El Colportor Evangélico

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La necesidad de energía y entusiasmo

Entre el pueblo que profesa la verdad presente no existe un espíritu misionero que corresponda con nuestra fe. El temple de oro puro falta en el carácter. La vida cristiana es más de lo que ellos piensan. No consiste en mera gentileza, paciencia, mansedumbre y bondad. Esas virtudes son esenciales; pero hacen falta también el valor, la fuerza, la energía y la perseverancia. Muchos que hacen la obra del colportaje son débiles. No tienen valor, carecen de espíritu y se desaniman con facilidad. No tienen empuje. No poseen los rasgos positivos de carácter que infunden al hombre el poder de hacer algo: el espíritu y la energía que encienden el entusiasmo. La obra del colportor es una tarea honorable y no debiera actuar como si se avergonzara de ella. Si desea que sus esfuerzos tengan éxito, debe tener valor y confianza. CE 65.1

Cultivar las virtudes activas—Deben cultivarse tanto las virtudes activas como las pasivas. El cristiano, aunque está siempre dispuesto a dar la blanda respuesta que aparta la ira, debe poseer el valor de un héroe para resistir el mal. Con el amor que todo lo sufre, debe tener la fuerza de carácter que hará de su influencia un poder en favor del bien. La fe debe fraguarse en su carácter. Sus principios han de ser sólidos; debe ser una persona de espíritu noble, fuera del alcance de toda sospecha y vileza. El colportor no ha de ser infatuado. Al asociarse con los hombres, no debiera hacerse conspicuo, hablando de sí mismo con jactancia; porque si procede así, disgustará a la gente inteligente y sensata. No ha de ser egoísta en sus hábitos ni altanero y dominante en sus maneras. CE 65.2

Emplear tacto—Muchos han decidido en sus mentes que no pueden encontrar tiempo para leer uno de los diez mil libros que se publican y sacan al mercado. Y en muchos casos, cuando el colportor da a conocer el motivo de su visita, la puerta del corazón se cierra firmemente; de ahí la gran necesidad de hacer su obra con tacto y con un espíritu humilde y de oración. Debe estar familiarizado con la Palabra de Dios y tener palabras a su disposición para desenvolver la preciosa verdad y demostrar el gran valor del material de lectura que ofrece.—Testimonios para la Iglesia 5:381 (1885). CE 66.1