Hijos e Hijas de Dios

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Heredaremos el reino, 23 de diciembre

Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Mateo 25:34. HHD 366.1

En el día del ajuste final de cuentas, Cristo no presenta ante los hombres la gran obra que ha hecho por ellos al dar su vida por su redención. Les presenta el trabajo fiel que han hecho para él. ¡Qué sorprendente amor es éste! Hasta incluye y menciona la obra de los paganos, que no tienen un conocimiento claro de la ley del Señor, pero que han hecho justamente lo que aquélla requería, porque habían oído la voz que les hablaba en las cosas de la naturaleza. Cuando el Espíritu Santo implanta el espíritu de Cristo en el corazón del pagano, y éste manifiesta amistad hacia los siervos de Dios, experimenta un despertar de la simpatía del corazón, opuesto a su naturaleza, contrario a su educación. La gracia de Dios, al obrar sobre la mente entenebrecida, ha suavizado la naturaleza salvaje no pulida por la sabiduría de los hombres... HHD 366.2

Cristo implanta su gracia en el corazón del pagano y éste atiende a las necesidades del misionero, aun antes de que haya oído o comprendido las palabras de verdad y vida. ¡Contemplad ese gentío reunido en torno al siervo de Dios para herirlo! Pero el Señor está influyendo quizás sobre el corazón y la mente de un hombre para que ruegue en favor de su siervo; y cuando el consejo de guerra ha decidido que se quite la vida del cristiano, la intercesión de ese salvaje modifica la decisión y se le perdona la vida. ¡Oh, el amor que recibe el pagano gracias a este único acto! A los tales Cristo dirá en el juicio: “Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí”.—The Review and Herald, 20 de septiembre de 1898. HHD 366.3