Elena G. de White en Europa
La respuesta de la comisión
Tan pronto como hubo terminado de hablar, el Sr. Hansen se puso de pie. “Yo no creo que éstos sean cuentos fantasiosos—respondió—. Yo acepto estas palabras, y creo en la verdad que se nos ha presentado esta mañana, y le agradezco a la hermana White por haberla expresado”. EGWE 231.1
La respuesta de Hansen era importante porque, aunque había sido borrado de la lista de iglesia durante algún tiempo, seguía siendo un hombre de mucha influencia en la congregación. Su problema consistía en una observancia incorrecta del sábado. Como contratista, tenía muchos empleados, y había estado haciendo negocios en sábado por conveniencias personales. EGWE 231.2
Elena G. de White le había escrito cartas “confidenciales y fervientes”, exhortándolo “con amor—según declaró ella misma—, intercediendo en el nombre de Cristo para que salvara su alma”. EGWE 231.3
Después de pasar por la difícil prueba de la reunión de la junta, ella se sintió “débil como un niño”. EGWE 231.4
“El tener que transmitir testimonios severos me hace mucho daño. Siempre me desagrada el hecho de infligir un dolor, pero cuando veo el mal y su tendencia a debilitar y destruir la disciplina eclesiástica... no puedo quedarme tranquila. Tengo que hablar y, en el nombre del Señor, procuro reprimir la creciente marea de maldad”.—Manuscrito 66, 1886. EGWE 231.5
En ocasiones como ésta, Guillermo White sabía que su madre necesitaba descanso y recreación. Alquiló un coche y la llevó a pasear durante dos horas por los parques forestales de la ciudad. Allí, al ver pasar las familias con cestas preparadas para una comida campestre, y al recorrer las orillas de los hermosos lagos, ella pudo relajar sus tensiones y se reanimó. “Disfrutamos mucho de este paseo”, dijo. “Gozamos de paz y descanso”.—Ibid. EGWE 231.6