El Ministerio de la Bondad

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Capítulo 23—Ayudad a los pobres a ayudarse a si mismos

Educad a los pobres a depender de sí mismos—Algunos hombres y mujeres de Dios, algunas personas de discernimiento y sabiduría, debieran ser designadas para atender a los pobres y menesterosos, en primer lugar a los de la familia de la fe. Dichas personas deben dar a la iglesia su informe y su parecer acerca de lo que debe ser hecho. MB 202.1

En vez de estimular a los pobres a pensar que pueden conseguir que se les provea gratis o casi gratis lo que necesitan para comer y beber, debemos ponerlos en situación de ayudarse a sí mismos. Debemos esforzarnos por proveerles trabajo y, si es necesario, enseñarles a trabajar. Enséñese a los miembros de las familias pobres a cocinar, a hacer y arreglar su propia ropa, a cuidar debidamente su casa. Enséñese cabalmente a los niños y niñas algún oficio u ocupación útil. Debemos educar a los pobres para que se sostengan a sí mismos. Esto será un auxilio verdadero, porque no sólo les dará sostén propio, sino que los habilitará para ayudar a otros.—Joyas de los Testimonios 2:516. MB 202.2

Una invitación a los hombres de pensamiento y de recursos—Con frecuencia surge la pregunta: ¿Qué se puede hacer donde prevalece la pobreza y ha de hacérsele frente a cada paso? En tales circunstancias, ¿cómo se pueden impresionar en la mente ideas correctas de mejoramiento? Ciertamente, la obra es difícil y a menos que los maestros, los pensadores y los que tienen recursos ejerciten sus talentos para elevar a otros, como los elevaría Cristo si estuviera en su lugar, quedará sin hacerse una obra importante. Nunca se realizará la reforma necesaria a menos que hombres y mujeres sean ayudados por un poder que no está en ellos. Los que tienen talentos y capacidades deben usar esos dones para bendecir a sus prójimos, trabajando para colocarlos en una posición donde puedan ayudarse a sí mismos. Así debe usarse para su mejor propósito la educación obtenida en nuestros colegios. MB 202.3

Los talentos confiados por Dios no han de ser escondidos debajo de un almud o debajo de una cama. Cristo dijo: “Vosotros sois la luz del mundo”. Mateo 5:14. Cuando veáis algunas familias que viven en tugurios, con alimento y vestidos insuficientes, sin herramientas, sin libros u otros indicios de refinamiento en sus hogares, ¿os interesaréis en ellos y os esforzaréis para enseñarles cómo emplear sus energías de la mejor manera, para que puedan prosperar y para que su obra pueda adelantar?—Testimonies for the Church 6:188, 189. MB 203.1

La Palabra de Dios revela la solución del problema—Hay hombres y mujeres de corazón generoso que consideran ansiosamente la condición de los pobres y el modo de aliviarlos. ¿Cómo asistir a los desvalidos sin trabajo ni hogar para que obtengan las bendiciones comunes de la providencia de Dios y para que lleven la vida que él dispuso que el hombre llevara? es una pregunta a la que muchos procuran contestar. ... MB 203.2

Si los hombres se fijaran más en la enseñanza de la Palabra de Dios, encontrarían soluciones a problemas que los dejan perplejos. Mucho podría aprenderse del Antiguo Testamento respecto a la cuestión del trabajo y de la asistencia al pobre. En el plan de Dios para Israel, cada familia tenía su propia casa con suficiente tierra de labranza. De este modo quedaban asegurados los medios y el incentivo para ser posible una vida provechosa, laboriosa e independiente. Y ninguna especulación humana ha mejorado jamás semejante plan. Al hecho de que el mundo se apartó de él, se debe en gran parte la pobreza y la miseria que imperan hoy. ... MB 203.3

En Israel considerábase como un deber la educación industrial. Todo padre tenía obligación de enseñar a sus hijos algún oficio útil. Los mayores hombres de Israel fueron educados para desempeñar oficios. El conocimiento de las labores domésticas se consideraba indispensable para toda mujer. Y la destreza en el desempeño de estas tareas era honrosa para las mujeres de la clase más encumbrada. MB 204.1

En las escuelas de los profetas se enseñaban varios oficios, y muchos estudiantes se mantenían a sí mismos con su trabajo manual. ... MB 204.2

El plan de vida que Dios dió a Israel estaba destinado a ser una lección objetiva para toda la humanidad. Si estos principios fueran practicados hoy, ¡cuán diferente sería el mundo!—El Ministerio de Curación, 138-142. MB 204.3

Las multitudes podrían encontrar su hogar en el campo—Dentro de los dilatados límites de la naturaleza, hay todavía sitio para proporcionar morada al que sufre y al necesitado. En el seno de ella hay recursos suficientes para suministrarles alimento. Escondidas en las profundidades de la tierra, yacen bendiciones para todos aquellos que tienen ánimo, voluntad y perseverancia para acopiar sus tesoros. El cultivo del suelo, ocupación que Dios asignó al hombre en el Edén, abre campo en que muchedumbres enteras pueden ganarse el sustento. ... MB 204.4

Si los pobres que atestan hoy las ciudades encontrasen casas en el campo, podrían no sólo ganarse la vida, sino recobrar la salud y gozar de la felicidad que ahora desconocen. Rudo trabajo, vida sencilla, estricta economía, y a menudo penalidades y privaciones, es lo que les tocaría, pero ¡qué bendición sería para ellos dejar la ciudad, con sus solicitaciones al mal, sus alborotos y sus crímenes, su miseria e impureza, para saborear la tranquilidad, paz y pureza del campo! ... MB 204.5

Para llegar a ser diligentes e independientes, muchos necesitarán asistencia, aliento e instrucción. Hay un sinnúmero de familias pobres en cuyo beneficio no podría hacerse mejor obra misionera que la de ayudarlas a establecerse en el campo y enseñarles cómo obtener sustento del cultivo de la tierra. MB 205.1

La necesidad de tal ayuda e instrucción no queda circunscripta a las ciudades. Aun en el campo, a pesar de las posibilidades que hay allí para vivir mejor, hay pobres muy necesitados. Hay comunidades faltas de educación industrial y de higiene. ... MB 205.2

Se notan almas embrutecidas, cuerpos debilitados y deformes, resultado patente de la herencia y de los malos hábitos. A esta gente se la ha de educar desde el mismo fundamento. Vivió en la imprevisión, ocio y corrupción, y necesita que se le enseñen hábitos correctos. MB 205.3

¿Cómo puede hacérsele sentir la necesidad de mejorar? ¿Cómo se le encaminará hacia un ideal de vida más elevado? ¿Cómo ayudarle a levantarse? ¿Qué cabe hacer donde prevalece la pobreza y hay que luchar con ella a cada paso?—Ibid. 142-145. MB 205.4

Una obra para los agricultores cristianos—Los agricultores cristianos pueden desempeñar una misión verdadera, ayudando a los pobres a encontrar casas en el campo y enseñándoles a labrar la tierra y hacerla productiva. Pueden enseñarles también el uso de los aperos de labranza, los diferentes cultivos, la formación y el cuidado de los huertos. MB 205.5

Entre los que labran el suelo son muchos los que, por descuido, no tienen rendimiento adecuado. Sus huertos no están debidamente atendidos, las siembras no se hacen a tiempo, y el cultivo es superficial. Los tales achacan su fracaso a la esterilidad del suelo. A menudo se miente al condenar un suelo que, bien labrado, hubiera dado abundante rendimiento. Los planes mezquinos, el poco esfuerzo hecho, el escaso estudio dedicado a los mejores métodos, piden a gritos una reforma.—Ibid. 145. MB 205.6

Aun los más pobres pueden mejorar su ambiente madrugando y trabajando diligentemente. ... Mediante el trabajo diligente, usando de la manera más sabia cada talento, aprendiendo a no malgastar el tiempo, llegarán a tener éxito en la forma de aprovechar sus terrenos y en el cultivo de su tierra.—Testimonies for the Church 6:188, 189. MB 206.1

Establecimiento de industrias—Hay que prestar atención a la implantación de diversas industrias que puedan dar empleo a familias pobres. Carpinteros, herreros y, en una palabra, todo el que entienda de algún oficio, debe sentirse moralmente obligado a enseñar y ayudar a los ignorantes y desocupados. MB 206.2

En el servicio y asistencia de los pobres, hay ancho campo para la actividad de mujeres y hombres. Se necesita la ayuda de la cocinera entendida, de la mujer experimentada en el gobierno de la casa, de la costurera, de la enfermera. ... MB 206.3

Necesítanse familias de misioneros que vayan a establecerse en regiones desoladas. Vayan a ocupar regiones desatendidas, buenos agricultores, hombres de finanzas, constructores y personas aptas en las varias artes y oficios, para mejorar las condiciones de aquellas tierras, implantar industrias, prepararse humildes viviendas y ayudar a sus vecinos.—El Ministerio de Curación, 146. MB 206.4

Ayúdese a los hombres a que se valgan por sí mismos—Muchas veces, mediante la instrucción en las cosas prácticas, podemos prestar a los pobres eficasísima ayuda. Por regla general, los que no han aprendido a trabajar no tienen hábitos de diligencia, perseverancia, economía y generosidad. No saben cómo componérselas. A menudo, por falta de atención y de sano juicio, derrochan lo que bastaría para mantener a sus familias con decencia y comodidad si lo aprovecharan con cuidado y economía. “En el barbecho de los pobres hay mucho pan: mas piérdese por falta de juicio”. Proverbios 13:23. MB 206.5

Podemos socorrer perjudicialmente a los pobres si les enseñamos a depender de los demás. ... MB 207.1

La verdadera caridad ayuda a los hombres a ayudarse a sí mismos ... La verdadera beneficencia es algo más que mera limosna. Entraña también verdadero interés por el bienestar de los demás. Debemos tratar de comprender las necesidades de los pobres y angustiados, y darles la asistencia que mejor los beneficiará. Prestar atención, tiempo y esfuerzos personales cuesta mucho más que dar dinero, pero es verdadera caridad.—Ibid. 147. MB 207.2

Se requieren esfuerzos físicos y poder moral—Para regenerar y reformar han de unirse los esfuerzos físicos y el poder moral en nuestro empeño. Hemos de procurar ganar conocimiento tanto en lo temporal como en lo espiritual, a fin de comunicarlo a otros. Hemos de procurar vivir el Evangelio en todo su significado, para que sus bendiciones temporales y espirituales puedan sentirse en todo lo que nos rodea.—Testimonies for the Church 6:189. MB 207.3

Perjudicados inconscientemente—Podemos errar al dar dádivas a los pobres que no resultarán en una bendición para ellos, induciéndoles a sentir que no necesitan esforzarse y ser económicos, pues otros no permitirán que ellos sufran. No debemos fomentar la indolencia ni propiciar hábitos de complacencia propia proporcionando medios para el abandono.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 293. MB 207.4

Podéis dar a los pobres y hacerles daño, porque les enseñáis a depender de otros. Más bien, enseñadles a sostenerse a sí mismos. Esta será verdadera ayuda. Los necesitados deben ser colocados en una condición donde puedan ayudarse a sí mismos.—Manuscrito 46, 1898. MB 208.1

No han de ser sostenidos en la ociosidad—La Palabra de Dios enseña que el que no trabaja, no debe comer. El Señor no requiere que los laboriosos sostengan a los que no son diligentes. Hay un desperdicio del tiempo, una falta de esfuerzo, que originan la pobreza y la necesidad. Si estas faltas no son advertidas y corregidas por los que las practican, todo lo que se pueda hacer en su favor es como poner un tesoro en una canasta con agujeros. Pero hay una pobreza inevitable y hemos de manifestar ternura y compasión a los infortunados.—The Review and Herald, 3 de enero de 1899. MB 208.2

Los pobres deben buscar consejo—Hay una clase de pobres en la iglesia que no están libres de la tentación. Son malos administradores, no tienen un juicio sabio, quieren obtener medios sin esperar al lento proceso del esfuerzo perseverante. Algunos están en tal apresuramiento para mejorar su condición, que emprenden varias empresas sin consultar a los hombres de buen juicio y experiencia. Rara vez se realizan sus expectativas; pierden en vez de ganar, y entonces se presenta la tentación y una disposición a envidiar a los ricos. En realidad, quieren ser beneficiados con la riqueza de sus hermanos en la iglesia, y sienten que pasan por una prueba porque eso no sucede. Pero no son dignos de recibir una ayuda especial. Existe la evidencia de que sus esfuerzos han sido esporádicos. Han sido inestables en sus ocupaciones y han estado llenos de ansiedad y cuidado que no producen sino pequeños resultados. Tales personas debieran escuchar el consejo de los de experiencia. Pero, con frecuencia, son los últimos en buscar consejo. Piensan que tienen un juicio superior y no admiten ser enseñados. MB 208.3

Precisamente son éstos los que con frecuencia son engañados por los astutos y mañosos vendedores de derechos de patente *, cuyo éxito depende del arte de engañar. Estos deben aprender que no se puede depositar ninguna confianza en tales vendedores. Pero los hermanos son crédulos acerca de las mismas cosas de que debieran sospechar y que debieran evitar. No tienen en cuenta el consejo de Pablo a Timoteo: “Grande granjería es la piedad con contentamiento”. “Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, seamos contentos con esto”. No piensen los pobres que los ricos son los únicos codiciosos. Al paso que los ricos retienen lo que tienen con afán ambicioso y procuran obtener todavía más, los pobres están en gran peligro de codiciar la riqueza de los ricos.—Testimonies for the Church 1:480, 481. MB 209.1

Estar dispuestos a recibir consejo—A muchos les falta un manejo prudente y economía. No pesan bien los asuntos ni se mueven cautelosamente. Los tales no debieran confiar en su propio pobre juicio, sino pedir el consejo de sus hermanos que tienen experiencia. A los que les falta buen juicio y economía, con frecuencia no están dispuestos a buscar el consejo. Piensan generalmente que entienden cómo manejarse en sus negocios temporales y no están dispuestos a seguir un consejo. Cometen errores y sufren sus consecuencias. Sus hermanos están apenados al verlos sufrir y los ayudan a salir de la dificultad. Sus procedimientos faltos de sabiduría afectan a la iglesia. Se usan medios de la tesorería de Dios que debieran haberse empleado para hacer avanzar la causa de la verdad presente. MB 209.2

Si estos pobres hermanos tomaran una actitud humilde y estuvieran dispuestos a ser advertidos y aconsejados por sus hermanos, y entonces se vieran en aprietos, sus hermanos debieran sentir que es su deber ayudarlos alegremente para que salgan de la dificultad. Pero si ellos eligen su propia conducta y dependen de su juicio, debiera dejárselos para que sientan plenamente las consecuencias de su proceder falto de sabiduría y aprendan por experiencia propia que “en la multitud de consejeros hay salud”. Los hijos de Dios debieran estar sujetos el uno al otro. Debieran consultarse mutuamente, para que la falta de uno sea suplida por la suficiencia del otro.—The Review and Herald, 18 de abril de 1871. MB 210.1

La mayoría de los pobres podrían valerse por sí mismos—Hay muy pocos en nuestra tierra de abundancia que realmente sean tan pobres que necesiten ayuda. Si procedieran correctamente, casi en cada caso podrían verse libres de la necesidad. Mi exhortación a los ricos es: Tratad liberalmente con vuestros hermanos pobres, y usad vuestros medios para hacer avanzar la causa de Dios. Los pobres dignos, los que se han empobrecido por la desgracia y la enfermedad, merecen nuestro cuidado especial y ayuda. “Finalmente, sed todos de un mismo corazón, compasivos, amandoos fraternalmente, misericordiosos, amigables”.—Testimonies for the Church 1:481. MB 210.2

Observad la regla de oro—Dios, con frecuencia, levanta a algunos que protejan a los pobres de ser colocados en una situación que sería una pérdida para ellos, aun cuando se perjudiquen los protectores. Este es el deber del hombre hacia su prójimo. No es correcto aprovecharse de la ignorancia de un hombre porque no pueda discernir el resultado de su proceder. Es el deber de su hermano arreglar el asunto personal, clara y fielmente ante él, en todos sus aspectos, para que no actúe ciegamente y perjudique los recursos que justamente son suyos. Cuando los hombres observen la regla de oro: Haced a otros como quisierais que ellos hiciesen con vosotros, muchas dificultades que ahora existen se arreglarían rápidamente.—Carta 85, 1896. MB 210.3