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La vestimenta y los adornos

No hay necesidad de hacer del asunto del vestido el punto principal de vuestra religión. Hay algo más valioso de lo cual hablar. Hablad de Cristo, y cuando el corazón esté convertido, todo lo que no esté en armonía con la Palabra de Dios, se eliminará.—El Evangelismo, 201 (1889). EUD 77.3

Si somos cristianos, seguiremos a Cristo aunque el camino que debamos seguir sea opuesto a nuestras inclinaciones naturales. No vale la pena deciros que no debéis usar esto o lo otro, pues si el amor de esas cosas vanas está en vuestro corazón, el desprenderos de vuestros adornos será tan solo como cortar el follaje de un árbol. Las inclinaciones del corazón natural se manifestarán nuevamente. Debéis estar convencidos en vuestra conciencia.—Conducción del Niño, 404 (1892). EUD 77.4

Ruego a nuestros hermanos que se conduzcan cuidadosa y circunspectamente delante de Dios. Sigan las costumbres en el vestido mientras estén de acuerdo con los principios de salud. Vístanse nuestras hermanas sencillamente, como muchas lo hacen; que el vestido sea de material bueno y durable, aprobado para esta edad, y que la cuestión del vestido no llene la mente. Nuestras hermanas debieran vestirse con sencillez. Debieran vestirse, con una ropa modesta, con pudor y sobriedad. Dad al mundo una ilustración viviente del adorno interno de la gracia de Dios.—Mensajes Selectos 3:276-277 (1897). EUD 77.5

La apariencia exterior es un índice de lo que hay en el corazón.—Testimonies for the Church 1:136 (1856). EUD 77.6