A Fin de Conocerle

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El gozo puesto delante de él, 28 de diciembre

El cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:2. AFC 366.3

La obra de Cristo en el mundo consistió en buscar y salvar lo que se había perdido. Siempre vio ante él el resultado de su misión, aunque debió recibir primero el bautismo de sangre, aunque el peso de los pecados del mundo gravitó sobre su alma inocente, aunque la sombra de una indecible calamidad siempre se cernió sobre él. Sin embargo, por el gozo propuesto delante de él, soportó la cruz y despreció la vergüenza. Soportó todo esto para salvar al hombre pecador, para elevarlo y ennoblecerlo y darle un lugar con él en su trono.—The Review and Herald, 20 de diciembre de 1892. AFC 366.4

Cristo es el originador de la verdad divina. Conocía la altura y la profundidad, la longitud, la anchura y la plenitud de la compasión del amor divino, como ningún mortal puede conocerla. Sabía qué gran bendición rehusaban los pecadores cuando rechazaban la luz divina... AFC 366.5

Los hombres están contaminados con el pecado, y no pueden tener una concepción adecuada del atroz carácter del mal que acarician. Por causa del pecado, la Majestad del cielo fue golpeada, herida de Dios y afligida. Nuestro Sustituto desnudó voluntariamente su alma ante la espada de la justicia, para que nosotros no pereciéramos sino que tuviéramos vida eterna. Cristo dijo: “Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo”. Juan 10:17, 18. Ningún hombre del mundo y ningún ángel del cielo habría podido pagar la penalidad del pecado. Jesús era el único que podía salvar al hombre rebelde.—Ibid. AFC 367.1

El gozo puesto delante de Jesús fue el de ver almas redimidas por el sacrificio de su gloria, su honor, sus riquezas y su propia vida. La salvación del hombre era su gozo. Cuando todos los redimidos estén reunidos en el reino de Dios, él verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho.—Testimonios para la Iglesia 2:604. AFC 367.2