La Edificación del Carácter

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Lecciones en la edificación del carácter

En una oportunidad Juan estaba empeñado en una disputa con varios de sus hermanos, sobre cuál de ellos sería considerado el mayor. No tenían la intención de que sus palabras llegaran a oídos del Maestro; pero Jesús leyó su corazones, y aprovechó la oportunidad para dar a sus discípulos una lección de humildad. Esta no era sólo para el pequeño grupo que escuchaba sus palabras, sino que había de ser registrada para beneficio de todos sus seguidores, hasta la terminación del tiempo. “Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos”. Marcos 9:35. ECFP 53.2

Los que poseen el espíritu de Cristo no tendrán ambición de ocupar una posición por encima de sus hermanos. Aquellos que son pequeños a sus propios ojos son los que serán considerados grandes a la vista de Dios. “Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: El que reciba en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió”. Marcos 9:36, 37. ECFP 54.1

¡Qué preciosa lección es ésta para todos los seguidores de Cristo! Los que descuidan los deberes de la vida que les incumben directamente, los que no usan de misericordia y bondad, cortesía y amor, aun hacia un niñito, están descuidando a Cristo. Juan sintió la fuerza de esta lección y la aprovechó. ECFP 54.2

En otra oportunidad, su hermano Santiago y él mismo habían visto a un hombre echando demonios en el nombre de Jesús, y debido a que no se vinculó inmediatamente con su grupo, decidieron que no tenía derecho a hacer esta obra, y consecuentemente se lo prohibieron. Con la sinceridad de su corazón, Juan relató la circunstancia a su Maestro. Jesús dijo: “No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es”. Marcos 9:39, 40. ECFP 54.3

En cierta ocasión, Santiago y Juan presentaron por medio de su madre la petición de que se les permitiera ocupar las más altas posiciones de honor en el reino de Cristo. El Salvador contestó: “No sabéis lo que pedís”. Marcos 10:38. ¡Cuán poco entendemos muchos de nosotros la verdadera importancia de nuestras oraciones! Jesús conocía el sacrificio infinito que costaría adquirir esa gloria, cuando “por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio”. Hebreos 12:2. Ese gozo consistía en ver almas salvadas por su humillación, su agonía, y el derramamiento de su sangre. ECFP 54.4

Esta era la gloria que Cristo había de recibir, y que estos dos discípulos habían solicitado que se les permitiera compartir. Jesús les preguntó: “¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados del bautismo con que yo soy bautizado? Ellos dijeron: Podemos”. Marcos 10:38, 39. ECFP 55.1

¡Cuán poco comprendían ellos lo que significaba ese bautismo! “A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado”. Marcos 10:39, 40. ECFP 55.2