El Evangelismo

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Presentación de las normas cristianas y los principios de salud*

La presentación de la reforma pro salud—Nuestra obra ha de ser práctica. Hemos de recordar que el hombre tiene un cuerpo así como un alma que salvar. Nuestra obra incluye mucho más que presentarnos ante la gente para predicarle. En nuestra obra hemos de ministrar a las enfermedades físicas de aquellos con quienes nos relacionamos. Hemos de presentar los principios de la reforma pro salud, impresionando a nuestros oyentes con el pensamiento de que tienen una parte que hacer para mantenerse sanos. Ev 193.1

El cuerpo debe ser conservado en una condición saludable a fin de que el alma pueda disfrutar de salud. La condición del cuerpo afecta la condición del alma. El que quiere tener fuerza física y espiritual, debe educar su apetito en la dirección debida. Debe ser cuidadoso de no cargar el alma recargando sus facultades físicas o espirituales. La adhesión fiel a los principios correctos en el comer, en el beber y en el vestir, es un deber que Dios ha colocado sobre los seres humanos. Ev 193.2

El Señor desea que obedezcamos las leyes de la salud y la vida. El tiene a cada uno de nosotros por responsables de cuidar adecuadamente el cuerpo, a fin de que sea conservado con salud.—Carta 123, 1903. Ev 193.3

Una parte del último mensaje—Los principios de la reforma pro salud se encuentran en la Palabra de Dios. El Evangelio de la salud ha de ser firmemente vinculado con el ministerio de la Palabra. Es el plan del Señor que la influencia restauradora de la reforma pro salud sea una parte del último gran esfuerzo para proclamar el mensaje evangélico.—Medical Ministry, 259. Ev 193.4

Como pueblo se nos ha confiado la obra de hacer conocer los principios de la reforma pro salud. Hay algunos que piensan que el asunto del régimen alimentario no es de suficiente importancia como para ser incluido en su obra evangélica. Pero los tales cometen un gran error. La Palabra de Dios declara: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. 1 Corintios 10:31. El tema de la temperancia, en todos sus aspectos, tiene un lugar importante en la obra de la salvación.—Testimonies for the Church 9:112 (1909). Ev 193.5

Plenamente establecidos en la reforma pro salud—Los que viven en los últimos días de la historia de esta tierra necesitan estar firmemente establecidos en los principios de la reforma pro salud... Ev 194.1

Hay hombres y mujeres enfermizos que deberían convertirse en reformadores de la salud. Dios colaborará con sus hijos en la conservación de su salud si éstos comen adecuadamente y rehúsan recargar el estómago innecesariamente. Ha hecho seguro, en su misericordia, el camino de la naturaleza, y lo ha hecho suficientemente ancho para que quepan todos los que deseen andar en él. Nos ha dado para nuestro sustento los productos saludables y vitalizadores de la tierra... Ev 194.2

Muchos han perjudicado demasiado su cuerpo por haber descuidado las leyes de la vida, y tal vez nunca se recobren por completo de los efectos de su descuido; pero aun así pueden arrepentirse y convertirse. El hombre ha procurado ser más sabio que Dios. El mismo ha hecho sus propias leyes. Pero Dios nos insta a prestar atención a sus requerimientos y a no seguir deshonrándolo al impedir el crecimiento de las aptitudes físicas, mentales y espirituales.—Carta 135, 1902. Ev 194.3

La reforma pro salud debe ser progresiva y práctica—El Señor desea que nuestros predicadores, médicos y miembros de la iglesia cuiden de no instar a aquellos que ignoran nuestra fe a que hagan cambios repentinos en su régimen alimentario, lo cual los pondría prematuramente a prueba. Sostened los principios de la reforma higiénica, y dejad al Señor conducir a los sinceros de corazón. Ellos oirán y creerán. Tampoco requiere el Señor que sus mensajeros presenten las hermosas verdades del sano vivir de una manera que cree prejuicios. No ponga nadie piedras de tropiezo ante los pies que andan en las oscuras sendas de la ignorancia. Aun al alabar una cosa buena, no es bueno ser demasiado entusiasta, por temor a apartar del camino a quienes vienen a oír. Presentad los principios de la temperancia en su forma más atractiva. Ev 194.4

No debemos obrar con presunción. Los obreros que entran en nuevo territorio para suscitar iglesias no deben crear dificultades intentando dar preeminencia a la cuestión del régimen alimentario. Deben cuidarse de no delinear demasiado estrictamente la conducta, porque así se pondrían impedimentos en el camino de otros. No arreéis a la gente; conducidla. Ev 194.5

Dondequiera que se lleve la verdad, deben darse instrucciones acerca de la preparación de alimentos sanos. Dios desea que en todo lugar maestros hábiles enseñen a la gente a utilizar sabiamente los productos que puedan cosechar u obtener fácilmente en su comarca. De este modo, se puede enseñar a los pobres como a los que están en mejores circunstancias a vivir de una manera sana.—Obreros Evangélicos, 245, 246 (1915). Ev 194.6

Mantenedla sobre el tapete—La obra de la reforma pro salud es el medio que el Señor utiliza para aminorar el sufrimiento en nuestro mundo y purificar a su iglesia. Enseñad a la gente que puede actuar como la mano ayudadora de Dios, cooperando con el Artífice Maestro en restaurar la salud física y espiritual. Esta obra lleva el sello del cielo y abrirá puertas para la entrada de otras preciosas verdades. Hay lugar para que todos los que se hagan cargo de esta obra inteligentemente, trabajen en ella. Ev 195.1

Mantened la reforma pro salud sobre el tapete, es el mensaje que se me ha instruido a dar. Mostrad tan sencillamente su valor que se sienta una amplia necesidad de ella. La abstinencia de todo alimento y bebida perjudicial es el fruto de la verdadera religión. El que está plenamente convertido abandonará todo hábito y apetito perjudicial. Por la abstinencia total vencerá su deseo de complacencias destructoras de la salud. Ev 195.2

Se me ha indicado que diga a los educadores de la reforma pro salud: “Avanzad”. El mundo necesita cada jota de influencia que podáis ejercer para detener la marea de la desgracia moral. Permanezcan fieles a su bandera los que enseñan el mensaje del tercer ángel.—Testimonies for the Church 9:112, 113 (1909). Ev 195.3

La abstinencia total del alcohol y el tabaco—Los hombres y mujeres tienen muchos hábitos que son antagónicos con los principios de la Biblia. Las víctimas de las bebidas fuertes y del tabaco están corrompidas, en cuerpo, alma y espíritu. Tales personas no deben ser recibidas en la iglesia hasta que den evidencia de que están verdaderamente convertidas, que sienten la necesidad de la fe que obra por el amor y purifica el alma. La verdad de Dios purifica al verdadero creyente. El que está plenamente convertido abandonará todo hábito y apetito envilecedor. Por una abstinencia total vencerá su deseo de las complacencias destructoras de la salud.—Carta 49, 1902. Ev 195.4

La conversión es el secreto de la victoria—La primera actividad y la más importante consiste en enternecer y subyugar el alma por medio de la presentación de nuestro Señor Jesucristo como el portador de los pecados y el Salvador que perdona las iniquidades, haciendo la enseñanza del Evangelio tan clara como sea posible. Ev 195.5

Cuando el Espíritu Santo obra entre nosotros, como lo ha hecho con toda seguridad en las reuniones llevadas a cabo en -----, las almas que no están preparadas para encontrarse con Cristo en su venida quedan convencidas de su culpa. Muchas personas que durante años no habían asistido a ninguna iglesia, acuden a nuestras reuniones y se convierten. La sencillez de la verdad llega hasta sus corazones. Alcanza a todas las clases. Los devotos del tabaco sacrifican su ídolo y los bebedores abandonan su licor. No podrían hacerlo si no aceptaran por fe las promesas de Dios de perdonar sus pecados. ¿No vale la pena realizar un esfuerzo decidido para salvar a estas almas?—Carta 4, 1899. Ev 196.1

Comenzad la reforma por el fundamento—El beber alcohol estimula las más viles corrupciones y fortalece las propensiones más satánicas... Al hacer frente a estas cosas, y ver las terribles consecuencias de beber alcohol, ¿no haremos todo lo que está de nuestra parte para alistar a tantos como podamos a fin de que ayuden a Dios en la lucha contra este gran mal? A la base del hábito de beber alcohol, yacen malos hábitos en el comer. Los que creen la verdad presente deben rehusar beber té o café, porque excitan el deseo de estimulantes más fuertes. Deben rehusarse a comer carne, porque ésta también excita el deseo de bebidas fuertes. Los alimentos sanos, preparados con gusto y habilidad, deben ser actualmente nuestro régimen alimentario. Ev 196.2

Los que no son reformadores en lo que respecta a la salud, se tratan a sí mismos de una manera injusta e insensata. Por la complacencia del apetito, se infieren daños terribles. Algunos pueden pensar que la cuestión del régimen alimentario no es lo suficientemente importante como para ser incluida en la religión. Pero tal cosa es un gran error. La Palabra de Dios declara: “Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios”. El tema de la temperancia, en todos sus aspectos, tiene un lugar importante en la obra de nuestra salvación. A causa de los malos hábitos del comer, el mundo se está volviendo cada vez más inmoral.—Carta 49, 1902. Ev 196.3

Trabajo personal por los intemperantes—La obra misionera no consiste meramente en predicar. Incluye trabajo personal en favor de los que han abusado de su salud y se han colocado a sí mismos donde no tienen poder moral para dominar sus apetitos y pasiones. Ha de trabajarse tanto por estas almas como por las otras que están en condición más favorablemente. Nuestro mundo está lleno de personas que sufren. Ev 196.4

Dios ha escrito su ley en todo nervio y músculo, en toda fibra y función del cuerpo humano. La complacencia del apetito antinatural, ya sea por el té, el café, el tabaco o el alcohol, es intemperancia, y se halla en guerra contra las leyes de la vida y la salud. Usando estos artículos prohibidos, se crea una condición en el organismo, que el Creador nunca se propuso que hubiera. Esta complacencia en cualquiera de los miembros de la familia humana es pecado... El comer alimentos que no producen buena sangre, es obrar en contra de las leyes de nuestro organismo físico, y en violación de la ley de Dios. La causa produce el efecto. El sufrimiento, la enfermedad y la muerte, son la penalidad segura de la complacencia.—Carta 123, 1899. Ev 196.5

La búsqueda del placer—Muchos están buscando vanamente la felicidad en las diversiones mundanas. Están anhelando algo que no tendrán. Gastan su dinero en lo que no es pan, y su trabajo en lo que no es hartura. El alma hambrienta y sedienta continuará con hambre y sed por tanto tiempo como participe de estos placeres que no satisfacen. Ojalá que cada una de estas personas escuche la voz de Jesús: “El que tiene sed, venga”. Los que beben del agua viva no tendrán más sed de placeres frívolos y diversiones excitantes. Cristo, la fuente de la vida, es también la fuente de la paz y la felicidad. Ev 197.1

Dios distribuye diversos talentos y dones a los hombres, no para que permanezcan ociosos, no para que los empleen en obtener diversiones o complacencia egoísta, sino para que constituyan una bendición para otros al capacitarlos para llevar a cabo un trabajo misionero abnegado y ferviente.—The Youth’s Instructor, 6 de noviembre de 1902. Ev 197.2

Espectáculos, cinematógrafos y teatros—La pasión dominante de Satanás es pervertir el intelecto y hacer que los hombres anhelen los espectáculos y las representaciones teatrales. La experiencia y el carácter de todos los que se ocupan en esta obra estará de acuerdo con el alimento dado a la mente. Ev 197.3

El Señor ha dado evidencia de su amor por el mundo. No hubo falsedad, ni teatralidad en lo que él hizo. Dio una dádiva viviente, capaz de sufrir la humillación, el descuido, la vergüenza y el reproche. Esto lo hizo Cristo para poder rescatar a los caídos. Mientras los seres humanos ideaban métodos y formas de destruirlo a él, el Hijo del Dios infinito vino a este mundo para dar un ejemplo de la gran obra que ha de hacerse para redimir y salvar al hombre. Pero hoy en día el orgulloso y el desobediente están luchando para lograr gran nombre y honor ante sus semejantes, utilizando para divertirse las dotes que le fueron dadas por Dios.—Manuscrito 42, 1898. Ev 197.4

El trabajo en favor de los amantes de los placeres—En lugar de menospreciar el pozo de Jacob, Cristo presentó algo infinitamente mejor... Ofreció a la mujer algo mejor que cualquier cosa que ella tuviera: el agua viva, el gozo y la esperanza del Evangelio del reino. Ev 198.1

Esta es una ilustración de la manera en que hemos de obrar. Es de poca utilidad que vayamos a los amantes de los placeres, a los que asisten a los teatros, a los que participan en las carreras, a los bebedores y los jugadores, y reprocharlos con menosprecio por sus pecados. Esto no hará ningún bien. Debemos ofrecerles algo mejor que lo que tienen, la misma paz de Cristo que sobrepuja todo entendimiento... Ev 198.2

Estas pobres almas están ocupadas en una búsqueda desenfrenada de los placeres mundanales y las riquezas terrenas. No tienen conocimiento de otra cosa más deseable. Pero los juegos, los teatros y las carreras de caballos no satisfarán el alma. Los seres humanos no fueron creados para ser satisfechos de esta manera, para gastar su dinero en lo que no es pan. Mostradles cuán infinitamente superior a los placeres pasajeros del mundo es la gloria imperecedera del cielo. Tratad de convencerlos de la libertad, la esperanza, el descanso y la paz que se encuentran en el Evangelio. “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed”, declaró Cristo.—Manuscrito 12, 1901. Ev 198.3

Instrucciones acerca de la vestimenta y los placeres—Los principios de la vida cristiana deberían presentarse claramente a los conversos que han aceptado recientemente la verdad. Hombres y mujeres, cristianos fieles, deberían manifestar un intenso interés en proporcionar a las almas convencidas de culpa un conocimiento correcto de lo que es la justicia de Cristo Jesús. Si alguno ha permitido el predominio del deseo de placer o del amor a la vestimenta, hasta el punto en que una parte de su mente, de su alma y de su fuerza es dedicada a la complacencia egoísta, los fieles creyentes deberían velar sobre esas almas como quienes saben que han de rendir cuenta por su actitud hacia ellas. No deben descuidar la instrucción fiel, tierna y amante que es tan esencial para los nuevos conversos, a fin de que la obra se realice completamente en ellos.—Manuscrito 56, 1900. Ev 198.4

La instrucción de los nuevos conversos acerca de la idolatría del vestido—Uno de los puntos acerca de los cuales los recién convertidos a la fe necesitarán instrucción, es el asunto de la indumentaria. Obrese fielmente con los nuevos conversos. ¿Son vanidosos en el atavío? ¿Albergan orgullo en su corazón? La idolatría del atavío es una enfermedad moral. No debe ser introducida en la nueva vida. En la mayoría de los casos, la sumisión a los requerimientos del Evangelio exigirá un cambio decidido en la manera de vestir. Ev 198.5

No debe haber negligencia al respecto. Por amor a Cristo, cuyos testigos somos, debemos tratar de sacar el mejor partido de nuestra apariencia. En el servicio del tabernáculo, Dios explicó todo detalle concerniente a las vestiduras de los que ministraban delante de él. Esto nos enseña que él tiene una preferencia con respecto a la indumentaria de los que le sirven. Fueron muy específicas las instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran simbólicas. Así la indumentaria de los que siguen a Cristo, debe ser simbólica. En todas las cosas, hemos de ser representantes de él. Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por el aseo, la modestia y la pureza. Pero la Palabra de Dios no sanciona el hacer cambios en el atavío meramente por seguir la moda, a fin de conformarse al mundo. Los cristianos no han de adornar su persona con atavíos costosos o adornos caros. Ev 199.1

Las palabras de la Escritura acerca de la indumentaria deben ser consideradas cuidadosamente. Necesitamos comprender lo que el Señor del cielo aprecia, aun en lo referente a vestir el cuerpo. Todos los que busquen sinceramente la gracia de Cristo, escucharán las preciosas palabras de instrucción inspiradas por Dios. Aun el modo de ataviarnos expresará la verdad del Evangelio. Ev 199.2

Todos los que estudian la vida de Cristo y practican sus enseñanzas, vendrán a ser como Cristo. Su influencia será como la de él. Revelarán integridad de carácter. Mientras andan en la humilde senda de la obediencia, haciendo la voluntad de Dios, ejercen una influencia que se hace sentir en favor del progreso de la causa de Dios y la sana pureza de su obra. En estas almas cabalmente convertidas, el mundo debe ver un testimonio del poder santificador de la verdad sobre el carácter humano.—Joyas de los Testimonios 2:393, 394 (1900). Ev 199.3

Mantengámonos en armonía con nuestra fe—La abnegación en la indumentaria es parte de nuestro deber cristiano. El vestir sencillamente y abstenerse de ostentar joyas y ornamentos de toda clase, está de acuerdo con nuestra fe. ¿Pertenecemos a las personas que ven la necedad de las cosas mundanales en lo que respecta a complacer la extravagancia del vestido, así como en el amor a las diversiones? Si es así, debemos ser de la clase de personas que huyen de todo lo que prestan sanción a este espíritu que está tomando posesión de la mente y del corazón, de los que viven únicamente para este mundo y no tienen pensamiento alguno o cuidado del mundo venidero.—Testimonies for the Church 3:366 (1875). Ev 199.4

Con Cristo o con el mundo—Una hermana que pasó algunas semanas en una de nuestras instituciones en -----, dijo que se había sentido muy chasqueada por lo que había visto y oí do en ese lugar... Antes de aceptar la verdad, había seguido las modas del mundo en el vestir y había llevado costosas joyas y otros adornos; pero cuando decidió obedecer la Palabra de Dios, sintió que sus enseñanzas requerían que abandonase toda extravagancia y todo adorno superfluo. Aprendió que los adventistas no llevan joyas, oro, plata ni piedras preciosas, y que no siguen las costumbres del mundo en el vestir. Cuando vio entre los que profesan la fe un alejamiento tan notable de la sencillez bíblica, se sintió asombrada. ¿No tenían ellos la misma Biblia que ella había estado estudiando y a la que se había esforzado por conformar su vida? ¿Había sido su experiencia pasada un mero fanatismo? ¿Había ella interpretado mal las palabras del apóstol?: “La amistad del mundo es enemistad contra Dios. Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. Santiago 4:4. Ev 200.1

La Sra. D, una dama que ocupa un cargo en la institución, fue a visitar a otra señora. La dama visitada sacó de un cofre un collar y una cadena de oro y expresó su deseo de vender esas joyas para dar el dinero a la tesorería del Señor La Sra. D dijo: “¿Para qué va a venderlos? Si fueran míos, yo los usaría”. “¡Cómo!—replicó la dueña de las joyas—. Cuando recibí la verdad, me enseñaron que debía dejar de lado todas esas cosas. Ciertamente no están de acuerdo con la Palabra de Dios”. Y luego citó a su visitante las palabras de Pedro y Pablo que atañen a este punto: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”. 1 Timoteo 2:9, 10. “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”. 1 Pedro 3:3, 4. Ev 200.2

Como respuesta a esto, la visitante mostró un anillo de oro que llevaba en el dedo, el que le había sido dado por una persona incrédula, y dijo que ella pensaba que no había ningún mal en usar tales adornos. “Ahora no somos tan escrupulosos como antes—le aseguró—. Nuestro pueblo había tenido escrúpulos excesivos en sus opiniones acerca de la vestimenta. Las damas de esta institución usan relojes y cadenas de oro y se visten como el resto de la gente. No es una práctica conveniente el ser tan singulares en nuestra manera de vestir, porque de ese modo no podemos ejercer mucha influencia”. Ev 200.3

Preguntamos: ¿Está esto de acuerdo con las enseñanzas de Cristo? ¿Debemos seguir la Palabra de Dios o las costumbres del mundo? Nuestra hermana decidió que lo más seguro consistía en adherirse a la norma establecida por la Biblia. La Sra. D y otras personas que tienen una conducta similar, ¿sentirán deseos de hacer frente a los resultados de sus influencias, en ese día cuando toda persona recibirá una paga que esté de acuerdo con sus obras? Ev 201.1

La Palabra de Dios es clara. No es posible confundir sus enseñanzas. ¿La obedeceremos tal como él la ha dado, o trataremos de ver cuánto podemos apartarnos de ella y ser salvados lo mismo? Ojalá que todas las personas que trabajan en nuestras instituciones reciban la luz divina y sigan en pos de ella, y en esta forma puedan compartirla con todos los que andan en las tinieblas. Ev 201.2

La conformidad con el mundo es un pecado que está debilitando la espiritualidad de nuestro pueblo y que está impidiendo gravemente su utilidad. Es inútil proclamar el mensaje de amonestación al mundo mientras nosotros lo negamos en nuestras transacciones de la vida diaria.—The Review and Herald, 28 de marzo de 1882. Ev 201.3

Una obra de corazón—Hay muchos que intentan corregir la vida de los demás atacando lo que ellos consideran como hábitos erróneos. Van a algunos que piensan que están en error y señalan sus defectos. Dicen: “Ud. no viste como debiera”. Tratan de eliminar los ornamentos o todo lo que parece ofensivo, pero no tratan de afirmar la mente en la verdad. Los que intentan corregir a otros, debieran presentar las atracciones de Jesús. Debieran hablar de su amor y de su compasión, presentar su ejemplo y sacrificio, revelar su espíritu, y no necesitarán siquiera tocar el tema del vestido. No hay necesidad de hacer del asunto del vestido el punto principal de vuestra religión. Hay algo más valioso de lo cual hablar. Hablad de Cristo, y cuando el corazón esté convertido, todo lo que no esté en armonía con la Palabra de Dios, se eliminará. Es sólo trabajar en vano arrancar hojas de un árbol vivo. Las hojas reaparecerán. El hacha debe ser puesta a la raíz del árbol, y entonces las hojas caerán para no volver más. Ev 201.4

A fin de enseñar a los hombres y mujeres el poco valor de las cosas terrenales, debéis conducirlos a la fuente viva y llevarlos a beber de Cristo, hasta que sus corazones estén llenos con el amor de Dios y Cristo sea en ellos una fuente de agua que salte para vida eterna.—The Signs of the Times, 10 de julio de 1889. Ev 201.5

Limpiad la fuente y las corrientes serán puras. Si el corazón es recto, vuestras palabras, vuestro vestido, vuestros actos serán rectos.—Testimonies for the Church 1:158 (1857). Ev 201.6

La sencillez en el vestido—Nos acercamos a la terminación de la historia de este mundo. Se necesita ahora un testimonio claro y directo, tal como se halla presentado en la Palabra de Dios, con respecto a la sencillez del atavío. Esta debe ser nuestra preocupación. Pero es demasiado tarde ahora para entusiasmarnos en hacer de este asunto una piedra de toque. Los vestidos de nuestros hermanos deben ser de lo más sencillo... No me ha sido dado ningún estilo preciso como regla exacta para medir a todos en su vestir... Ev 202.1

Nuestras hermanas deben ataviarse con hábito modesto. Deben vestir con sencillez. Vuestros sombreros y vestidos no necesitan los ornamentos adicionales que están puestos en ellos. Habéis de vestiros con hábito modesto, con pudor y sobriedad. Dad al mundo una ilustración viviente del adorno íntimo de la gracia de Dios. Vístanse nuestras hermanas con sencillez, así como muchas lo hacen, teniendo vestidos de buen material, durables, modestos, adecuados a su edad, y no llene la mente el problema del vestido.—Manuscrito 97, 1908. Ev 202.2