Hijos e Hijas de Dios

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En el bienhacer, 24 de mayo

Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Hechos 10:38. HHD 153.1

Cristo realizó milagro tras milagro cuando estuvo en esta tierra. Por medio de esta obra manifestó lo que Dios puede hacer por los cuerpos y almas afligidos... Constantemente sirvió a los demás, aprovechando toda oportunidad que se le ofrecía. Aun en su infancia dirigió palabras de consuelo y ternura a jóvenes y ancianos... Fue un ejemplo de lo que los niños debieran tratar de ser... En sus palabras y sus actos manifestó tierna simpatía por todos. Su compañerismo era un bálsamo curativo y suavizante para el descorazonado y deprimido.—The Youth’s Instructor, 8 de septiembre de 1898. HHD 153.2

Poseía una paciencia que nada podía vencer, y una veracidad de la cual nadie podía apartarlo. Sus manos y sus pies voluntarios siempre estaban listos para servir a los demás y alivianar las cargas de sus padres.—The Youth’s Instructor, 1 de abril de 1872. HHD 153.3

En todo nuestro derredor se oye el llanto de un mundo afligido. Por todos lados hay menesterosos y angustiados. Nos incumbe aliviar y suavizar las asperezas y miserias de la vida. Sólo el amor de Cristo puede satisfacer las necesidades del alma. Si Cristo mora en nosotros, nuestro corazón rebosará de simpatía divina. Se abrirán los manantiales sellados de un amor ferviente como el de Cristo. HHD 153.4

Son muchos los que han quedado sin esperanza. Devolvámosles la alegría. Muchos se han desanimado... Roguemos por estas almas. Llevémoslas a Jesús. Digámosles que en Galaad hay bálsamo y Médico.—La Historia de Profetas y Reyes, 530, 531. HHD 153.5