El Colportor Evangélico

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El conocimiento esencial

A quienes están asistiendo a la escuela para aprender a hacer la obra de Dios más perfectamente, quiero decirles: Recuerden que es únicamente por una consagración diaria a Dios como pueden llegar a ser ganadores de personas. Ha habido quienes no podían ir a la escuela porque eran demasiado pobres para sufragar sus gastos, pero cuando llegaron a ser hijos e hijas de Dios, echaron mano del trabajo donde estaban y obraron a favor de quienes los rodeaban. Aunque privados del conocimiento que se obtiene en la escuela, se consagraron a Dios, y Dios obró por su medio. Como los discípulos, cuando fueron llamados de sus redes a seguir a Cristo, aprendieron preciosas lecciones del Salvador. Se vincularon con el gran Maestro, y el conocimiento que adquirieron de las Escrituras los calificó para hablar a otros de Cristo. Así llegaron a ser verdaderamente sabios, porque no eran demasiado sabios en su propia estima para recibir instrucción de lo alto. El poder renovador del Espíritu Santo les dio energía práctica y salvadora. CE 36.4

El conocimiento del hombre más sabio que no ha aprendido en la escuela de Cristo, es insensatez en lo que se refiere a conducir a las personas a Cristo. Dios puede obrar únicamente por medio de quienes aceptan la invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”. Mateo 11:28-30.—Joyas de los Testimonios 2:537 (1900). CE 37.1