Elena G. de White en Europa
Días críticos para el presidente de la asociación
Entre bastidores, en la Asociación Sueca de Orebro, se agitaban algunos sentimientos, y habían comenzado a traslucirse algunos asuntos importantes que se iban a hacer sentir en toda Escandinavia. J. G. Matteson, pionero de la obra en la región del norte, los había mantenido bajo control hasta entonces. Era un hombre de enorme talento, habilidad y consagración. Los adventistas escandinavos lo tenían en la más alta estima. Pero ningún hombre se encuentra en una posición segura cuando ocupa alturas que dan vértigos. EGWE 221.1
Elena G. de White vio con claridad que para que la causa de la verdad continuara prosperando, sería necesario introducir ideas y talentos diferentes para equilibrar las cosas. Matteson conocía su forma de pensar. Por lo tanto, cuando O. A. Olsen llegó de Norteamérica, Matteson comenzó a sospechar y sintió temor de que lo dejaran a un lado. Pero no era ése el caso. Antes de concluir la asamblea el lunes 2 de junio, el pastor Matteson fue reelegido presidente de la asociación. A fin de dar aliento y fuerza a la obra en expansión, se organizó una sociedad misionera y de publicaciones, y O. A. Olsen fue nombrado director de ella. EGWE 221.2
A la Sra. de White se le había mostrado que una de las grandes tentaciones de los administradores en la obra de Dios sería la de intentar eliminar la competencia en el liderazgo, para absorberlo por completo para sí mismos. Matteson estaba expuesto a este peligro, pero él no era el único. La misma tentación parece haber perseguido a los hombres que se destacaron como pioneros en aspectos importantes de la obra. En 1883, en algunas cartas que ella escribió a J. N. Andrews, lo previno contra el peligro de querer dominar la obra, y mencionó que J. N. Loughborough había sufrido la misma tentación. Era una debilidad común y a menudo se le pedía a la sierva del Señor que la combatiera. Al mismo tiempo, ella reconocía todo el bien que llevaban a cabo esos hombres consagrados, y los defendió enfáticamente siempre que tuvo oportunidad de hacerlo. EGWE 221.3
Cuando Guillermo White partió para el congreso de la Asociación General celebrado en 1885, Elena G. de White le recomendó que llevara un buen informe acerca de Matteson. EGWE 222.1
“Guillermo, quiero que se presente a Matteson en la debida manera ante la Asociación General. Vemos errores y fallas en su obra y en la misión, pero ¿habrían actuado mejor otras personas en las mismas circunstancias? Creo que él ha realizado, en muchos aspectos, un buen trabajo. Ha sufrido privaciones y ha levantado la obra de la nada. Todas estas cosas merecen nuestro aprecio y lo alentaremos en todo lo que podamos, sin pronunciar ni una palabra que lo desanime”.—Carta 36, 1885. EGWE 222.2
Aunque ella fue llamada a desempeñar la desagradable tarea de señalar las deficiencias y los errores de algunos hombres, este hecho jamás cercenó su confianza o su amistosa preocupación por ellos. Precisamente antes de regresar a Basilea después de su primera visita a Italia, escribió a Matteson y a su esposa una extensa carta llena de noticias acerca del viaje, sin otra razón aparente que la de mostrarles su amistad. EGWE 222.3
En la asamblea de Orebro, ella tuvo la impresión de que Matteson estaba un poco retraído. Mantuvo una larga charla con su esposa, y le dijo “que el Hno. Olsen no iba a reemplazar a Matteson sino a ayudarlo en la obra y que entre los dos no podrían realizar ni la mitad de todo lo que tenía que hacerse en estos reinos”.—Carta 117, 1886. EGWE 222.4
En una carta dirigida a G. I. Butler, presidente de la Asociación General, le confesó lo siguiente: EGWE 222.5
“He estado escribiendo cartas confidenciales al pastor Matteson acerca de diversos aspectos de sus hábitos de trabajo que debería cambiar. He procurado sanar la herida con toda la amabilidad, simpatía y cortesía que le pude ofrecer; y ahora parece que él se ha tornado totalmente accesible y ha comprendido que no queremos herirlo sino ayudarlo”.—Ibid. EGWE 223.1
Al terminar la reunión la gente regresó a su casa, y Matteson y Olsen fueron juntos con muy buen espíritu a la reunión de la Asociación Danesa, que iba a comenzar dos días más tarde en Jerslav, en el norte de Jutlandia. EGWE 223.2
Elena G. de White se quedó en Orebro hasta el jueves, cuando tomó el tren para Cristianía, y pasó la noche en Charlottenburg. Al llegar a Cristianía, el viernes de mañana, encontró rostros nuevos en la sede de la asociación. Niels Clausen acababa de llegar para redactar las publicaciones en danés y noruego, y también había venido Juan Lorentz para colaborar con la nueva casa editora. EGWE 223.3
Las prensas nuevas ya estaban listas para trabajar, y se había remodelado la parte antigua del edificio, que ahora estaba transformada en departamentos para vivienda. Se habían reservado dos habitaciones para la Sra. de White y sus ayudantes, y los miembros de la iglesia de Noruega contribuyeron para amueblarlas temporariamente. “Estaremos cómodos aquí”, anotó complacida Elena G. de White en su diario. EGWE 223.4
El sábado de mañana Guillermo White predicó para la iglesia reunida en el salón de la nueva casa editora. Le pareció un lugar conveniente para hablar: La voz no retumbaba ni había eco, y observó que la galería dividida en dos partes era apropiada para el estudio bíblico durante la escuela sabática. EGWE 223.5
Esa tarde, Elena G. de White habló acerca de la “necesidad de ser diligentes a fin de estar preparados para* la aparición de Cristo Jesús”, basándose en el texto bíblico de 2 Pedro 3:11-14. Se iniciaba una semana y media de trabajo intenso en favor de la iglesia de Cristianía. Los problemas que ella había observado entre los miembros durante su última visita, no habían desaparecido. Pero antes de dedicarse de lleno a la iglesia capitalina, tenía que cumplir un compromiso en Larvik, una ciudad que distaba unos 110 km, y donde E. G. Olsen había estado trabajando desde el mes de diciembre. EGWE 223.6
Durante toda la noche viajó en vapor. Como todos los camarotes estaban ocupados, trató de arreglarse en la forma más cómoda posible, junto con Sara y otras once señoras, en los asientos de la sala de damas. Llegaron exhaustas a Larvik, y fueron directamente a un hotel. EGWE 224.1
Después de almorzar con la familia Olsen salieron a caminar por el parque. Mientras paseaba entre los hermosos árboles de hayas, tuvo una agradable sorpresa al observar que no se vendía cerveza ni licores. “Sólo se ofrecen bebidas suaves y sencillas tales como el agua gaseosa”, declaró. EGWE 224.2
A las cuatro de la tarde se dirigió al salón para predicar. En Larvik habían aceptado el sábado unas 20 personas, las cuales se habían congregado ahora, con sus amistades, para escuchar a la diminuta predicadora. Ella pensaba hablarles en forma tal que nadie pudiera sentirse ofendido, pero la Providencia había planeado algo diferente. “El Señor me dio un mensaje en relación con la falsa teoría de la santificación”, declaró, y predicó con poder acerca de la santa ley de Dios y la vida piadosa. Manuscrito 57, 1886. En esa época, vivían en Larvik algunas personas que pretendían poseer la perfecta santidad, aunque transgredían la ley. Alguien llegó al extremo de aseverar que era el mismo Cristo. La predicación casi asustó a Eduardo Olsen, aunque declaró que “los creyentes estaban muy contentos y habían recibido un gran beneficio” y que el sermón “era precisamente lo que necesitaban”.—Ibid. EGWE 224.3
A la mañana siguiente volvieron a tomar el vapor que los llevaría a Cristianía. Mientras tanto, el pastor Matteson había regresado de la Asociación Danesa con un buen informe. “Los hermanos [daneses] parecen dispuestos a trabajar y avanzar. A pesar de su pobreza, es notable observar cómo se mantienen dentro de su presupuesto”.—Manuscrito 66, 1886. EGWE 225.1
Matteson y Olsen, junto con Niels Clausen, Guillermo White y Juan Lorentz comenzaron de inmediato a hacer planes para la nueva casa publicadora, las campañas evangélicas y la preparación de colportores. Los consejos del espíritu de profecía y los acuerdos votados en el concilio europeo acerca de la necesidad de preparar obreros, fueron tomados muy en serio. EGWE 225.2