El Evangelismo

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Trabajen por las personas y sean consejeros sabios

Nuestro ejemplo afecta nuestro consejo—Cuando tratemos de aconsejar o amonestar a cualquier alma en cuya experiencia haya sobrevenido alguna crisis, nuestras palabras tendrán únicamente el peso de la influencia que nos hayan ganado nuestro propio ejemplo y espíritu. Debemos ser buenos antes que podamos obrar el bien. No podemos ejercer una influencia transformadora sobre otros hasta que nuestro propio corazón haya sido humillado, refinado y enternecido por la gracia de Cristo. Cuando se efectúe ese cambio en nosotros, nos resultará natural vivir para beneficiar a otros, así como es natural para el rosal producir sus flores fragantes o para la vid sus racimos morados.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 108, 109 (1896). Ev 335.5

El ministerio personal en el trabajo con la Biblia—Es necesario acercarse a la gente por medio del esfuerzo personal. Si se dedicara menos tiempo a sermonear y más al servicio personal, se conseguirían mayores resultados. Hay que aliviar a los pobres, atender a los enfermos, consolar a los afligidos y dolientes, instruir a los ignorantes y aconsejar a los inexpertos. Hemos de llorar con los que lloran y regocijarnos con los que se regocijan. Acompañada del poder de persuasión, del poder de la oración, y del poder del amor de Dios, esta obra no será ni puede ser infructuosa.—El Ministerio de Curación, 102 (1905). Ev 336.1

Mujeres como mensajeras de misericordia—Necesitamos grandemente mujeres consagradas que, como mensajeras de misericordia, visiten a las madres y a los niños en sus hogares, y las ayuden en los deberes cotidianos de la casa, si hay necesidad, antes de comenzar a hablarles con respecto a la verdad para este tiempo. Encontraréis que por este método tendréis almas como resultado de vuestro ministerio.—The Review and Herald, 12 de julio de 1906. Ev 336.2

Alcancemos los corazones interesándonos en los enfermos—Hermanos y hermanas, consagraos al servicio del Señor. No dejéis pasar ninguna ocasión favorable. Visitad a los enfermos y dolientes y manifestadles interés verdadero. Si es posible, haced algo para su mejoría. Así ganaréis sus corazones y podréis hablarles del Salvador.—Joyas de los Testimonios 3:302 (1909). Ev 336.3

Sed un amigo para la familia—Las hermanas pueden hacer mucho para alcanzar el corazón y enternecerlo. Dondequiera que estéis, hermanas mías, trabajad con sencillez. Si estáis en un lugar donde hay niños, mostrad interés en ellos. Hacedles ver que los amáis. Si alguno está enfermo, ofreceos para darle tratamientos; ayudad a la madre que está cargada de preocupación y ansiosa de aliviar a su hijo que sufre.—The Review and Herald, 11 de noviembre de 1902. Ev 336.4

Las personas se salvan como individuos, no en masa—La sal tiene que unirse con la materia a la cual se la añade; tiene que entrar e infiltrarse para preservar. Así, por el trato personal llega hasta los hombres el poder salvador del Evangelio. No se salvan en grupos, sino individualmente. La influencia personal es un poder. Tenemos que acercarnos a los que queremos beneficiar.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 34 (1896). Ev 336.5

Se necesitan mujeres como consejeras—Si alguna mujer, no importa quién sea, se confía a vuestra simpatía1, ¿ha de tomarla Ud. y animarla, y recibir cartas de ella y sentir una responsabilidad especial para ayudarla? Hermano mío, debe Ud. cambiar su conducta con respecto a tales asuntos, y presentar un ejemplo correcto ante los pastores que colaboran con Ud. Guarde su simpatía para los miembros de su propia familia, la cual necesita todo lo que pueda darles. Ev 337.1

Cuando una mujer está en dificultad, lleve ella sus problemas a una mujer. Si esta mujer que ha recurrido a Ud. tiene causa de queja contra su esposo, debe llevar su problema a alguna otra mujer que pueda, si fuere necesario, hablar con Ud. con respecto a ello, sin ninguna apariencia de mal. Ev 337.2

Ud. no parece darse cuenta de que su conducta en este asunto está ejerciendo una mala influencia. Sea cauteloso en sus palabras y en sus acciones.—Carta 164, 1902. Ev 337.3

Una obra grandiosa en la que participa el cielo—La obra que Ud. realiza2 al ayudar a nuestras hermanas a sentir su responsabilidad individual hacia Dios es una obra buena y necesaria. Ha sido descuidada durante mucho tiempo. Pero cuando esta obra es expuesta en forma clara, sencilla y definida, podemos esperar que los deberes caseros, en lugar de ser descuidados, sean hechos en forma mucho más inteligente. El Señor desea que siempre destaquemos el valor de un alma humana ante los que no comprenden este valor. Ev 337.4

Si pudiésemos tomar las disposiciones necesarias para contar con grupos organizados e instruidos cabalmente acerca de la parte que deberían desempeñar como siervos del Maestro, nuestras iglesias tendrían una vida y vitalidad que han necesitado desde hace mucho. Así se apreciaría la excelencia de las almas que Cristo ha salvado. Nuestras hermanas generalmente pasan un tiempo difícil con sus familias que aumentan y sus aflicciones que otros no comprenden. He anhelado durante mucho tiempo contar con mujeres que puedan ser educadas para que ayuden a nuestras hermanas a superar su desánimo y a sentir que pueden hacer algo para el Señor. Esto está llevando rayos de sol a sus propias vidas, los cuales se reflejan en los corazones de otros. Dios la bendecirá a Ud. y a todos los que se unan a Ud. en esta grandiosa obra.—Carta 54, 1899. Ev 337.5