Hijos e Hijas de Dios

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Redención por su gracia, 28 de abril

En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia. Efesios 1:7, 8. HHD 127.1

El Señor Jesús vino para fortalecer a cada sincero buscador de la verdad; vino para revelar al Padre. No permitió que nada apartara su mente de la gran obra de restaurar la imagen moral de Dios en el hombre. Y nosotros debemos comprender que la obra grande e importante para nosotros consiste en recibir la semejanza divina, preparar un carácter para la vida futura. Debemos apropiarnos de las verdades celestiales para uso especial nuestro en la vida práctica. Y debemos llevar con nosotros todos los tesoros del conocimiento que nos preparen para la vida que se mide con la de Dios. HHD 127.2

El conocimiento de Dios es tan elevado como el cielo, y tan ancho como la tierra... Solamente los que leen las Escrituras como si fuera la voz de Dios hablándoles, son verdaderos discípulos. Tiemblan ante la Palabra de Dios, que para ellos es una realidad viviente. Estudian, buscan un tesoro escondido. Abren el entendimiento y el corazón para recibir, y oran suplicando gracia celestial, a fin de poder obtener una preparación para la vida futura e inmortal. Cuando se pone en sus manos la antorcha celestial, el hombre ve su propia fragilidad, su debilidad, su desesperanza, y busca justicia para sí mismo. Ve que en sí mismo no hay nada que lo recomiende a Dios. Ora en súplica por el Espíritu Santo, el representante de Cristo, para que sea su guía constante, que lo dirija a toda verdad.—The Youth’s Instructor, 27 de octubre de 1898. HHD 127.3