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La televisión y el teatro

El teatro* está entre las fuentes más peligrosas de placer. En vez de ser una escuela de moralidad y virtud, como tan a menudo se sostiene, es precisamente un semillero de inmoralidad. Debido a estos entretenimientos, se fortalecen y confirman hábitos depravados y propensiones pecaminosas. Cantos vulgares, gestos, expresiones y actitudes sensuales depravan la imaginación y degradan la moral. EUD 76.3

Todo joven que asiste habitualmente a esos espectáculos, se corromperá. No hay en nuestro país una influencia más poderosa para envenenar la imaginación, destruir las impresiones religiosas y embotar el gusto por los placeres tranquilos y las sobrias realidades de la vida, que los entretenimientos teatrales. El amor por estas escenas aumenta cada vez que nos solazamos en ellas, así como el deseo de bebidas intoxicantes se fortalece con su uso.—Testimonies for the Church 4:652-653 (1881). EUD 76.4

No podría invocarse la bendición de Dios sobre la hora pasada en el teatro o en la sala de baile. Ningún cristiano querría encontrar la muerte en semejante lugar. Nadie querría ser hallado allí cuando Cristo venga.—Mensajes para los Jóvenes, 282 (1882). EUD 77.1

Los únicos entretenimientos seguros son aquellos que no ahuyentan los pensamientos religiosos y serios; los únicos lugares seguros adonde podemos acudir son aquellos adonde podemos llevar a Jesús con nosotros.—Nuestra Elavada Vocacion, 286 (1883). EUD 77.2