Hijos e Hijas de Dios

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Comeremos del árbol de la vida, 24 de diciembre

Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. Apocalipsis 2:7. HHD 367.1

En vista de la pronta venida del Señor, cuán diligentes deberíamos ser en la formación de caracteres según la semejanza divina... HHD 367.2

“Yo soy Alpha y Omega, principio y fin, el primero y el postrero. Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad”. ¿Acaso no vale la pena que nos esforcemos para contarnos entre los bienaventurados? Si perdemos el cielo, perdemos todo, y a ninguno de nosotros le conviene hacer eso. Si mantenemos en vista los goces eternos que aguardan al vencedor, y si cuando luchamos por alcanzar la perfección del carácter confiamos en Cristo, ¿piensan Uds. que seremos infelices? ¿Nos haremos desdichados al imitar el ejemplo de abnegación y servicio de Cristo?... HHD 367.3

Estamos aspirando a la vida que se mide con la de Dios; por lo tanto, nuestra naturaleza debe ser puesta en conformidad con la voluntad de Dios. También debemos realizar el trabajo de nuestra vida de modo que podamos acudir confiadamente a Dios y abrir ante él nuestro corazón, manifestándole nuestras necesidades, y creyendo que él nos oye y nos dará gracia y poder para poner en práctica los principios de la Palabra de Dios. Lo que nosotros anhelamos es el cielo, la corona de victoria, trasponer las puertas de la ciudad de Dios, el derecho a comer del árbol de la vida en medio del Paraíso de Dios. Deseamos ver al Rey en su hermosura. Entonces debemos mantener diariamente nuestros ojos fijos en Cristo, la perfección del carácter humano, y aferrados a su divinidad tendremos la fuerza celestial que nos ayudará para ser vencedores sobre toda tendencia y deseo perverso.—Manuscrito 87, 1909. HHD 367.4