El Evangelismo

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La administración de la campaña

Los ministros no deben recargarse con los negocios—A cada persona le ha sido asignada su obra. Los que entran en el ministerio se dedican a una tarea especial y deberían entregarse a la oración y a la predicación de la Palabra. Sus mentes no deberían ser recargadas con asuntos comerciales. Durante años el Señor me ha estado indicando que advierta a nuestros ministros contra el peligro de permitir que sus mentes se mezclen tanto en asuntos comerciales que no les quede tiempo para tener comunión con Dios y con el Espíritu. Un ministro no puede mantener su mente en la mejor condición espiritual mientras sea llamado a solucionar pequeñas dificultades en las diversas iglesias. No es ésta la obra que se le ha encomendado. Dios desea utilizar todas las facultades de sus mensajeros escogidos. Su mente no debería ser recargada por largas juntas realizadas en la noche, porque Dios desea que toda su capacidad mental sea utilizada en la proclamación con claridad y fuerza del Evangelio tal como fue enseñado por Jesús. Ev 71.1

Cuando el pastor está sobrecargado de trabajo, con frecuencia tiene su tiempo tan ocupado que a duras penas encuentra la ocasión de examinarse a sí mismo para ver si está en la fe. Tiene poquísimo tiempo para meditar y orar. Cristo unió en su ministerio la oración con el trabajo. Dedicó noches enteras a la oración. Los ministros deben buscar a Dios para recibir su Espíritu Santo, a fin de presentar correctamente la verdad.—Manuscrito 127, 1902. Ev 71.2

Detalles comerciales a cargo de hombres de capacidad comercial—Es un gran error que un pastor que tenga el don de predicar el Evangelio con poder, necesite ocuparse constantemente de asuntos financieros. El que proclama la Palabra de vida no ha de permitir que se coloquen sobre él demasiadas cargas... Ev 71.3

Las finanzas de la causa han de ser manejadas adecuadamente por hombres de capacidad comercial; pero los predicadores y evangelistas están apartados para otro ramo de trabajo. Descanse el manejo de los asuntos financieros sobre otras personas, y no sobre aquellas que han sido apartadas para la obra de la predicación del Evangelio. Nuestros ministros no han de ser cargados pesadamente con los detalles económicos de la obra evangélica que se realiza en nuestras grandes ciudades. Los que están a cargo de nuestras asociaciones deben encontrar hombres de negocio para que cuiden de los detalles financieros de la obra en la ciudad. Si no puede hallarse a tales personas, provéanse facilidades para que se eduque a hombres que lleven estas cargas.—The Review and Herald, 5 de octubre de 1905. Ev 71.4