La Edificación del Carácter

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Dios no ha cambiado

El carácter de Dios no ha cambiado. El es el mismo Dios celoso como lo fue cuando dio su ley sobre el Sinaí, y la escribió con su propio dedo sobre las tablas de piedra. Los que pisotean la santa ley de Dios pueden decir: “Estoy santificado”; pero el estar verdaderamente santificado y pretender santificación son dos cosas diferentes. ECFP 66.1

El Nuevo Testamento no ha cambiado la Ley de Dios. El carácter sagrado del sábado del cuarto mandamiento está tan firmemente establecido como el trono de Jehová: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido”. 1 Juan 3:4-6. Estamos autorizados a tener la misma apreciación que la que tuvo el amado discípulo hacia aquellos que pretenden permanecer en Cristo y ser santificados mientras viven en la transgresión de la ley de Dios. El se encontró con la misma clase de personas que nosotros. Dijo: “Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que práctica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio”. 1 Juan 3:7, 8. Aquí el apóstol habla en términos claros al considerar el tema. ECFP 66.2

Las epístolas de Juan están saturadas de un espíritu de amor. Pero cuando él se enfrenta con esa clase de personas que quebrantan la ley de Dios y sin embargo pretenden estar viviendo sin pecado, no vacila en amonestarlas acerca de su terrible engaño. “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”. 1 Juan 1:6-10. ECFP 67.1