo descuidado de vuestros corazones, y tratad de descubrir lo que podéis hacer a fin de que la obra avance... Ev 87.2

Despertaos, despertaos, y dad a los inconversos la evidencia de que creéis en una verdad de origen divino. A menos que os despertéis, el mundo no creerá que practicáis la verdad que profesáis sostener.—Carta 75, 1905. Ev 87.3

Los miembros de la iglesia han de ayudar—El Señor exige mucho más esfuerzo personal de parte de los miembros de nuestras iglesias. Las almas han sido descuidadas, los pueblos, aldeas y ciudades no han oído la verdad para este tiempo, porque no se han realizado sabios esfuerzos misioneros... Nuestros pastores ordenados deben hacer lo que puedan, pero no debe esperarse que un hombre haga la obra de todos. El Maestro encomendó a cada uno su obra. Hay visitas que hacer, hay oraciones que elevar, hay simpatía que impartir; y la piedad—el corazón y la mano—de toda la iglesia, ha de emplearse si la obra ha de ser realizada. Podéis sentaros con vuestros amigos y de una manera agradable y social, hablar de la preciosa fe bíblica.—The Review and Herald, 13 de agosto de 1889. Ev 87.4

Alisten los pastores a las iglesias en la obra evangélica—A veces los pastores hacen demasiado; tratan de abarcar toda la obra con sus brazos. Esta los absorbe y los empequeñece; y sin embargo continúan abrazándola en su totalidad. Al parecer piensan que ellos solos han de trabajar en la causa de Dios, en tanto que los miembros de la iglesia permanecen ociosos. Esto no es en ningún sentido la orden de Dios.—The Review and Herald, 18 de noviembre de 1884. Ev 87.5

Una fuerza de trabajo acrecentada por los miembros—¿Cómo pueden nuestros hermanos y hermanas seguir viviendo cerca de grandes números de personas que no han sido amonestadas, sin idear métodos para poner al trabajo todo instrumento por medio del cual el Señor podría trabajar para gloria de su nombre? Nuestros dirigentes experimentados comprenderán la importancia de estos asuntos y podrán hacer mucho por aumentar las fuerzas puestas al trabajo. Pueden hacer planes para alcanzar a muchos que viven en las áreas urbanas y en las zonas rurales. Al dedicarse con calma, firmeza y consagración a educar a los feligreses para que se dediquen a la obra personal en favor de las almas dondequiera que se presente la oportunidad favorable de hacerlo, el éxito señalará sus esfuerzos.—Manuscrito 53, 1910. Ev 88.1

Vuestro vecindario está maduro para la siega—La verdad triunfará gloriosamente. Comiencen las iglesias a llevar a cabo la obra que el Señor les ha encomendado: la obra de abrir las Escrituras ante los que viven en tinieblas. Hermanos y hermanas, en vuestro vecindario hay almas que se convertirían si alguien trabajara juiciosamente por ellos. Hay que trabajar con empeño en favor de los que no comprenden la Palabra. Lleguen a ser participantes de la naturaleza divina los que profesan creer la verdad, y entonces verán que los campos están maduros para realizar el trabajo que pueden hacer todos los que están preparados por haber vivido la Palabra.—Australasian Union Conference Record, 11 de marzo de 1907. Ev 88.2

La distribución de las publicaciones de puerta en puerta—Hermanos y hermanas, ¿os pondréis la armadura cristiana? “Calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz”, estaréis preparados para ir de una casa a otra, llevando la verdad a la gente. A veces encontraréis que es penoso hacer esta clase de obra; pero si salís con fe, el Señor irá delante de vosotros, y hará que su luz brille sobre vuestro sendero. Entrando en los hogares de vuestros vecinos para vender o para dar nuestras publicaciones y con humildad enseñarles la verdad, os veréis acompañados por la luz del cielo, que permanecerá luego en estos hogares.—The Review and Herald, 24 de mayo de 1906. Ev 88.3

La organización en grupos misioneros—En nuestras iglesias deben organizarse grupos para el servicio. En la obra del Señor no ha de haber ociosos. Unanse diferentes personas en el trabajo como pescadores de hombres. Traten de recoger a las almas de la corrupción del mundo y conducirlas a la pureza salvadora del amor de Cristo. Ev 88.4

La formación de pequeños grupos como base de esfuerzo cristiano, es un plan que ha sido presentado ante mí por Aquel que no puede equivocarse. Si hay un gran número de hermanos en la iglesia, organícense en grupos pequeños, para trabajar no solamente por los miembros de la iglesia, sino por los no creyentes también.—Boletín de la Unión Australasiana, 15 de agosto de 1902. Ev 89.1

Como una compañía de soldados bien ejercitados—Los pastores deben amar el orden, y deben disciplinarse a sí mismos, y entonces podrán disciplinar con éxito a la iglesia de Dios, para enseñarle a trabajar en forma armoniosa, como una compañía de soldados bien ejercitados. Si la disciplina y el orden son necesarios para el éxito en el campo de batalla, tanto más necesarios son en la guerra en la cual estamos empeñados, cuanto el objetivo que ha de ser ganado es de mayor valor y de más elevado carácter que el objetivo por el cual las fuerzas opositoras contienden en el campo de batalla. En el conflicto en el cual estamos empeñados se hallan en juego intereses eternos. Ev 89.2

Los ángeles trabajan armoniosamente. El orden perfecto caracteriza todos sus movimientos. Cuanto más estrechamente imitemos la armonía y el orden de la hueste angelical, tanto mayor éxito tendrán los esfuerzos de estos agentes celestiales en nuestro favor.—Carta 32, 1892. Ev 89.3