El Evangelismo

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Los ritos de la iglesia

Los dos pilares monumentales—Los ritos del bautismo y la Cena del Señor son dos pilares monumentales, uno que está dentro y otro que está fuera de la iglesia. Sobre estos ritos Cristo ha inscripto el nombre del verdadero Dios.—Manuscrito 27, 1900. Ev 202.3

La Cena del Señor como monumento conmemorativo constante—Los símbolos de la casa del Señor son sencillos y fácilmente comprensibles, y las verdades representadas por ellos son del más profundo significado para nosotros. Al establecer el servicio sacramental para que tomara el lugar de la pascua, Cristo dejó para su iglesia un monumento conmemorativo de su gran sacrificio por el hombre. “Haced esto—dijo él—en memoria de mí”. Este era el punto de transición entre dos dispensaciones y sus dos grandes fiestas. La una había de concluir para siempre; la otra, que él acababa de establecer, había de tomar su lugar, y continuar durante todo el tiempo como el monumento conmemorativo de su muerte.—The Review and Herald, 22 de junio de 1897. Ev 202.4

El lavamiento de los pies es más que una formalidad—No consideremos los ritos de la casa del Señor nada más que como una forma... Ev 202.5

El ha instituido este servicio para que nos llame la atención continuamente hacia el amor de Dios que se ha manifestado por nosotros... Este servicio no puede repetirse sin que un pensamiento se relacione con otro. En esta forma, una cadena de pensamientos trae recuerdos de bendiciones, de bondad y de favores recibidos de amigos y de hermanos. El Espíritu Santo, con su poder vivificador presenta la ingratitud y la falta de amor que han surgido de la odiosa raíz de amargura. El Espíritu de Dios trabaja en las mentes humanas. Se recuerdan los defectos de carácter, el descuido de los deberes y la ingratitud hacia Dios, y los pensamientos son puestos bajo la dirección de Cristo.—The Review and Herald, 7 de junio de 1898. Ev 202.6

La preparación del corazón—En los primeros días del movimiento adventista, cuando nuestros miembros eran pocos, la celebración de los ritos constituía una ocasión sumamente provechosa. El viernes antes de ese acontecimiento, cada miembro de iglesia se esforzaba por remediar todo aquello que tendiera a separarlo de los hermanos y de Dios. Se efectuaba una cuidadosa investigación del corazón, se ofrecían sinceras oraciones pidiendo que Dios revelase los pecados ocultos; se hacían confesiones de engaños en los negocios, de palabras ofensivas pronunciadas con apresuramiento y de pecados acariciados. El Señor se acercaba a nosotros, y recibíamos mucho poder y ánimo.—Manuscrito 102, 1904. Ev 203.1

El propósito del rito del lavamiento de los pies—La reconciliación mutua de los hermanos es la obra para la cual se estableció el rito del lavamiento de los pies. Por el ejemplo de nuestro Señor y Maestro, esta ceremonia humillante ha sido convertida en una ordenanza sagrada. Cuandoquiera que se celebre, Cristo está presente por medio de su Santo Espíritu. Es este Espíritu el que trae convicción a los corazones. Ev 203.2

Al celebrar Jesús este rito con sus discípulos, la convicción se apoderó de todos, menos de Judas. Así también nos poseerá la convicción mientras Cristo hable a nuestros corazones. Las fuentes del alma serán depuradas. La mente será vigorizada y, surgiendo a la actividad y la vida, quebrantará toda barrera que haya causado desunión y descarrío. Los pecados que han sido cometidos aparecerán con mayor distinción que nunca antes; pues el Espíritu Santo los traerá a nuestro recuerdo. Las palabras de Cristo: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis”, se verán revestidas de nuevo poder.—The Review and Herald, 4 de noviembre de 1902. Ev 203.3

La prueba del corazón—Este rito del lavamiento de los pies fue convertido en un servicio religioso... Se lo transformó en algo para probar y verificar la lealtad de los hijos de Dios. Cuando el Israel moderno observa la ceremonia sacramental, ésta debería preceder a la participación en los emblemas de la muerte del Señor. Ev 203.4

Esta ordenanza fue dada para beneficio de los discípulos de Cristo. Y Cristo quiso decir todo lo que dijo, cuando sus labios pronunciaron las palabras: “Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis... Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis”. El se propuso con esto probar el verdadero estado del corazón y de la mente de los que participaron en ella.—Manuscrito 8, 1897. Ev 204.1

Para todo tiempo y país—En lugar de la festividad nacional que el pueblo judío había observado, él instituyó un servicio conmemorativo, el rito del lavamiento de los pies y la cena sacramental para ser observado a través de todos los tiempos por sus seguidores en todos los países. Estos debían repetir siempre el acto de Cristo, a fin de que todos vieran que el verdadero servicio exige un ministerio abnegado.—The Signs of the Times, 16 de mayo de 1900. Ev 204.2

Debe recordarse con frecuencia—En esta última acción de Cristo en la que compartió con sus discípulos el pan y el vino, se dio en prenda a ellos como su Redentor mediante un nuevo pacto, en el que estaba escrito y sellado que sobre todos los que reciben a Cristo por la fe se derramarán todas las bendiciones que el cielo pueda proporcionar, tanto en esta vida como en la vida inmortal futura. Ev 204.3

Este pacto debería ser ratificado por la propia sangre de Cristo. Las ofrendas y los sacrificios de la antigüedad habían mantenido constantemente este hecho en la memoria del pueblo escogido. Cristo estableció que su cena se conmemorara con frecuencia para hacernos recordar su sacrificio, en el que dio su vida por la redención de los pecados de todos los que creyesen en él y lo recibiesen. Este rito no debe excluir a nadie, aunque algunos piensen lo contrario. Todos pueden participar en él, y decir públicamente: “Acepto a Cristo como mi Salvador personal. El dio su vida por mí para que yo fuese rescatado de la muerte”.—The Review and Herald, 22 de junio de 1897. Ev 204.4

Un incidente: Se trató fielmente con un pastor interesado—El sábado por la mañana, cuando la iglesia de ----- celebró la Santa Cena, el hermano ----- estaba presente. Fue invitado a participar en el rito del lavamiento de los pies, pero dijo que prefería observarlo. Preguntó si la participación en este rito era indispensable para poder tomar parte en el servicio de la comunión, y nuestros hermanos le aseguraron que no era obligatorio, y que sería bienvenido a la mesa del Señor. Ese sábado resultó un día precioso para su alma; dijo que nunca había tenido un día más feliz en su vida. Ev 204.5

Después deseó venir a visitarme, y tuvimos una entrevista agradable. Su conversación fue muy interesante y pasamos preciosos momentos orando juntos. Creo que él es un siervo de Dios. Le di mis libros El Conflicto de los Siglos, Patriarcas y Profetas, y El Camino a Cristo. Pareció estar muy satisfecho; dijo que deseaba tener toda la luz que pudiera recibir a fin de hacer frente a los opositores de nuestra fe. Fue bautizado antes de partir para su casa, y regresará para presentar la verdad a su propia congregación.—Manuscrito 4, 1893. Ev 204.6

No sea excluyente la comunión—El ejemplo de Cristo prohíbe la exclusividad en la Cena del Señor. Es verdad que el pecado abierto excluye a los culpables. Esto lo enseña claramente el Espíritu Santo. Pero, fuera de esto, nadie ha de pronunciar juicio. Dios no ha dejado a los hombres el decir quiénes se han de presentar en estas ocasiones. Porque ¿quién puede leer el corazón? ¿Quién puede distinguir la cizaña del trigo?—El Deseado de Todas las Gentes, 596 (1898). Ev 205.1

Pueden llegar a relacionarse con vosotros personas que no están unidas de corazón con la verdad y la santidad, pero que quisieran tomar parte en estos servicios. No se lo impidáis.—Manuscrito 47, 1897. Ev 205.2

Con reverencia—Todas las cosas relacionadas con este rito deben sugerir una preparación tan perfecta como sea posible. Toda ordenanza de la iglesia debe ser elevadora. No debe hacérsela común o vulgar, ni debe colocársela al mismo nivel de las cosas comunes... Nuestras iglesias necesitan ser enseñadas a manifestar un orden más elevado de respeto y reverencia hacia el servicio sagrado de Dios.—Manuscrito 76, 1900. Ev 205.3

Esta ceremonia no ha de realizarse en forma indiferente, sino con fervor, recordando su propósito y objeto.—Manuscrito 8, 1897. Ev 205.4

Una reunión bendecida—Este día ha proporcionado un refrigerio maravilloso a mi alma. El grupito de este lugar ha sido organizado como iglesia, y yo me reuní con sus miembros para celebrar los ritos. Hablé acerca de Juan 13 y mi mente fue impresionada con ideas preciosas acerca del rito de humildad... En este rito sencillo hay muchas cosas que no se ven ni se aprecian. Fui bendecida al participar de los símbolos del cuerpo quebrantado y de la sangre derramada de nuestro precioso Salvador, quien fue hecho pecado por nosotros para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. El fue el portador de nuestros pecados. Ev 205.5

La reunión de hoy fue una ocasión muy solemne para todos los que asistieron a ella. La reunión de testimonios fue excelente. Todas las personas que fueron llamadas respondieron voluntariamente. Yo sé que el Señor Jesús estaba en medio de nosotros y que todo el cielo sintió gozo cuando nosotros seguimos el ejemplo de Cristo. En estas ocasiones el Señor se manifiesta en una forma especial para enternecer y subyugar el alma, para expulsar el egoísmo, para llenar con su Espíritu Santo y para infundir amor, gracia y paz a los corazones de los que se sienten contritos. Ev 205.6

Cuando la reunión terminó y nosotros regresamos a nuestras casas en el bosque, en nuestros corazones perduró una influencia dulce y santa. Mi alma fue llenada de una dulce paz.—Manuscrito 14, 1895. Ev 206.1