Elena G. de White en Europa
Un agradable viaje a Rigi
Además de interesarse por la salud espiritual de los obreros de la oficina de Basilea, a Elena G. de White le agradaba participar con ellos de alguna recreación sana. A fines de agosto, junto con su familia y un grupo grande de empleados de la oficina, salieron a disfrutar de un día al aire libre. El punto de destino era Rigi, un núcleo montañoso ubicado entre los lagos Lucerna, Zug y Schwyz. La visión panorámica que se aprecia desde la cumbre de esas montañas es magnífica. Después de recorrer 100 km por tren llegaron a Lucerna, donde tomaron un vapor que los llevó a Vitznau; allí subieron a un tren pequeño pero sólido, equipado con un engranaje de cremallera y piñón para escalar la montaña. EGWE 241.1
“Rigi es un lugar nuevo y uno de los centros turísticos más populares de Suiza”, señaló Elena G. de White. Las aguas “verde-azuladas” del lago ofrecen “una vista bellísima”.—Manuscrito 33, 1886. EGWE 241.2
El trencito que los condujo montaña arriba fascinó a la Sra. de White. EGWE 241.3
“El tren consiste en un solo coche con capacidad para 54 personas y no tiene compartimentos. Parece un tren urbano. La trocha es similar a la de los ferrocarriles comunes. Entre ambos rieles, en el centro, corren paralelamente otros dos rieles provistos de dientes donde engancha la rueda de cremallera que está debajo de la locomotora. El tren funciona mediante vapor”.—Ibid. EGWE 241.4
Después de subir la montaña durante veinte minutos, el tren se introdujo en un túnel, y al salir nuevamente a la luz atravesó un puente que estaba sostenido por dos pilares de hierro, sobre una profunda quebrada. EGWE 242.1
Poco después llegaron a la estación de Kaltbad. A la izquierda había una clínica de reposo muy grande. “Este lugar parece interesante—observó la Sra. de White—, y me hubiera gustado mucho quedarme aquí algunas horas”.—Ibid. EGWE 242.2
Ya más cerca de la cima llegaron a Rigi-Staffel, donde las vías provenientes del otro lado de las montañas se unían con las del ferrocarril en que viajaban. También allí le hubiera agradado quedarse a la Sra. de White, pero el tren prosiguió su marcha. EGWE 242.3
“Subíamos y seguíamos subiendo cada vez más alto hasta que quedamos un tanto aturdidos. Finalmente alcanzamos la cumbre... Fue una hermosa oportunidad para contemplar el paisaje. Observamos hacia abajo los desfiladeros de centenares de metros de profundidad, donde corrían raudamente los arroyos”.—Ibid. EGWE 242.4
Después de descender, el alegre grupo de misioneros se sentó bajo los árboles, mientras aguardaba la llegada del vapor. EGWE 242.5
“El vapor llegó a la ribera, y subimos a bordo. Está tan atestado de pasajeros que parece casi imposible introducirse en la apretujada multitud. El paisaje del Lago Lucerna es bellísimo, pero notamos que se aproxima una tormenta. El rumor distante de los truenos y el vivo resplandor de los relámpagos nos advierten que debemos buscar refugio... Nos apresuramos antes que la multitud se ponga en movimiento; y, por las ventanillas de la cabina, contemplamos una vista hermosísima: Las grandes gotas de lluvia que caen sobre la superficie suave del lago, parecen diamantes centelleantes. Jamás había contemplado una escena semejante”.—Ibid. EGWE 242.6
La lluvia seguía cayendo cuando el vapor arribó al puerto. Guillermo White intentó conseguir un coche para llegar a la estación del ferrocarril, pero no halló ninguno libre. Los esperaba un programa de actividades muy intenso, y no tenían otra solución que apresurarse bajo el aguacero para alcanzar el tren a Basilea. EGWE 243.1
Sin embargo, la mojadura no les enfrió el entusiasmo, a juzgar por la siguiente declaración de la Sra. de White: EGWE 243.2
“Estábamos bastante mojados, incómodos, y ofrecíamos un aspecto lastimoso. Ella palmoteó y con tono gozoso preguntó; ‘Dime, Sara, ¿no estás contenta de haber ido a Rigi?’ Nos hizo mucha gracia y tratamos de contemplar el asunto desde esa misma perspectiva, poniendo a un lado los matices oscuros”.—Ibid. EGWE 243.3
Había llegado el momento de trazar los planes para otro viaje largo. Elena G. de White iba a verse envuelta una vez más en un sinnúmero de predicaciones y responsabilidades de asesoramiento. EGWE 243.4