Hijos e Hijas de Dios

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Mejoremos espiritualmente, 13 de noviembre

Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más. 1 Tesalonicenses 4:10. HHD 326.1

Tenéis a vuestro alcance posibilidades más que finitas. Un hombre, en la forma en que Dios aplica el término, es un hijo de Dios. “Ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes a él, porque le veremos como él es”... Es vuestro privilegio apartaros de lo barato y vulgar, y alzaros hacia un nivel elevado para ser respetados por los hombres y amados por Dios. HHD 326.2

La obra religiosa que Dios encomienda a los jóvenes y a los hombres de cualquier edad, demuestra que los considera como hijos suyos. Les da la tarea de gobernarse a sí mismos. Los llama a ser partícipes con él en la gran obra de redención y elevación. Como un padre toma a su hijo en sociedad en sus negocios, así también el Señor toma a sus hijos en sociedad con él... HHD 326.3

Los hombres y mujeres jóvenes necesitan más de la gracia de Cristo para que puedan aplicar los principios del cristianismo en sus vidas diarias. La preparación para la venida de Cristo es una preparación hecha por medio de Cristo, gracias al ejercicio de nuestras cualidades más elevadas... Pero es de necesidad imperativa mantenerse junto a Jesús. Es nuestra fortaleza, eficiencia y poder. No podemos depender de nosotros mismos ni por un momento. HHD 326.4

Hombres y mujeres jóvenes: ejercitad vuestras habilidades con fidelidad, impartiendo generosamente la luz que Dios os da. Estudiad la mejor forma de dar a otros paz, luz, verdad y las abundantes y ricas bendiciones del cielo. Mejorad constantemente. Manteneos apuntando alto, siempre más alto. Lo más valioso actualmente, es el poder de exigir el esfuerzo máximo de las facultades de la mente y del cuerpo, manteniendo siempre en vista las realidades eternas.—The Youth’s Instructor, 25 de enero de 1910. HHD 326.5