El Colportor Evangélico

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No depender de premios

Los que poseen una humildad genuina y cuyas mentes han sido expandidas por las verdades desplegadas en el evangelio, tendrán una influencia que se sentirá. Impresionarán las mentes y los corazones y la mayoría de la gente los respetará, aun los que no simpaticen con su fe. Con las verdades bíblicas y nuestros valiosos periódicos, tendrán éxito porque el Señor allanará el camino ante ellos. Pero ofrecer a la gente nuestras revistas con obsequios y premios no ejercerá influencia permanente para el bien. Si nuestros obreros actuaran dependiendo de las verdades bíblicas, del amor de Cristo y del amor por las personas en sus corazones, lograrían más en obtener suscriptores permanentes que si dependieran de premios y precios bajos. La importancia que se da a los incentivos para que el público adquiera la revista, da la impresión de que ésta no posee mérito alguno. Los resultados serían mejores si se diera la importancia a la publicación misma y se reservara el dinero destinado a los premios para distribuir Números gratuitos. Cuando se ofrecen premios, algunos deciden comprar la revista que de otra manera no la hubieran comprado, pero otros rehusarán suscribirse porque piensan que es una especulación. Si el colportor presentara los valores de la revista en sí, con su corazón puesto en el Señor para obtener el éxito y dependiendo menos de los premios, lograría mucho más.—Testimonios para la Iglesia 5:378 (1885). CE 90.2

Para hacer circular El conflicto de los siglos, Patriarcas y profetas, El Deseado de todas las gentes, Daniel y Apocalipsis y otros libros de igual tenor, deben conseguirse colportores que tengan un sentido del valor de los temas tratados por estas obras, y una comprensión de la tarea que ha de ser hecha para interesar a la gente en la verdad. Se dará a tales colportores ayuda especial, algo que está por encima de todas las supuestas ventajas de las ilustraciones. Los colportores que han nacido de nuevo por la obra del Espíritu Santo serán acompañados por los ángeles, quienes irán delante de ellos a las moradas de la gente preparándoles el camino.—Manuscrito 131, 1899. CE 91.1