El Evangelismo

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Capítulo 5—La organización de las reuniones evangélicas

Metodos y organización

Una gran obra por medios sencillos—El rasgo resaltante de la operación divina es la realización de la mayor obra que pueda efectuarse en nuestro mundo por medios muy sencillos. Es el plan de Dios que cada parte de su gobierno dependa de todas las demás partes, siendo el todo como una rueda dentro de otra rueda, que trabaja con entera armonía. El Señor obra sobre las fuerzas humanas, haciendo que su Espíritu toque cuerdas invisibles, y la vibración alcance hasta la extremidad del universo.—Manuscrito 22, 1897. Ev 73.1

El éxito es el resultado del orden y de una acción armoniosa—Dios es un Dios de orden. Todo lo que se relaciona con el cielo está en orden perfecto; la sumisión y una disciplina cabal distinguen los movimientos de la hueste angélica. El éxito sólo puede acompañar al orden y a la acción armónica. Dios exige orden y sistema en su obra en nuestros días tanto como los exigía en los días de Israel. Todos los que trabajan para él han de actuar con inteligencia, no en forma negligente o al azar. El quiere que su obra se haga con fe y exactitud, para que pueda poner sobre ella el sello de su aprobación.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 393 (1890). Ev 73.2

Sigamos un plan organizado.*—Es esencial trabajar con orden, siguiendo un plan organizado, y un objetivo definido. Nadie puede instruir en forma adecuada a otra persona a menos que el instructor cuide que la obra que debe hacerse se realice en forma sistemática y con orden, de manera que se efectúe a su debido tiempo... Ev 73.3

Hay que presentar en forma amplia planes bien definidos a quienes corresponda, y debe estarse seguro de que estos planes son comprendidos. Luego pedid a todos los que están a la cabeza de los distintos departamentos que cooperen en la ejecución de estos planes. Si este método seguro y radical es adoptado de la debida manera y seguido con interés y buena voluntad, evitará que se haga mucho trabajo sin objetivo definido alguno, y mucha fricción inútil.—Manuscrito 24, 1887. Ev 73.4

Planes bien entendidos—La obra en que estáis ocupados no puede efectuarse salvo por fuerzas que sean el resultado de planes bien entendidos.—Carta 14, 1887. Ev 74.1

Previsión, orden y oración—Es un pecado ser descuidado, no tener propósito y ser indiferente, en cualquier obra en que nos ocupemos, pero especialmente en la obra de Dios. Toda empresa relacionada con su causa debe llevarse adelante con orden, previsión y oración fervorosa.—The Review and Herald, 18 de marzo de 1884. Ev 74.2

Minuciosidad y diligencia—Se cometerán grandes errores si no se dedica a los negocios clara y aguda atención. Aunque el nocivo o el aprendiz sea enérgico, ocurrirán fracasos en muchos aspectos si en los diversos departamentos no hay alguien que vigile, alguien que esté debidamente calificado para llevar a cabo esta tarea. A medida que la obra crezca resultará imposible, aun ocasionalmente, posponer los trabajos de una fecha a otra. Lo que no se haga en el momento debido, sean asuntos sagrados o seculares, correrá un gran riesgo de no hacerse nunca; en todo caso ese trabajo no podrá hacerse tan bien como si se hubiese hecho en el tiempo debido.—Manuscrito 24, 1887. Ev 74.3

Cada uno en su propia esfera—A cada hombre Dios ha señalado su obra, de acuerdo con sus capacidades y aptitudes. Necesitan efectuarse planes sabios para colocar a cada uno en su propia esfera en el trabajo, a fin de que pueda obtener la experiencia que lo capacite para llevar responsabilidades crecientes.—Carta 45, 1889. Ev 74.4

Trabajad como un ejército disciplinado—Recordemos que somos colaboradores juntamente con Dios. No somos suficientemente sabios como para trabajar por nuestra cuenta. Dios nos ha hecho sus mayordomos, para probarnos, como probó al antiguo Israel. El no quiere que su ejército se componga de soldados indisciplinados, no santificados y erráticos, que representen falsamente su orden y su pureza.—The Review and Herald, 8 de octubre de 1901. Ev 74.5

Talento para planificar y trabajar—Se necesitan talento y habilidad para planificar y trabajar armoniosamente. Necesitamos personas que quieran trabajar, no solamente para beneficiarse a sí mismas, recibiendo todo lo que puedan obtener por su trabajo, sino que quieran trabajar teniendo en vista la gloria de Dios, para adelantar la obra en sus diversos ramos. Esta es una oportunidad preciosa para poner de manifiesto su devoción al Señor de la obra, y su capacidad para llevarla a cabo. A cada uno se da su obra, no para que se glorifique él mismo, sino para que tribute gloria a Dios.—Manuscrito 25, 1895. Ev 74.6

La sabia planificación ahorra trabajo—Debo instar a los obreros a planificar su labor de tal manera que no se fatiguen a causa del trabajo excesivo.—Carta 17, 1902. Ev 75.1