Mensajes para los Jóvenes

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Capítulo 135—El baile

El verdadero cristiano no deseará entrar en ningún lugar de diversión ni ocuparse en ningún entretenimiento sobre el cual no pueda pedir la bendición de Dios. No será hallado en el teatro, ni en la sala de billar, ni en salones donde se juega a los bolos. No se unirá a los alegres bailarines, ni tendrá parte en ningún otro placer seductor que haga desvanecer de la mente la figura de Cristo. MJ 282.1

A los que defienden estas diversiones les contestamos: No podemos participar en ellas en el nombre de Jesús de Nazaret. No podría invocarse la bendición de Dios sobre la hora pasada en el teatro o en la sala de baile. Ningún cristiano querría encontrar la muerte en semejante lugar. Nadie querría ser hallado allí cuando Cristo venga. MJ 282.2

Cuando lleguemos a la hora final y nos hallemos frente a frente con el informe de nuestra vida, ¿lamentaremos haber asistido a tan pocas reuniones de placer? ¿Nos pesará haber tenido parte en tan pocas escenas de jovialidad irreflexiva? ¿No lamentaremos, más bien, amargamente el haber malgastado tantas horas preciosas en la satisfacción del yo, el haber desperdiciado tantas oportunidades que, debidamente aprovechadas, nos hubieran asegurado tesoros inmortales? MJ 282.3

Ha llegado a ser una costumbre entre los que profesan ser religiosos el excusar cualquier complacencia perniciosa con la que esté ligado el corazón. La familiaridad con el pecado los ciega de modo que no ven su enormidad. Muchos que dicen ser hijos de Dios disculpan pecados que su Palabra condena, y para ello mezclan algún propósito de caridad cristiana con sus festines impíos. Utilizan así la vestimenta del cielo para servir con ella al diablo. Estas inmoralidades de moda engañan a las personas, y las hacen descarriar y perder para la virtud e integridad. MJ 282.4