Elena G. de White en Europa
Se despierta una controversia
Además de Elena G. de White estuvieron presentes los hermanos Bourdeau con sus respectivas esposas, el pastor y la Sra. Whitney y Enrique Kellogg. D. T. Bourdeau sugirió que Francia e Italia se dividieran en dos asociaciones, separándose de la Asociación Suiza. No resulta claro cómo pensaba Bourdeau organizar asociaciones que pudieran funcionar con menos de cincuenta miembros, pero él arguyó que cada grupo nacional era celoso e independiente y que el hecho de formar parte de la Asociación Suiza provocaría resentimientos. La Sra. de White respondió que ésa era una razón poderosa por la que debían aprender a mezclarse con otras nacionalidades. EGWE 87.5
“Le dije al Hno. Daniel que esto no estaría de acuerdo con la voluntad de Dios... La verdad es una sola. Involucra tanto a gente de Francia como de Italia, y el hecho de que se mezclen con otras naciones, los suaviza y refina por medio de la verdad”.—Carta 23, 1885. EGWE 88.1
La Sra. de White trató de ayudar a Bourdeau a ver que su propuesta sólo produciría debilitamiento en la causa, que estaba recién en su infancia en estos países. Pero Bourdeau se ofendió y comenzó a rememorar los agravios que, a su criterio, había recibido años atrás en Battle Creek y más tarde cuando trabajó bajo la dirección de J. N. Andrews en Europa. Como su nerviosismo iba en aumento, la Sra. de White sintió que no podía aprobar con su presencia un espíritu tal. Se levantó y abandonó la sala. “No sancionaré un espíritu tal”, explicó en su diario. EGWE 88.2
A la mañana siguiente, su predicación se basó en los principios generales que había tratado de hacerle entender a D. T. Bourdeau. Sin embargo, no mencionó su nombre. En realidad, trató de ampliar la aplicación: EGWE 88.3
“Algunas personas que estuvieron en estos campos misioneros dijeron: ‘No entendéis a los franceses; no comprendéis a los alemanes. Hay que tratarlos de esta manera’. Pero, pregunto yo, ¿es que Dios no los comprende? ¿No es él quien da a sus siervos un mensaje para el pueblo?”—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 136. EGWE 88.4
Luego usó la ilustración del templo judío. Las piedras fueron extraídas de las canteras de las montañas, pero al unirlas formaron un edificio perfecto. Entonces, con gran sinceridad, añadió: EGWE 89.1
“Nadie piense que no necesita recibir el toque de un cincel. No existe ninguna persona o nación que sea perfecta en todas sus costumbres e ideas. Los unos deben aprender de los otros. Por eso Dios quiere que las diferentes nacionalidades se mezclen y sean una en criterio y una en propósito. Entonces se ejemplificará la unión que hay en Cristo”.—Ibid. 137. EGWE 89.2
La Sra. de White confesó que ella casi tenía miedo de ir a Europa porque había oído muchas cosas acerca de las peculiaridades de las diversas nacionalidades. Pero entonces comprendió que Dios puede llevar a la gente a un punto en que acepten la verdad. Luego los instó: EGWE 89.3
“Mirad a Jesús, hermanos; imitad sus modales y su espíritu, y no tendréis problemas en llegar a esas clases diferentes. No tenemos seis modelos, ni cinco. Sólo tenemos uno, y es Jesucristo. Si los hermanos italianos, los franceses y los alemanes procuran imitarlo, afirmarán los pies en el mismo fundamento de la verdad; el mismo espíritu que mora en uno morará en el otro: Cristo en ellos es la esperanza de gloria. Os amonesto, hermanos y hermanas, que no levantéis un muro de separación entre las diferentes nacionalidades. Por el contrario, tratad de derribarlo dondequiera que exista... EGWE 89.4
“Como obreros unidos para Dios, hermanos y hermanas, apoyaos firmemente en el brazo del Todopoderoso. Trabajad por la unidad, trabajad por el amor, y podréis llegar a ser un poder en el mundo”.—Ibid. 137, 138. EGWE 89.5