Hijos e Hijas de Dios

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En perdón, 26 de mayo

Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Lucas 23:34. HHD 155.1

Cristo es nuestro ejemplo. Se puso a sí mismo a la cabeza de la familia humana para realizar una obra cuya importancia los hombres no comprenden porque no perciben los privilegios y las posibilidades que yacen ante ellos como miembros de la familia humana de Dios... Su misericordia no fue debilidad sino un terrible poder para castigar el pecado;... no obstante este poder le sirve también para atraer hacia sí el amor de la humanidad. Por medio de Cristo la justicia recibe la facultad de perdonar sin sacrificar ni una jota de su exaltada santidad.—General Conference Bulletin, 102, 103. HHD 155.2

Cristo nos enseñó a orar de este modo: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”, y añadió: “Porque si perdonareis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial”... HHD 155.3

¿No quisierais, si alguien os ha dañado, y es demasiado orgulloso y obcecado para deciros: “Me arrepiento”, no quisierais, repito, ir al ofensor, para decirle: “Te amo por causa de Cristo, y te perdono la injuria que me has hecho?” Jesús será testigo de este acto de amor, y lo aprobará; y como hacéis a los demás, os será hecho a vosotros también.—The Youth’s Instructor, 1 de junio de 1893. HHD 155.4

La verdadera felicidad no consiste en la posesión de riquezas o del puesto que se ocupa, sino en la posesión de un corazón puro y limpio, lavado por la obediencia a la verdad... A cada cual se le da la oportunidad de practicar los principios del cielo. El perdón de las injurias, no la venganza contra ellas, es una manifestación de sabiduría que constituye la verdadera bondad. El amor semejante al de Cristo por los hombres por medio de los cuales el Señor ha obrado, es una manifestación de verdadera transformación del carácter.—Carta 229, 1905. HHD 155.5