Conflicto y Valor

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Inducidos al error, 3 de mayo

Jueces 8:22-27.

Y Gedeón hizo... un efod... y fue tropezadero a Gedeón y a su casa. Jueces 8:27. CV 129.1

En su gratitud porque lo había librado de los madianitas, el pueblo de Israel propuso a Gedeón que se hiciera rey, y que el trono quedara asegurado para sus descendientes. Esta propuesta era una violación categórica de los principios teocráticos. Dios era rey de Israel, y poner a un hombre en el trono sería rechazar a su Soberano divino. Gedeón reconocía este hecho; y su contestación demuestra cuán fieles y nobles eran sus móviles. Declaró: “No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová será vuestro Señor”. CV 129.2

Pero Gedeón se dejó extraviar por otro error que acarreó el desastre sobre su casa y sobre todo Israel. Es frecuente que la época de inactividad que sigue a una gran lucha entrañe más riesgos que el propio período de conflicto. A tales peligros se vio expuesto Gedeón. Un espíritu de inquietud se había apoderado de él. Hasta entonces se había contentado con cumplir las instrucciones que Dios le daba; pero ahora, en vez de esperar la dirección divina, empezó a hacer planes por su cuenta. Siempre que los ejércitos del Señor hayan ganado una victoria señalada, Satanás redoblará sus esfuerzos para destruir la obra de Dios... CV 129.3

Por el hecho de que se le había mandado que ofreciera un sacrificio sobre la roca donde el ángel se le había aparecido, Gedeón concluyó que se le había designado para que oficiara como sacerdote. Sin esperar la aprobación divina, decidió proveerse de un lugar apropiado e instituir un sistema de culto semejante al que se practicaba en el tabernáculo. Gracias a la intensidad del sentimiento popular, no encontró dificultad alguna para realizar su proyecto.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 597, 598. CV 129.4

Los que se encuentran en las posiciones más altas pueden desviarse, especialmente si sienten que no hay peligro. Los más sabios se equivocan; los más fuertes se cansan... Es un pensamiento solemne saber que la eliminación de una sola salvaguardia de la conciencia, el fracaso en cumplir una sola buena resolución, la formación de un solo hábito pernicioso pueden producir no sólo nuestra propia ruina, sino la ruina de quienes hayan puesto su confianza en nosotros. Nuestra única seguridad está en seguir los pasos del Maestro que indican el camino, confiar sin reservas en la protección de Aquel que dice: “Sígueme”. The S.D.A. Bible Commentary 2:1004, 1005.* CV 129.5