El Colportor Evangélico

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Un comportamiento cuidadoso

Nuestros ministros y todos los que profesan creer la verdad deben asumir una actitud decidida para elevar el bajo nivel que algunos parecen inclinados a adoptar en lo que toca a sus palabras y comportamiento. En muchos casos éste no corresponde de manera alguna con las verdades sagradas y santas que profesamos. Muchas personas que no están convertidas se sienten competentes para ser colportoras. Nunca han sentido la gracia transformadora de Cristo. No son puros. Están viviendo una vida cotidiana descuidada y pecaminosa. Sus prácticas son tales que harían que los santos ángeles escondieran sus rostros. Debemos alcanzar una norma más elevada, o seremos un reproche para la causa de Dios y una piedra de tropiezo para los pecadores.—Carta 26d, 1887. CE 69.1