Hijos e Hijas de Dios

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Era trabajador, 4 de mayo

Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Juan 9:4. HHD 133.1

La vida de Cristo demuestra a todo joven que una vida de trabajo y obediencia es favorable para la formación de un buen carácter moral, principios firmes, fortaleza de propósito, conocimientos sólidos y elevados logros espirituales. La mayoría de los jóvenes de la actualidad manifiestan amor por los entretenimientos excitantes, que son desfavorables para el desarrollo mental elevado, y para la fortaleza física. La mente no se conserva en calma, en un estado saludable para pensar, sino que la mayor parte del tiempo está excitada; en breve resulta intoxicada por los entretenimientos que anhela, lo que la incapacita para la aplicación profunda, la reflexión y el estudio.—The Youth’s Instructor, 1 de septiembre de 1873. HHD 133.2

En su vida laboriosa, no había momentos ociosos que invitasen a la tentación. No había horas vacías que preparasen el camino para las compañías corruptas. En cuanto le era posible, cerraba la puerta al tentador. Ni la ganancia ni el placer, ni los aplausos ni la censura, podían inducirle a consentir en un acto pecaminoso. Era sabio para discernir el mal, y fuerte para resistirlo... HHD 133.3

No quería ser deficiente ni aun en el manejo de las herramientas. Fue perfecto como obrero, como lo fue en carácter. Por su ejemplo, nos enseñó que es nuestro deber ser laboriosos, y que nuestro trabajo debe cumplirse con exactitud y esmero, y que una labor tal es honorable. El ejercicio que enseña a las manos a ser útiles, y prepara a los jóvenes para llevar su parte de las cargas de la vida, da fuerza física y desarrolla toda facultad... Dios nos asignó el trabajo como una bendición, y sólo el obrero diligente halla la verdadera gloria y el gozo de la vida.—El Deseado de Todas las Gentes, 52, 53. HHD 133.4