A Fin de Conocerle

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La crisis de los siglos, 14 de diciembre

¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob, pero de ella será librado. Jeremías 30:7. AFC 352.3

El cumplimiento de las señales de los tiempos demuestra que el día del Señor está cercano... AFC 352.4

La crisis se aproxima sigilosamente a nosotros. El sol brilla en el cielo, haciendo su recorrido usual, y los cielos aún declaran la gloria de Dios. Los hombres siguen comiendo y bebiendo, sembrando y edificando, casándose y dándose en casamiento. Los comerciantes siguen comprando y vendiendo... Los amadores de los placeres siguen hacinándose en los teatros, en los hipódromos y en los infiernos del juego. Prevalece la mayor excitación y, sin embargo, el tiempo de gracia está llegando rápidamente a su final, y cada caso está por ser decidido para la eternidad. Satanás comprende que su tiempo es escaso. Ha puesto a todos sus instrumentos al trabajo, para engañar, ocupar y seducir a los hombres, hasta que termine el tiempo de gracia y Se cierre para siempre la puerta de la misericordia... AFC 352.5

El “tiempo de angustia, cual nunca fue” (Daniel 12:1) está por sobrevenir; y necesitaremos una experiencia que muchos son demasiado indolentes para tener... Ahora, mientras nuestro Sumo Sacerdote está haciendo la expiación por nosotros, deberíamos procurar la perfección en Cristo. Nuestro Salvador no fue inducido a ceder al poder de la tentación ni siquiera en pensamiento. Satanás encuentra en los corazones humanos un lugar donde afirmarse: se acaricia algún deseo pecaminoso por medio del cual sus tentaciones ejercen su poder. Pero Cristo dijo de sí mismo: “El príncipe de este mundo... nada tiene en mí”. Juan 14:30. Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo de Dios que le permitiera obtener la victoria. Había guardado los mandamientos de su Padre, y en él no había ningún pecado que Satanás pudiera utilizar con ventaja. Esta es la condición en que deben encontrarse los que han de permanecer firmes en el tiempo de angustia.—The Review and Herald, 14 de marzo de 1912. AFC 353.1