Hijos e Hijas de Dios

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Dependencia de Dios, 11 de marzo

Porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5. HHD 79.1

La primera lección que debe enseñarse... es la lección de la dependencia de Dios... Como la flor del campo tiene su raíz en el suelo, y debe recibir aire, rocío, lluvia y luz del sol, así debemos recibir de Dios lo que debe sostener la vida del alma.—Testimonies for the Church 7:194. HHD 79.2

La presencia de Dios es una garantía para el cristiano. Esta Roca de fe es la presencia viviente de Dios. El más débil puede depender de ella. Los que se creen más fuertes pueden convertirse en los más débiles a menos que dependan de Cristo como su eficiencia y su dignidad. Esta es la Roca sobre la cual podemos edificar con éxito. Dios está cerca en el sacrificio expiatorio de Cristo, en su intercesión, su amor, su tierno poder guiador en la iglesia. Sentado junto al trono eterno, los observa con intenso interés. Mientras los miembros de la iglesia obtengan sabia nutrición de Jesucristo por medio de la fe, y no de las opiniones, las invenciones y los métodos de los hombres; si tienen una convicción de la cercanía de Dios en Cristo, y ponen su entera confianza en él, tendrán una relación vital con Cristo, como el pámpano tiene una relación con el tronco. La iglesia no está fundada sobre teorías de hombres, sobre formas y planes vacíos de significado hace ya tiempo. Depende de Cristo, su justicia. Está edificada sobre la fe en Cristo “y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”... HHD 79.3

La fortaleza de toda alma reside en Dios y no en el hombre. La quietud y la confianza han de ser la fuerza de todos los que dediquen su corazón a Dios. Cristo no manifiesta un interés casual en nosotros; el suyo es más fuerte que el de una madre por su hijo.—Manuscrito 15, 1897. HHD 79.4