La Edificación del Carácter

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Un observador del sábado

El día del Señor mencionado por Juan era el sábado, el día en el cual Jehová descansó de su gran obra de creación, el que él bendijo y santificó porque había descansado en él. El sábado fue tan sagradamente observado por Juan en la isla de Patmos como cuando estaba entre el pueblo, predicando en ese día. Junto a las rocas desiertas que lo rodeaban, Juan se acordaba de la roca de Horeb, y cómo, cuando Dios pronunció su ley a oídos del pueblo que allí estaba, dijo: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”. Éxodo 20:8. ECFP 72.2

El Hijo de Dios habló a Moisés desde la cumbre de la montaña. Dios hizo de las rocas su santuario. Su templo eran las colinas eternas. El divino Legislador descendió sobre la rocosa montaña para pronunciar su ley a oídos de todo el pueblo, a fin de que sus hijos pudieran ser impresionados por la grandiosa y pavorosa exhibición de su poder y gloria, y temiesen transgredir su mandamiento. Dios pronunció su ley en medio de truenos y relámpagos y la espesa nube que estaba en la cumbre de la montaña, y su voz era como voz de trompeta de gran intensidad. La ley de Jehová no podía ser cambiada, y las tablas en las cuales él escribió la ley eran de sólida piedra, lo cual simbolizaba la inmutabilidad de sus preceptos. El rocoso Horeb llegó a ser un lugar sagrado para todos los que amaban y reverenciaban la ley de Dios. ECFP 72.3