Elena G. de White en Europa

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La verdad debe ser presentada con amor

El jueves de mañana la Sra. de White volvió a referirse a un tema que había mencionado durante la asamblea Suiza: La necesidad de presentar la verdad con amor. Señaló el ejemplo de Pablo. Cuando él trabajó en favor de los judíos, no destacó al principio los importantes aspectos de la vida y la muerte de Cristo. Comenzó hablándoles del Antiguo Testamento; demostró a sus oyentes que existía la promesa de un Salvador, y luego les presentó el hecho de que ese Salvador ya había llegado. “Este fue el ‘ardid’ que usó Pablo para atraer almas”, observó la Sra. de White: EGWE 78.1

“Cuando trabajéis en un lugar donde la gente recién comienza a quitarse las escamas de los ojos, y a ver a los hombres como árboles que caminan, tened mucho cuidado de no presentar la verdad en forma tal que despierte prejuicios, y cierren la puerta de su corazón a la verdad. Concordad con la gente en todos los puntos que os sea posible, sin detrimento de vuestras creencias. Dejadles ver que amáis sus almas, y que deseáis armonizar con ellos tanto como sea posible”.—Ibid. 122. EGWE 78.2

Luego añadió, con un dejo de tristeza: EGWE 78.3

“Oh, si pudiera impresionar a todos con la necesidad de trabajar con el espíritu de Jesús; porque se me ha mostrado que a algunas almas en Europa se las ha alejado de la verdad por falta de tacto y habilidad al presentársela”.—Ibid. EGWE 78.4

En la última parte de su disertación del jueves de mañana, trató un problema definido: EGWE 78.5

“No alentéis a cierta gente que hace del vestido el centro de su religión... Hablad del amor y la humildad de Jesús; pero no animéis a los hermanos y hermanas a que se dediquen a buscar defectos en la ropa o el aspecto de los demás. A algunos les deleita hacerlo”.—Ibid. EGWE 79.1

Y concluyó diciendo con franqueza: EGWE 79.2

“Son pocos los hermanos y hermanas que conservan la vestimenta sencilla como yo lo hago. Mis escritos se refieren a este tema *, pero no lo pongo en primer lugar. No se le debe conceder más importancia que a las verdades solemnes y probatorias para este tiempo”.—Ibid. 123. EGWE 79.3