El Colportor Evangélico

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Sinceridad de propósito

En la vida de Cristo, todo quedó subordinado a su obra: la gran obra de redención que vino a cumplir. Y este mismo celo, esta misma abnegación, este mismo sacrificio, esta misma sumisión a las exigencias de la Palabra de Dios, han de manifestarse en sus discípulos. CE 219.2

Todo aquel que acepte a Cristo como su Salvador personal anhelará tener el privilegio de servir a Dios. Al considerar lo que el cielo ha hecho por él, su corazón se sentirá conmovido de un amor sin límites y de agradecida adoración. Ansiará manifestar su gratitud dedicando sus capacidades al servicio de Dios. Anhelará demostrar su amor por Cristo y por los hombres a quienes Cristo compró. Deseará pasar por pruebas, penalidades y sacrificios. CE 219.3

El verdadero obrero de Dios trabajará lo mejor que pueda, porque así podrá glorificar a su Maestro. Obrará bien para satisfacer las exigencias de Dios. Se esforzará por perfeccionar todas sus facultades. Cumplirá todos sus deberes como para Dios. Su único deseo será que Cristo reciba homenaje y servicio perfecto. CE 219.4

Hay un cuadro que representa un buey parado entre un arado y un altar, con la inscripción: “Dispuesto para uno u otro”: para trabajar duramente en el surco o para servir de ofrenda en el altar del sacrificio. Tal es la actitud de todo verdadero hijo de Dios: ha de negarse a sí mismo y a sacrificarse por la causa del Redentor. CE 220.1