Elena G. de White en Europa
Las reuniones del sábado
Ese sábado de mañana—apenas pocas horas después del sueño—la Sra. de White habló ante un gran auditorio. Había muchas personas no adventistas, y ella sentía una gran preocupación por estas preciosas almas. “Mientras estábamos reunidos en este humilde lugar de culto *—escribió ella—, experimenté realmente la paz de Cristo. Sentí que Jesús y los ángeles estaban presentes”.—The Review and Herald, 27 de septiembre de 1887. EGWE 319.3
Conradi quedó un poco sorprendido cuando, al terminar el sermón, la Hna. White sugirió que tuvieran* una “reunión social” [de testimonios]. Jamás se había hecho algo semejante en la iglesia de Vohwinkel. Excepto unas pocas personas que habían visitado la iglesia de Basilea, el resto de la congregación no tenía la menor idea de lo que era una reunión de testimonios. EGWE 319.4
Sus actividades habituales consistían en reunirse el sábado para orar los unos por los otros y luego—como no tenían pastor que les predicase—regresaban a sus casas; pero, ¡quién había oído siquiera mencionar la expresión “reunión de testimonios”! La hermana White insistió amablemente en que debían celebrarla, y añadió: “El Espíritu del Señor estuvo ciertamente en nuestro medio”. Y, al concluir, pudieron decir: “Tuvimos una excelente reunión social”. Todos los presentes recibieron una rica bendición y muchos de ellos participaron. “Mi corazón se alegró en el Señor al ver a tantos hermanos que eran verdaderas luces en el mundo”.—Ibid. EGWE 320.1
Ese memorable fin de semana en Vohwinkel se realizaron también otras reuniones. El sábado por la noche ella exhortó especialmente a los hermanos a que tuvieran unidad y armonía entre ellos. EGWE 320.2
“Me sentí urgida a hablar nuevamente... a las ocho de la noche, y así lo hice, sobre la necesidad de realizar esfuerzos especiales para que hubiera armonía, y que los miembros de la iglesia ocuparan sus mentes con pensamientos acerca de la verdad, el Salvador y la vida futura. Si vivían y caminaban en la verdad no emplearían el tiempo en hablar de los errores y faltas ajenos. Después que terminé de predicar, el Hno. Conradi continuó la reunión hasta la medianoche. EGWE 320.3
El domingo, el Hno. Conradi habló por la mañana acerca de la obra misionera. A las tres de la tarde prediqué acerca de 1 Juan 3:1-3. Sentí mucha libertad aunque estaba algo débil por la falta de alimento, que mi estómago no recibía. El Hno. Conradi trabajó fielmente con ellos, y creo que tuvo mucho éxito. Sus dificultades cesaron, con excepción de un hermano que abandonó la reunión. El Hno. Conradi lo siguió y conversó con él hasta las dos de la mañana, con buenas perspectivas de que los problemas se solucionarían”.—Manuscrito 32, 1887. EGWE 320.4