En los Lugares Celestiales

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Justicia mediante Cristo, 9 de enero

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. 2 Corintios 5:21. ELC 17.1

El Dios de justicia no escatimó a su Hijo... Toda la deuda por las transgresiones de la ley de Dios fue exigida de nuestro Mediador. Se requirió una expiación completa. Cuán apropiadas son las palabras de Isaías: “Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento”. Su vida fue puesta en “expiación por el pecado”. “El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados”. Isaías 53:10, 5. ELC 17.2

Jesús sufrió la pena máxima de la ley por nuestras transgresiones, y la justicia fue plenamente satisfecha. La ley no es abrogada; no ha perdido ni una jota de su fuerza. Por el contrario, se yergue en santa dignidad, la muerte de Cristo en la cruz testifica de su inmutabilidad. Sus demandas han sido satisfechas, su autoridad mantenida. ELC 17.3

Dios no escatimó a su Unigénito. Para mostrar la profundidad de su amor por los hombres, lo entregó por todos nosotros. “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. Miradlo muriendo en la cruz. Mirad a Aquel que es igual a Dios mofado y ridiculizado por la plebe. Miradlo en el Getsemaní, inclinado bajo el peso de los pecados de todo el mundo. ELC 17.4

¿Fue remitido el castigo debido a que era el Hijo de Dios? ¿Fueron retenidas las copas de ira de Aquel que fue hecho pecado por nosotros? Sin disminución cayó el castigo sobre nuestro Sustituto divino-humano. ELC 17.5

Oigamos su clamor: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Marcos 15:34. Fue tratado como pecador, para que pudiéramos ser tratados como justos, para que Dios pudiera ser justo, y sin embargo el justificador del pecador... ELC 17.6

El amor que existe entre el Padre y el Hijo no puede ser descripto. Es inconmensurable. En Cristo Dios vio la belleza y perfección de excelencia que mora en sí mismo... ELC 17.7

El idioma es demasiado débil para que podamos intentar describir el amor de Dios. Creemos en él, nos regocijamos en él, pero no podemos abarcarlo.—Manuscrito 31, 1911. ELC 17.8