Elena G. de White en Europa

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Reuniones de preguntas y respuestas

Por fin llegó el momento cuando el concilio debía desviar la atención de los informes del pasado a los planes para el futuro. Guillermo C. White sugirió que bien podría dedicarse algo de tiempo para que los hermanos que lo desearan hicieran algunas preguntas prácticas. Se les daría respuesta y se concedería la oportunidad de entablar una discusión. Se preparó un “buzón de preguntas”. EGWE 79.4

Por fin llegó el momento de ventilar y discutir las diferencias de opinión, y el viernes, cuando Elena G. de White se levantó a las cinco de la mañana para preparar su mensaje devocional, dijo que “el Espíritu de Dios la instó” a presentar a los obreros la necesidad de aceptar las enseñanzas. Su mensaje, basado en Santiago 3:13-18, fue otra exhortación a la unidad. EGWE 79.5

“Nadie debe pensar que no es muy importante el hecho de mantenerse unido con sus hermanos; porque los que no aprendan a vivir en armonía aquí, jamás estarán unidos en el cielo... EGWE 79.6

“Aunque penséis que tenéis razón, no debéis lanzar vuestras ideas para que ocupen el primer lugar y causen discordia... Dejad que Cristo se revele. No acariciéis un espíritu de independencia que os conducirá a pensar que si vuestros hermanos no están de acuerdo con vuestra opinión tienen que estar equivocados. Las opiniones de vuestros hermanos son para ellos tan preciosas como las vuestras lo son para vosotros. En Cristo os uniréis vosotros con ellos, y habrá un dulce espíritu de unidad”.—Ibid. 124-126. EGWE 80.1

Los pioneros son siempre una casta independiente. Tienen que tomar sus propias decisiones y a menudo se ven obligados a avanzar sin la dirección ni el consejo de nadie. Por lo tanto, en los comienzos de la obra en Europa, a muchos obreros les era sumamente difícil adaptarse al hecho de que la iglesia estaba saliendo de su etapa pionera y se iba convirtiendo en una entidad organizada que poseía cierta fuerza. Ahora se hacían necesarias la colaboración y la coordinación. Y el Espíritu de Dios dirigió los mensajes que hacían tanta falta en ese momento. EGWE 80.2

Mientras tanto, Elena G. de White tenía un problema mucho más humano: ¡Un diente que necesitaba atención! El Dr. Vincenzo Guerini, un afable dentista italiano convertido, había venido de Nápoles para asistir al concilio. La Sra. de White lo visitó y lo describió luego como “un refinado caballero... Está totalmente consagrado a la verdad. Un hombre de excelente espíritu”. Carta 23, 1885, p. 2. Era también un hábil profesional. EGWE 80.3

Finalmente llegó el primer sábado, para romper la activa rutina. D. T. Bourdeau predicó en el culto del sábado de mañana y la Sra. de White ocupó el púlpito por la tarde. Su predicación fue de gran ayuda para la hermandad. “Los ángeles celestiales estuvieron en nuestro medio—declaró—. Fui bendecida al hablar, y los hermanos fueron bendecidos al escuchar”.—Ibid., p. 3. EGWE 80.4