Hijos e Hijas de Dios

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La queja se muda en alabanza, 19 de abril

Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Salmos 107:8. HHD 118.1

Estamos ligados al cielo y debemos revelar el aspecto atractivo de nuestra fe. No debiéramos avanzar como un grupo de inválidos quejosos, lamentándonos y reclamando a lo largo del camino que nos conduce a la casa del Padre.—The Youth’s Instructor, 25 de agosto de 1898. HHD 118.2

Los profesos cristianos que constantemente se quejan, que parecen considerar la felicidad y el rostro alegre como pecado, no poseen los genuinos atributos de la religión. Los que contemplan el hermoso escenario de la naturaleza como quien observara un cuadro muerto, que prefieren contemplar las hojas caídas en lugar de recoger las flores hermosas, que encuentran un placer morboso en todo lo que hay de melancólico en el idioma en que les habla la naturaleza, que no logran ver belleza en el valle revestido de viviente verdor, y en las grandiosas alturas de las montañas cubiertas de una verde alfombra, que cierran sus sentidos a la gozosa voz que les habla en la naturaleza, voz dulce y musical, los tales no son de Cristo.—The Youth’s Instructor, 26 de marzo de 1898. HHD 118.3

Supongamos que cambie este estado de cosas. Supongamos que tratáis de contar todas las bendiciones que recibís... Fluyeron a vosotros diariamente, año tras año... Las bendiciones de Dios son más numerosas que los cabellos de nuestra cabeza, más que las arenas de la playa. Meditad en su amor y cuidado por vosotros; puede ser que os inspire con tal amor que las pruebas no puedan interrumpirlas ni las aflicciones las puedan disipar.—The Review and Herald, 23 de diciembre de 1884. HHD 118.4