Hijos e Hijas de Dios

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Las lecciones de la naturaleza, 9 de marzo

Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan. Mateo 6:28. HHD 77.1

Las ciencias naturales son el almacén de Dios, del cual cada alumno de la escuela de Cristo puede obtener algo. La manera de obrar de Dios en el ámbito de la naturaleza, y los misterios relacionados con su actitud hacia los hombres, son un tesoro del cual todos podemos obtener algo.—Manuscrito 95, 1898. HHD 77.2

Las flores del campo, en su interminable variedad, siempre sirven para deleitar a los hijos de los hombres. Dios mismo nutre cada raíz, para que pueda expresar su amor a todos los que quieran ser suavizados y subyugados por las obras de sus manos. No necesitamos de ostentación artificial. El amor de Dios está manifestado en las cosas hermosas de su creación.—Carta 84, 1900. HHD 77.3

Cristo trató de desviar la atención de sus discípulos de lo artificial, para dirigirla a lo natural: “Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?” ¿Por qué no tapizó nuestro Padre celestial la tierra de marrón o gris? Eligió el color que brinda más descanso y que resulta más aceptable a los sentidos. ¡Cómo se alegra el corazón y se refresca el espíritu cansado cuando contempla la tierra revestida de su manto de viviente verdor! Sin ese atavío el aire estaría lleno de polvo y la tierra parecería un desierto. Cada brizna de pasto, cada pimpollo que se abre y cada flor en su esplendor, es una señal del amor de Dios, y debiera enseñarnos una lección de fe y confianza en él.—The Review and Herald, 27 de octubre de 1885. HHD 77.4