Hijas de Dios

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Séfora, esposa de Moisés

Este capítulo está basado en Éxodo 2.

Cuando Moisés huyó de Egipto a la tierra de Madián, conoció a Séfora, la hija de Jetro, y se casó con ella. HD 31.4

Cediendo al espíritu de desafecto, María halló motivo de queja en cosas que Dios había sobreseído especialmente. El matrimonio de Moisés la había disgustado. El hecho de que había elegido esposa en otra nación, en vez de tomarla de entre los hebreos, ofendía a su familia y al orgullo nacional. Séfora era tratada con un menosprecio mal disimulado. HD 31.5

Aunque se la llama “mujer cusita” (Números 12:1), o “etíope”, la esposa de Moisés era de origen madianita, y por lo tanto, descendiente de Abraham. En su aspecto personal difería de los hebreos en que era un tanto más morena. Aunque no era israelita, Séfora adoraba al Dios verdadero. Era de un temperamento tímido y retraído, tierno y afectuoso, y se afligía mucho en presencia de los sufrimientos.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 402-403 (1890). HD 32.1

Mientras se alejaba de Madián, Moisés tuvo una terrible y sorprendente manifestación del desagrado del Señor. Se le apareció un ángel en forma amenazadora, como si fuera a destruirlo inmediatamente. No le dio ninguna explicación; pero Moisés recordó que había desdeñado uno de los requerimientos de Dios, y cediendo a la persuasión de su esposa, había dejado de cumplir el rito de la circuncisión en su hijo menor. No había cumplido con la condición que podía dar a su hijo el derecho a recibir las bendiciones del pacto de Dios con Israel, y tal descuido de parte del jefe elegido no podía menos que menoscabar ante el pueblo la fuerza de los preceptos divinos. Séfora, temiendo que su esposo fuese muerto, realizó ella misma el rito, y entonces el ángel permitió a Moisés continuar la marcha. En su misión ante Faraón, Moisés iba a exponerse a un gran peligro; su vida podría conservarse solo mediante la protección de los santos ángeles. Pero no estaría seguro mientras tuviera un deber conocido sin cumplir, pues los ángeles de Dios no podrían escudarlo. HD 32.2

En el tiempo de la angustia que vendrá inmediatamente antes de la venida de Cristo, los justos serán resguardados por el ministerio de los santos ángeles; pero no habrá seguridad para el trasgresor de la ley de Dios. Los ángeles no podrán entonces proteger a los que estén menospreciando uno de los preceptos divinos.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 261 (1890). HD 32.3