Hijos e Hijas de Dios

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De desafiantes a sumisos, 20 de abril

Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no es provechoso. Hebreos 13:17. HHD 119.1

Hay jóvenes y señoritas que no tienen método para hacer su trabajo. Aunque siempre están ocupados, rinden poco. Tienen ideas erróneas en cuanto al trabajo, y piensan que han trabajado mucho cuando si hubieran puesto método en su obra, y se hubieran aplicado inteligentemente a hacer lo que deben, hubieran hecho mucho más en menos tiempo. Al perder tiempo en cosas de menor importancia, se encuentran atrasados, perplejos y confusos cuando se los llama a cumplir deberes más esenciales. Constantemente están haciendo algo, y ellos creen que están trabajando mucho; y no obstante tienen poco que mostrar como resultado de sus esfuerzos. En circunstancias como éstas, cuando algunos jóvenes y señoritas están equivocándose de tal modo en la disciplina de la vida, sería pecaminoso no dirigirles palabras de advertencia y consejo. HHD 119.2

Es un asunto sumamente delicado hablarle de sus faltas a la gente. El reprensor frecuentemente descubre que los que son objeto de la reprensión manifiestan orgullo y obcecación, y su voluntad se yergue en desafío y oposición. Pero por las razones ya mencionadas debe darse consejo, y deben desnudarse las faltas. Que los jóvenes cultiven un espíritu capaz de recibir enseñanza, que se beneficien con los esfuerzos de aquellos que tratan de ayudarles... HHD 119.3

Nos puede parecer que debemos estudiar nuestro propio corazón, y poner nuestras acciones en armonía con cierta norma propia; pero no es así. Tal proceder deformará en lugar de reformar. La obra debe comenzar en el corazón, y entonces el espíritu, las palabras, la expresión del rostro y los actos de la vida, pondrán de manifiesto que se ha efectuado un cambio.—The Youth’s Instructor, 31 de agosto de 1893. HHD 119.4